El miércoles se cumplieron cinco años desde que Nelson Faccendini y Alejandra Kemerer, un matrimonio de ingenieros agrónomos que vive en Paraná, se encontraron por primera vez con sus hijos. Se habían inscripto en el Registro Único de Aspirantes con Fines Adoptivos (RUAER) en 2016 y el 12 de junio de 2019 viajaron a Colón para conocer a Estefanía, que entonces tenía 10 años; Violeta, de seis, Julián de cuatro, y Miguel Ángel de dos años. Hoy forman una hermosa familia.
Una gran familia: desde hace cinco años Nelson festeja multiplicado por cuatro el Día del Padre
Junto a Alejandra, su esposa, se inscribieron en el RUAER para conformar una familia. Hoy son padres de cuatro hermanitos y lo celebran
Por Vanesa Erbes
Si bien cuando se anotaron en el organismo provincial habían expresado su anhelo de adoptar hasta dos niños, los llamaron para contarles que estaba esta posibilidad de conformar una familia junto a los cuatro hermanitos. En este sentido, Nelson precisó: “Nosotros en el perfil que habíamos armado habíamos puesto que podíamos adoptar dos niños, y si había un hermano más, tres. En ningún momento pasó por ninguna charla la posibilidad de cuatro niños”.
Convertirse en papá de cuatro chicos de un día para el otro era un desafío inmenso y una gran responsabilidad. “Alejandra fue la que siempre estuvo mucho más decidida, y fue la que me convenció, con su seguridad, su certeza y su alegría al haber recibido esta noticia”, comentó, y subrayó que la convicción de ella y sentirse acompañado por la familia lo impulsó a considerar la idea. En este marco, comentó: “Pensamos que era un gran desafío tener cuatro hijos. Y hoy lo sigue siendo, pero ya tenemos otra visión, ha pasado el tiempo y lo que nos preocupaba hace cinco años atrás es totalmente distinto ahora”.
Festejo multiplicado
Hoy Nelson está feliz con la decisión y en esta jornada en su casa están festejando no sólo el Día del Padre, sino un nuevo aniversario de su natalicio y en esta misma fecha cumple 15 años Estefanía. Será una celebración muy concurrida, ya que también estará el papá de Nelson junto a los suyos para celebrar en familia.
Tanto él como Alejandra recuerdan el primer encuentro con sus hijos como si hubiese sido ayer, y aseguran que, más allá de las expectativas y los nervios, fue mágico. “Si bien uno va con un montón de miedos, dudas y preguntas, acude a esa primera reunión decidido”, rememoró Nelson, y visiblemente emocionado comentó: “Estefanía era la portavoz de los cuatro, porque Miguel era muy chiquito y casi no hablaba, sólo decía algunas palabras, y los otros dos eran mucho más callados. Así que ella nos informó que desde ese mismo día nos iban a decir ´mami´ y ´papi´. Se lo dijo primero a Ale, después me vino a comunicar a mí la decisión que habían tomado de llamarnos así, que es como nos dicen hasta el día de hoy”.
El rol del RUAER
El matrimonio destacó el acompañamiento que tuvieron desde el RUAER, y sobre este punto, Nelson expresó: “Ha sido siempre excepcional. Siempre digo y defiendo ante quien sea que estas bellas personas nos acompañaron, nos apoyaron y nos supieron guiar de una forma impresionante. Tienen un trabajo con una responsabilidad que yo no sé si se llega a percibir. Muchas veces los papás estamos en búsqueda de niños, porque en realidad uno empieza así, hasta que se da cuenta de que en realidad esos niños necesitan una familia. Y tener semejante responsabilidad de buscarles a ellos una familia es un trabajo muy difícil y honorable, y lo hacen con una seriedad que siempre nos llamó la atención y por la que siempre estamos agradecidos y lo resaltamos. RUAER es una de las instituciones que intervienen en este proceso que más responsabilidad tiene, porque son los que deben decidir a quién darle los niños, que en muchos casos ya fueron abandonados antes”.
“Por ahí se escuchan quejas de parejas que no sienten que los están apoyando, o a las que les dicen que tienen que cumplir con ciertas etapas más. A veces les piden que asistan, por ejemplo, a un tratamiento psicológico o cosas por el estilo, y muchas veces lo toman mal y se enojan. Pero en realidad ellos lo que están buscando es que en el momento en el que los niños puedan integrarse con esos adultos, esos adultos estén preparados para lo que se viene. Y eso muchas veces no se entiende de esa forma”, observó.
Alejandra agregó que en un momento, ya con la adopción plena, necesitaron un acompañamiento desde el organismo y destacó: “Les pedimos tener una reunión. La verdad que fue muy buena y ni siquiera tenían la obligación de hacerlo, porque ya su función con nosotros se había cumplido, ya había terminado. Y sin embargo, cuando se los necesita ellos están”.
Familia feliz
Con respecto a estos cinco años, aseguraron: “Realmente pasaron volando. Vemos videos y fotos, y no podemos creer lo grandes que están nuestros hijos”.
Tanto Nelson como Alejandra comparten su historia para animar a otras parejas o personas solas que quieran formar una familia a través de la adopción, y a veces no se animan a adoptar a grupos de hermanitos. “En mi caso, la verdad que lo que más miedo me daba es que eran cuatro hermanitos, y fue motivo de varias charlas, tanto con los profesionales del RUAER como con Ale. Y que en realidad el número no es lo que importa. Creo que está bueno que la gente rompa un poco con sus miedos. Desde el RUAER hicieron que uno pueda procesar y trabajar mucho esa miedo que acarrea. Tomar una decisión con todos esos prejuicios es mucho más difícil, pero el transitar, el charlar y trabajar este proceso de adopción en sí, sobre todo en la primera etapa, te hace pensar y reflexionar. Y creo que si uno va dando esos pequeños pasos para llega a lograr una familia, que es lo que uno desea cuando empieza este camino”, comentó el padre de la familia.
Por último, Alejandra manifestó: “Como en cualquier familia, hay desafíos y dificultades. Pero una cosa que hablábamos con los integrantes del RUAER, y que realmente es así, es que van apareciendo los problemas, pero por suerte aparecen intercalados, una vez con uno, otra vez con otro. Entonces, poco a poco se los va sorteando. Y siempre se aprende algo de todas las cosas que pasan y eso está rebueno, porque también ayuda a crecer como familia y a entendernos un poco mejor”.
“Hay cosas que hace un tiempo atrás nos parecían imposibles, y hoy uno ve que ellos ya se desenvuelven solos y nos hacen sentir orgulloso”, concluyó.