En una casa común, la cocina es un lugar de encuentro, hace las veces de fogón, desata nudos. Pedro Aguer suele recordar un poema de Trilussa. Allí toda la familia discute de manera acalorada antes de la cena pero “cuando Mama nos dice que están listos los ravioles,/ nos ponemos de acuerdo en el programa”.
Cuando están listos los ravioles
Por Tirso Fiorotto
Recordamos estos versos como prólogo, para informar que nuestra página web unoentrerios.com.ar está abriendo un espacio llamado La Cocina del UNO, para mostrar platos sencillos elaborados en casa.
¿En casa de quién? La nuestra, empezando por la casa de las trabajadoras y los trabajadores de UNO, y la de personas conocidas de la región, con recetas que usamos a diario, las que nos gusten.
La iniciativa surgió espontánea. Fotos, explicaciones, breves videos, charlas sobre el trabajo. No pensemos en un libro de expertos gourmets, pensemos en un acercamiento a la cocina real, la del domingo y la del lunes, con las ollas curtidas que sacamos de nuestra alacena, secretos que nos contó la abuela, perlitas de la experiencia propia, y sin esconder incluso algún resbalón.
Hemos visto avances, y dan gusto. Como somos compañeros de trabajo, al humor habitual le añadimos un humor extra. En la primera entrega aparecerá nuestro corrector, Gustavo, que logró ante las cámaras todo lo que se propuso… o casi todo, porque las papas, hay que decirlo, se le rebelaron.
Con esta broma queremos decir que en La Cocina del UNO está la familia del grupo y están las y los lectores. Este espacio estimula un necesario intercambio, muestra un poco más la cocina del diario, es decir, la redacción y las demás secciones, con protagonistas de carne y hueso y todo con buena onda.
No es difícil ver que hay una energía en el aire, una empatía que empieza en casa, entre quienes aparecen frente a las cámaras y quienes están detrás, será porque realizaron las tareas previas o porque luego compaginan las imágenes. Son las y los que prueban el resultado sobre el pucho, es decir: se llevan también su bocado.
La Cocina del UNO tiene una estética propia, bien de mesa familiar, conversada, y con todo lo que ese rubro aporta: colores, aromas, lugares gratos.
Lo que distintas civilizaciones hacen desde hace siglos con el estado del tiempo, es decir, esos comentarios al paso que rompen el hielo, que inician una charla con un tema de interés para todos por igual, sean mujeres, hombres, flacos, gorditos, en fin: esa función cumple La Cocina del UNO.
Si las y los lectores gustan de estos platos, los que elaboramos los micros nos daremos por satisfechos, y no será más que una extensión del ánimo conque iniciamos este punto de encuentro.
Por ahí se nos perdonarán detalles que se nos escapan, y es que estamos empezando. Un emprendimiento sencillo y útil a la vez, como la cuchara sopera.
Habrá una entrega periódica, pero estamos en condiciones de adelantar que las y los organizadores no dan abasto porque, una vez comentada la propuesta, se agolparon en nuestra mesa las intenciones de mostrar un plato. Hay más cocineras y cocineros que los que imaginábamos. En buena hora.
Estamos lanzando La Cocina del UNO y ya nos avanzan los aromas de la sartén, el vapor de la olla, el crujir de la parrilla, y estamos expectantes por ver con qué humor compartimos esta rueda amistosa. Tal vez, quién sabe, los micros nos den una mano cuando lleguemos a casa y nos preguntemos qué caracho comemos hoy. Habrá, claro, para todos los gustos y convicciones.
Será todo para compartir, no para competir, porque al fin y al cabo, ¿quién no puede teñir unas benditas papas?
A propósito, aquí como bonus track la estrofita entera (en una de sus traducciones), de Trilussa (Salustri): “En mi familia el pensamiento es vario:/ mi padre que es demócrata cristiano/ como empleado fiel del Vaticano/ reza por las mañanas el rosario./ De tres hermanos, Luis el más anciano,/ es socialista revolucionario./ Yo, en cambio, soy monárquico, al contrario/ de Ludovico que es republicano./ Antes de ir a cenar, con tal exceso/ de voces discutimos nuestros roles/ que la reunión seméjase a un Congreso./ ¡Qué batahola! Pero cuando Mama/ nos dice que están listos los ravioles,/ nos ponemos de acuerdo en el programa”.