Belén Olote se encontró con Gustavo Rochi el sábado a la tardecita en María Grande para acordar los términos finales de su separación. Tenían pendientes algunas cuentas y trámites en común. Él era violento: la golpeaba, la agredía y la amenazaba para que no lo deje. Ella había logrado cortar ese vínculo perverso y regresar a la casa de sus padres. Se abría camino a un futuro libre. Pero en cierto momento del encuentro Rochi empezó a golpearla. Le pegó en la cabeza con una autoparte hasta matarla. En el lugar hay muchas casas y los gritos de Belén sonaban con fuerza. Sólo una vecina se acercó a auxiliarla. La joven se le murió en los brazos.
Belén Olote: sentir cada femicidio en las tripas
Por Ramiro García
Rochi le pegó con una masa de acero en la cabeza. Varias veces. Hasta matarla.
Otros femicidas las ahorcan, las apuñalan, las asfixian, les disparan, las golpean con palos, con fierros, las matan con sus manos. A veces las entierran, o las esconden, o las meten en bolsas. La lista, se sabe, sigue. Conocer los detalles de los femicidios no debe tener un fin morboso. Sí puede servir para romper con la indiferencia y la apatía ante la masacre que vivimos como sociedad. Las cifras deberían conmovernos: una mujer muere cada 27 horas asesinada por un violento. Belén fue la víctima del sábado a la tardecita. A la mañana, en Formosa, Rito Caballero, de 28 años, había asesinado a Dina Silvestre, de 34.
¿Quién será la de hoy, la de mañana, la del Jueves Santo?
Me duele la panza, transpiro y tiemblo al pensar en Belén. Pienso en cómo es posible matar a una mujer. Lo pienso realmente: intento imaginarlo. Me resulta imposible, inconcebible. Sin embargo, casi a diario un hombre -joven, adulto, viejo- lo hace en algún rincón del país. Es urgente e importante ponernos a pensar, especialmente los varones, cómo es posible esta matanza y cómo evitarla.
Es más imprescindible aún -deseo que Belén les duela en las tripas- que asuman esa tarea quienes tienen responsabilidades y recursos públicos para abordar esta masacre. Que les ocupe todo el día. Que se pregunten -o alguien les pregunte- qué hicieron hoy para prevenir que esto siga empeorando ¿Qué se hace cada día, a la altura de esta emergencia, desde los Estados municipal, provincial y nacional?
Hace un mes, el 8 de Marzo, se cuestionó en esta misma página la agenda del gobierno provincial por el Día de la Mujer. La misma difusión oficial anunciaba “exposiciones y muestras de artes visuales, proyecciones de cine, charlas, actividades literarias y recitales de poesía, ferias, espectáculos teatrales y musicales”. Poco después la Legislatura sancionó el “Nuevo Régimen de Protección, Asistencia y Prevención de la Violencia contra las Mujeres por razones de Género”.
LEER MÁS: Se siguen "articulando conversatorios"
Todo es necesario y no es criticable en sí mismo: cada charla, cada muestra, cada nuevo marco legal. Pero no alcanza. El gobierno entrerriano destina 1,72% de su Presupuesto 2022 a políticas de género: $7.712.487.000 de un total de $447.302.079.000. Lo sabemos gracias al Informe de Políticas Transversales - Políticas de Género, publicado por el Ministerio de Economía.
No alcanza. Y muchos no pueden decir con honestidad intelectual (y salarial) que hacen todo lo posible y, más aún, lo que les corresponde por función y remuneración. Si se requiere una voz autorizada, lo dijo el año pasado Andrea Lescano, la madre de Micaela García, en radio La Red Paraná: “Necesitamos bajar a tierra y modificar cada lugar. Con conceptos y libritos no vamos a cambiar la realidad, principalmente lo que pasa en Entre Ríos". Si se apunta al nivel nacional, la dedicación también es deficiente. El Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad triplicó durante 2021 su presupuesto pero había ejecutado sólo el 53% en diciembre.
LEER MÁS: La mamá de Micaela García dijo que a Fátima no la cuidaron
A pesar de todo, tampoco alcanza con delegar sólo en el Estado la lucha para revertir esta masacre. Cada uno es responsable si se resiste o se mantiene indiferente, sea por vergüenza, comodidad o puro machismo, al urgente cambio cultural que necesitamos. O si se suma en distintos órdenes de su vida para que las generaciones que vienen no tengan que convivir con esta matanza que presenciamos nosotros.