La Argentina es un país pionero en materia de género y cuenta con innovaciones legislativas y judiciales muy importantes en Latinoamérica. Sin embargo, según qué estadísticas se evalúen, al menos una mujer muere por día por el solo hecho de serlo. Y, con certeza, ese número aumenta si incluimos a las personas de géneros diversos y a la población LGTTTIBQ+. Decididamente algo funciona mal. Tenemos leyes que reconocen la identidad de género, el matrimonio igualitario, la interrupción voluntaria del embarazo, una academia muy potente con universidades de primer nivel y nos matan todos los días, nos abusan todos los días y también continuamos en un lugar de precarización laboral.
Perspectiva de género: debemos aprender a usar las leyes
Desde la Fundación Una Puerta, la cual presido, nos preocupa pensar en estrategias de cambio cultural en algunos de estos asuntos. El objetivo del 2022 se centra en la Violencia Económica, con perspectiva de género (Ley 26.485, art.5, inc.4) y en seguir investigando sobre abuso sexual intrafamiliar, cuestiones que muchas veces se superponen. En este sentido, hemos organizado tanto una diplomatura específica como un cuestionario anónimo para preguntarles a las personas sobrevivientes que sería reparador para ellas.
Pero ahora voy a contarles de qué trata la Diplomatura en Violencia Económica con perspectiva de género que organizamos, de manera conjunta, la Fundación Una Puerta, la Universidad Nacional de Villa María y la Municipalidad de Villa María, Córdoba.
Nos centraremos en pensar colectivamente en estrategias de cambio cultural de cuestiones que parecen muy obvias y no lo son tanto. Trabajé 38 años en el poder judicial de la provincia de Córdoba y estoy absolutamente convencida de que la agencia judicial no es suficiente para pensar en estos cambios, porque sus integrantes -jueces, fiscales, asesores, etc.- son parte de una sociedad insuficientemente informada en materia de género, como parte del bloque constitucional de derechos humanos. A punto tal que confunden con frecuencia la problemática con ideología. Y la ideología es una perspectiva personal. El género es una cuestión de derechos humanos y de normas jurídicas.
La ausencia de esta perspectiva tanto en prácticas individuales y colectivas, privadas o públicas nos afecta a todas y todos.
Reforzar la potencia de las leyes
Pretendemos deconstruir individualidades subordinadas por el género y el dinero, tan frecuentes en nuestra sociedad actual. Si estamos en condiciones de proponer herramientas para que las mujeres pierdan el miedo y puedan ayudar a otras mujeres, reforzaremos la potencia de las leyes, que por sí solas no alcanza.
Creo que el trabajo de las ONG es hoy vital tanto como la intervención y el compromiso de la sociedad toda. ¿Qué sucede cuando una chica abusada desde su infancia y sometida económicamente se suicida, hecho que puede ocurrir en cualquier sector social? ¿Cómo es posible que haya transitado organismos gubernamentales como la escuela, hospitales, el sistema de justicia y se haya quitado la vida porque a pesar de haber pedido ayuda en todos esos espacios no fue oída ni asistida ni en su reclamo?
A pesar de todo somos optimistas respecto de lo que sí tenemos: no es la misma sensación social tener leyes que amparen que no tenerlas. Y las tenemos.
Ahora debemos aprender a usarlas. Uno de los mayores reclamos de las mujeres y de las identidades sub alternizadas –esto es personas que no se sienten parte de la cisnorma y del patriarcado hegemónico–, es que las leyes se hagan carne en las instituciones y en la sociedad. Y sobre esto tenemos que seguir insistiendo y seguir hablando: este es el sentido de sostener una ONG y abrir puertas.
Muchas violencias siguen invisibilizadas. La diplomatura en Violencia Económica con perspectiva de género, por sus características, aparece hoy como uno de los primeros estudios sistemáticos sobre el asunto en la Argentina. Máxime cuando se aborda desde una perspectiva también intrafamiliar. Porque de eso tampoco se habla. Una mujer que no es independiente económicamente no es autónoma. Más allá de los discursos sobre el amor romántico hay cuestiones muy concretas que también están invisibilizadas en la ley.
Por ejemplo, ¿qué sucede en una empresa de familia con la participación de las mujeres, las hijas en relación con los varones del grupo familiar? ¿Qué acontece con el devenir de un matrimonio y el manejo económico de los recursos de la pareja? ¿Las hijas llegan al acceso a los bienes sucesorios con los mismos derechos que los hijos varones o han sido mermados durante toda su vida?
He observado esta discriminación durante años en mi función judicial y he verificado que nacer mujer en un hogar donde también nacen varones, implica una discriminación psíquica, económica, a veces educativa y que generalmente va a impactar en el acervo hereditario de las mujeres. No van a tener los mismos derechos. La propia familia, a veces con el apoyo de la figura de la progenitora, va a apoyar estas inequidades. No importa que hablemos de una multinacional, un kiosco o de una verdulería de barrio. El esquema de interacción con mucha frecuencia se repetirá y el acceso al manejo de los bienes del grupo familiar lo detentarán los varones en detrimento de las mujeres. No interesa el quantum: es un problema cultural que va contra la ley.
Si estamos hablando de violencia económica y mujeres, pensemos en el hermano trans, gay, hermana lesbiana que papá o mamá excluyen del sistema familiar por homofobia o transfobia. La violencia económica que padecen está aún más invisibilizada porque nuestra sociedad también tiene fuertes componentes de homofobia y transfobia. Esto también es ilegal. Todos somos iguales ante la ley (art.16 CN).
La previsión legal de la colación -esto es lo que usted recibió antes del sucesorio en detrimento de sus hermanas tiene que ser devuelto- tiene que ser aplicada. Sin embargo, en la práctica se resuelve en términos de presión casi extorsivos: “Conformate con esto y no hagas lío; si no te quedas sin nada”. Esto tiene que cambiar no solamente desde lo judicial sino desde la familia y desde lo social.
A las mujeres se las tiene que empoderar para que puedan manejar su economía de la misma manera que los varones. Pero también se tiene que informar y capacitar a padres y madres que permiten esto, a las empresas que lo autorizan y al Estado que mira para otro lado.
Laura Cantore
Presidenta de la Fundación Una Puerta. Abogada. Doctora en Derecho y Ciencias Sociales. Posdoctorada en Géneros. Docente de Filosofía del Derecho e Introducción al Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Ha dictado clases en diferentes grados y posgrados de la Argentina, Colombia, México, Madrid y Milán.