El viernes 10 de julio falleció en Gualeguay a los 102 años Saturnino Sixto Erro. Fue productor agropecuario, criador de caballos y diputado nacional. Pero su mayor orgullo es que fue amigo de Juan Perón y Eva Duarte, y que luchó en la resistencia muchos de los años en que el peronismo fue proscipto. Era una prueba viva de los años de gloria del movimiento popular y una fuente de consulta para historiadores, militantes y periodistas. “Lo abandonó el cuerpo, de la mente estaba excelente” contó a UNO su hijo Luis Erro al dar cuenta del triste suceso. En su trayectoria política el viejo luchador vio días maravillosos, aquellos de la refundación de la Argentina en base a las ideas del radicalismo de Yrigoyen, el socialismo de Palacios y el justicialismo del mismo Perón que fue el ejecutor de las reivindicaciones de los trabajadores.
Ha muerto el último soldado de Perón
Por Carlos Damonte
Erro había desarrollado su militancia en Corrientes y terminó en el sur entrerriano corrido por la dictadura que se abrió en el país en 1955 tras los bombardeos a Plaza de Mayo que dejaron una cantidad indeterminada de muertos y signaron el derrocamiento de Perón. El mismo Saturnino Sixto Erro contó a UNO y a radio La Red Paraná esa parte del derrotero en una entrevista, quizá la última que dio, realizada a propósito de su participación en las elecciones nacionales del 27 de octubre del año pasado: “Yo he sido y soy profundamente peronista. Cuando salí de la cárcel en Corrientes me querían fusilar mis adversarios, así que me vine a Entre Ríos. No podían acusarme de nada, sólo de ser peronista, pero igual me querían matar, sólo por ser peronista. A muchos les pasó lo mismo. Algunos sobrevivimos, otros quedaron en el camino. Los que estábamos en contra de la dictadura quedábamos presos. Nosotros no matamos a nadie, nosotros dimos vida. ¡A nosotros nos mataban! Me acusaban de haber votado la ley que ordenó la construcción del monumento a los descamisados, fíjese usted qué cosa ridícula”.
Erro purgó prisión y vejaciones, pero salió adelante. “Dos largos años pasé en las cárceles de Las Heras y Caseros, las peores de la Argentina. Cuando entré me recibieron grandes compañeros que ya estaban adentro. Hugo del Carril. Con John Willam Cooke también estuve adentro. Él fue una persona importante para el movimiento y de gran ayuda para sobrellevar los momentos más duros adentro de la cárcel”, había contado el dirigente en aquella entrevista donde también renovó sus votos en la liturgia peronista: “El peronismo es el movimiento político más notable que ha tenido Argentina. El país necesitaba al peronismo y todavía lo necesita. Vivíamos en la miseria y con el peronismo surgimos. Cuando representé a Corrientes lo hice con dedicación y responsabilidad y pienso que esa misma actitud hace falta ahora”.
En 1947 Saturnino Erro fue elegido delegado para confeccionar la Carta Orgánica del Partido Justicialista, obra fundacional del Movimieno Peronista de la que surgió una versión llamada Las 20 verdades peronistas. Aquel documento recogió proyectos de movimientos, sindicatos y partidos anteriores al peronismo y acabó por dar entidad institucional a los obreros argentinos.También profundizó la grieta entre liberales y populares que ya se había ensanchado con la gestión del radical Hipólito Yrigoyen en las primeras décadas del siglo pasado. Erro luego fue electo legislador nacional correntino y desde una banca en Diputados fogoneó las principales leyes que hicieron del peronismo el fenómeno social más gravitante en la vida nacional desde la mitad del siglo pasado. La ubicación de Erro en la historia argentina indica que estuvo en el mejor momento del justicialismo, pero también en los años oscuros de la proscripción, que duró 18 años.
—¿Cómo era Perón?
—Extraordinario. Lo quise mucho. Yo asistí en persona a sus enseñanzas. Fue una gran intérprete del país y sus necesidades. Un hacedor y transformador.
—¿Y Eva?
—Inmensa mujer. Bella en todos los aspectos. La acompañé muchas veces en sus gestiones. La gente humilde la amó. Recibíamos de ella discursos revolucionarios para la época. Yo la admiraba. Yo puedo decir que Perón y Evita fueron parte de mi vida.