Paula Aranda, la abuela curandera de barrio El Sol, cumplió el 3 de junio 99 años. Fanática de Patronato, en 2019 y acompañada por UNO visitó el estadio Presbítero Bartolomé Grella antes de un partido clave ante Defensa y Justicia, bendijo los arcos, pies y botines de los jugadores de aquel momento y al director técnico de aquel momento, Mario Sciacqua, creer o reventar, la mala racha del Rojinegro se cortó justo a tiempo. En 2021 contactó a UNO nuevamente para concurrir al estadio y allí, una vez más "volvió a sanar el Grella", en esa ocasión el "Patrón” cortó la sequía, tras más de un año sin triunfos en su casa. Superó 2-0 a Aldosívi de Mar del Plata. “Es mucho el amor que yo le tengo a ese club”, confesó en varias oportunidades doña Paula. Cura el empacho, recalcaduras y la culebrilla. Es devota de San Bailón. Paranaense por adopción; chinchonera, amante del boxeo y la lectura. Aún recita de memoria las declamaciones que realizaba en la escuela primaria y lee sin anteojos. En su cumple, el sábado, confesó que quiere concurrir a un coro para aprender a cantar.
Paula Aranda, la abuela curandera fanática de Patronato, cumplió 99 años
Por Valeria Girard
Foto UNO/Vanesa Erbes
Foto UNO/Vanesa Erbes
Foto UNO/Vanesa Erbes
Foto UNO/Vanesa Erbes
La abuela es muy conocida y querida en el barrio, tanto que desde hace años los empleados del Carrefour de calle Galán le regalan una torta y le cantan el feliz cumpleaños. El sábado no fue la excepción. A los aplausos y salutaciones se sumaron los clientes que se encontraban en ese momento en el local.
TE PUEDE INTERESAR Doña Paula cumplió el sueño de volver a pisar el estadio Grella
"Como mensaje, le digo a la juventud que disfrute la vida", dijo a UNO doña Paula, quien se sintió asombrada por la cantidad de personas que la saludaron en su día. "Me la pasé yendo y viniendo de mi casa a la casa de mi hijo. Me saludaban en la calle y no los reconocía, pero ellos me conocen porque yo curo a todos", explicó.
TE PUEDE INTERESAR Doña Paula volvió para sanar al Grella
La historia de Paula
Cura de la culebrilla, recalcaduras, quemaduras, dolores de muela y ojeadura. Nació en paraje El Ombú, distrito Estacas, en el departamento La Paz. A los nueve años esquilaba ovejas, arreaba las vacas a los corrales y recolectaba maíz con una bolsa de arpillera atada a la cintura. Vivió un tiempo en Esquina, provincia de Corrientes y aprendió el idioma guaraní. Su madre falleció cuando ella tenía 12 años y, al año siguiente, sufrió la pérdida de su padre. Ella y sus siete hermanos quedaron huérfanos. Como era costumbre, los hijos varones del matrimonio quedaron al resguardo de sus padrinos y las mujeres de sus madrinas, pero ella eligió vivir con una tía, en la capital entrerriana.
En Paraná trabajó durante años en el complejo escuela hogar Eva Perón y luego en las instalaciones del Consejo General de Educación, en el que se jubiló. A los 16 años conoció al que fue su esposo y padre de su único hijo. Es abuela de dos nietos.
Se define como hincha "furiosa" de Patronato, también de River: "A mucha honra", acota. Le apasiona el fútbol y sobre todo el boxeo. "A veces son las tres de la mañana y yo, con mate en mano, estoy: ´pegue´ ... ´pegue´", cuenta orgullosa. Sube escaleras, limpia, cocina, juega al chin chon y es una gran lectora. Aun recuerda de memoria las declamaciones que hacía durante los actos patrios, en su escuela primaria.
Llegó a la Redacción de UNO hace unos años atrás, muy afligida, porque había perdido una cinta roja con dos medallitas. A la descripción, le sumó el relato de que ya le había pedido al Santo Bailon que la ayude a encontrar el objeto perdido, pero hasta ese momento no había obtenido resultado. "Si lo encontrás, tenés que bailarle un vals o un paso doble, sino en la próxima olvidate que te va a ayudar", dijo. Su mayor preocupación era que la cinta, que tiene 36 años y era la que usaba para curar y no se podía mojar. Si se encontraba a la intemperie y llovía, no podría utilizarla más. Allí radicaba su apuro por encontrarla. Regresó tiempo después con la buena noticia de que la cinta había aparecido.
"Cuando era chica vivíamos en una zona de montes. Nos poníamos un pañuelo, hojas de tártago que son muy fresquitas y un sombrero, así salíamos a juntar maíz. Con nueve años sabía encerrar los terneros en un corral, era para que no mamen, porque si eso pasaba al otro día no teníamos leche para tomar", contó.
Alguna vez le planteó a su padre que quería ser cantante lírica. "Le dije que me alquile una casita con gente buena. ´¿Y para qué?´. Porque yo quiero cantar. En la escuela era la primera voz en el piano, me encantaba cantar. No se dio", recordó la abuela. Otro de sus sueños truncos fue ser policía. "En ese momento tenía a mi hijo chiquito. Mi marido me pidió que piense en él. Era muy arriesgado pero me hubiese gustado, por eso una de las medallitas que puse en la cinta es del santo patrono de la Policía".
Paula lee todos los días diario UNO y orgullosa repite que a su edad no necesita anteojos. "Dos termos de mate y lo leo completo, pero enterito eh...". Reconoce que su sección preferida es Ovación.
La cinta roja
Nadie le enseñó a curar. No sigue los mismos rituales que las otras curanderas, ni realiza las mismas oraciones. Asegura que cuando era adolescente, ya viviendo en Paraná, se le presentó un pesebre a los pies de su cama, rosas de todos los colores y la imagen de la Virgen. "No sabía que pensar, estaba preocupada. Un médico me llevó a la Iglesia, allí me dijeron que lo que yo tenía era un don, y que debía hacer el bien sin recibir ni cinco centavos por ello. A mí la autorización para curar me la dio el Papa Pío XII", aseguró la entrevistada. Doña Paula cura de la culebrilla, recalcadura, quemaduras, dolores de muela y ojeadura.
"El arzbispo me dijo, usted va a vivir muchos años, porque Dios la va a ayudar a vivir y va a inaugurar una iglesia. Con los años, cuando el seminario se mudó al predio en calle Don Bosco en el edificio de calle General Urquiza sólo quedó una capilla, por calle Andrés Pazos, por muchos años sin funcionar. Estuve en la reapertura, entramos a las 7 de la mañana y salimos a las 23. Fue muy emocionante porque allí estaba la imagen de la Virgen que había visto a los pies de mi cama. Ella fue a visitarme y quería que yo visite su casa", dijo.