Decir que el ser humano es enemigo del propio ser humano no es algo nuevo. No estoy poniendo en funcionamiento un pensamiento profundo en cada una de las personas que están leyendo el comienzo de esta columna de opinión. Ahora, ¿se puso usted a pensar por qué somos así? Será porque vivimos al límite en muchas situaciones de la vida, o porque actuamos a veces sin pensar o simplemente porque tenemos un espíritu de autodestrucción. Al menos en estas palabras puedo buscar una explicación de las causas que nos llevan a tomamos decisiones en contra de nuestros propios intereses. En la actualidad, hay dos ejemplos claros de esto. Uno es la pandemia que se vive por el coronavirus y la otra son los incendios forestales en gran parte de nuestro país. Un tema no tiene nada que ver con el otro, pero puedo explicar cómo de alguna forma se relacionan.
Miradas: espíritu de autodestrucción
Por Mauro Meyer
En el caso del Covid-19, muchas cosas podemos decir de la eterna cuarentena en la cual estamos inmersos en la Argentina. Podemos criticar la forma en la cual el gobierno de Alberto Fernández encaró la lucha contra este virus. Se puede pensar en los problemas económicos que muchos argentinos están viviendo y que, según los especialistas, serán mayores en el corto plazo. Aquí cabe suponer que como estamos acostumbrados que nos pongan de un lado o del otro, nos dijeron que debíamos elegir entre la salud o la economía. Pero más allá de saber que ambos son importantes, no podemos negar que el coronavirus existe, que sigue presente cada vez más en nuestro país y prueba de ello es la cantidad de contagios y muertes que se anuncian diariamente.
Pero como sucede siempre por estas tierras, creemos que la tenemos reclara y que esta enfermedad nunca nos puede afectar. Por eso pedíamos a gritos más libertades, queríamos que nos habiliten esto y aquello, cuando en realidad hubo muchos que no respetaron las medidas sanitarias impuestas por las autoridades. Cuando se habilitaron las salidas recreativas, enseguida hicimos campamentos en el Parque Urquiza y armamos ronda de mate como si todo fuera normal. Por eso, otra vez hubo que ir para atrás y todos pusimos el grito en el cielo. De a poco, las disciplinas deportivas fueron recuperando su espacio, aunque en muchos barrios de Paraná ya era común ver algún “picadito” de fútbol. Actualmente, hasta se diagraman amistosos entre diferentes agrupaciones, con el famoso tercer tiempo incluido.
Otro ejemplo es el famoso metegol humano. ¿Usted cree que todavía se respetan las reglas? Hay que recorrer un poco los complejos de fútbol 5 y ver que los partidos de metegol no tienen nada. Pero hay casos más preocupantes aún, como las reuniones sociales, las fiestas clandestinas y los encuentros donde no se respeta ningún protocolo. Así es sencillo echarle la culpa al Estado por no saber cómo manejar una pandemia. Criticar solo porque el aire es gratis es un deporte nacional. Lo bueno sería mirar un poco para adentro y ver qué cosas hicimos bien o mal.
Con los incendios forestales en varias provincias de la Argentina sucede algo similar. El espíritu de autodestrucción está presente en gran parte de ellos. En Córdoba, por ejemplo, se quemaron más de 350.000 hectáreas, según lo confirmó el comandante General Gustavo Nicola, Jefe de Bomberos Voluntarios de Villa María en diálogo con La Radio de UNO. La dura lucha que están llevando adelante contra el fuego choca con los intereses de los poderosos, ya que el mismo Nicola contó que luego de controlar un incendio vio al otro día cómo fueron los mismos productores rurales los que iniciaron otro.
“El 99% de los incendios tiene de por medio la mano del hombre, ya sea por impericias del que inicia el fuego, de aquellos que queman para pastoreo y descuidos y hay otros intencionales”, afirmó. También contó con conocimiento de causa que, de todos los focos ígneos que hay en suelo cordobés, solamente dos fueron causados de forma natural. Parece increíble escuchar en primera persona cómo destruimos nuestro hábitat. También cómo despotricamos contra un gobierno que de un día para el otro se encontró con una pandemia a la cual nadie supo cómo enfrentar. En fin, como lo escuché alguna vez, la autodestrucción está en nuestra naturaleza.