Las modistas de Paraná reconocen que tienen mucho trabajo y a su vez ellas mismas aceptan que a los clientes se les hace difícil encontrarlas.
Modistas: tienen mucho trabajo pero son difíciles de encontrar
Sobre todo a las que realizan trabajos “más chicos” porque las diseñadoras y los diseñadores que trabajan con vestidos de alta costura tienen sus locales a la vista y se encargan de realizar cuidadas campañas de marketing.
El tema con las costureras es que son menos visibles y nadie sabe muy bien el porqué.
Alejandra Díaz, que tiene su taller en el barrio 240 Viviendas, en la zona de Los Pipos, explicó a UNO que su abuela fue modista, al igual que se su mamá. “Una vez le pregunté a mi mamá si existió algún tipo de organización que las representara y ella me dijo que no”, recordó. Ella no se olvida de que, hace dos años, fue contratada por una reconocida tintorería que pagaba 3 pesos cada ruedo de pantalón, 50 centavos arreglar un ojal y 1 peso la manga de un saco.
Ahora en su casa maneja los valores que la mayoría de sus colegas. En general el ruedo de un pantalón vale entre 15 y 20 pesos; cambiar el cuello de una camisa 8 pesos y arreglar las mangas de una campera de abrigo también está cerca de los 20 pesos. Si se tiene en cuenta que este valor llega a representar el 1% de lo cuesta un abrigo nuevo, el negocio es redondo.
María del Huerto Andolfo, que estudió diseño de indumentaria, también realiza arreglos “chicos” sobre todo porque le gusta.
“No podría trabajar en un taller y confeccionar ropa en serie. Me gusta estar en la máquina, hacer el molde, medir y arreglar. Es una muy buena forma de ganarse la vida”, explicó consultada por este diario.
Huerto reconoció que en esta parte del año aparece la “temporada alta” de arreglos porque la gente se da cuenta de que tiene que acortar las camperas. Algunos que adelgazan y otros que suben algunos kilos. Entonces hay que cambiar cierres de camperas (15 pesos) o reparar algún camperón heredado. Esos trabajos, los de restaurar, modificar, aggiornar e intervenir son los que más le agradan porque puede ponerle su toque de diseño y creatividad a una prenda que estaba destinada al baúl del olvido.
Para captar clientes ella también se encargó de repartir folletos y tarjetas en tintorerías y locales que venden ropa. Al mismo tiempo la recomiendan en una casa de ropa deportiva y ahora empezó a recibir pedidos para que confeccione disfraces. Es que se viene la fiesta y sobre todo las mujeres salen a pedir diseños exclusivos. Está por armar el mismo vestuario que luce Gwen Stefani en un video de No Doubt. Confeccionar la pollera (escocesa), el corset y la camisa tiene un costo de 170 pesos. La tela la compra el cliente. Hace un par de años cosió un Scooby-Doo al que cobró 150 pesos. “Nunca me enteré cuánto gastó en tela porque me la trajo el cliente. Era íntegro de polar”.
Ahora la mayoría de las modistas se dedicará a coser trajes porque la demanda es muy grande. Cuando vuelva el calorcito aparecerá otra “primavera” laboral.
Específico
* En Paraná se puede estudiar diseño de indumentaria y textil en institutos privados y también hay una orientación en la escuela técnica pública.
* Un máquina de coser “chica” cuesta 2.000 pesos y se puede amortizar porque, en su gran mayoría, son de buena calidad.
Aseguran que es una “muy buena” alternativa laboral
Susana vio la oportunidad y como gente de su entorno abrió un local de venta de ropa en calle 9 de Julio, diseñó esta estrategia: los miércoles y los viernes retira las prendas que tiene que arreglar.
Si es necesario medir el pantalón o la camisa hay que elegir alguno de esos días. Luego, con el trabajo realizado, ella lo deja en el mismo local y el cliente lo retira.
Así Susana está aprovechando todo el público del centro de Paraná mientras que también atiende en el taller de su casa. Ella pone los mismos precios que el resto de sus colegas.
“Todo lo que sea cambiar cierres de camperas, hacer ruedos, cambiar los cuellos de las camisas”, describió consultada por UNO.
Ahora tienen algunos inconvenientes para conseguir hilos y algunas telas, por lo que se les complica realizar trabajos más grandes.
La demanda es importante porque en Paraná hay una gran cantidad de diseñadores y diseñadoras que estudian en los institutos privados y en la escuela técnica.
Las modistas aceptan que es una muy buena salida laboral más allá de la inversión inicial que hay que realizar.
Algunas, por lo bajo, cuentan que muchas otras tratan de evitar los arreglos “chicos” porque el negocio está en la “alta costura”.
También aparecen en el mercado los que confeccionan o crean prendas exclusivas que aprovechan las redes sociales para promocionar sus productos. Así crece y se expande un oficio que en el país siempre tuvo grandes referentes.