Luis Nipón Ruíz es un apasionado de la música y de la radio. Sus inicios como DJ en boliches le mostraron un mundo que le dio grandes alegrías, experiencias, anécdotas y amigos. El paso del tiempo y su mutación caracterizaron su carrera.
Luis Nipón Ruíz, un melómano emblemático de la región
El operador de radio, editor y especialista en música, Luis Nipón Ruiz estuvo en el Ciclo UNO a UNO en Radio La Red Paraná (88.7).
Luis Nipón Ruíz, un melómano emblemático de la región
Luis Nipón Ruíz, un melómano emblemático de la región
Inicios
Luis Nipón Ruíz nació en Paraná, el 13 de mayo de 1951. Es hijo de Luis María, ex apoderado del Banco Hipotecario, y de María Ofelia Fernández de la Puente, ama de casa, ambos fallecidos. Es el tercero de cinco hermanos, Tulio, Emilia, Miguel y María Belén. Tiene dos hijos, Sebastián y Antonella.
Cursó la escuela primaria en Centenario y el secundario en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay. “La vieja falleció cuando tenía 15 años, mi viejo se volvió a casar y me mandaron al internado”, contó. Pasó su adolescencia en el Club Echagüe de Paraná donde jugó al basquet hasta los 20 años. Actualmente, con 74 años, opera Perdidos en el tiempo y La fiesta del fútbol, en Radio Plaza de Paraná, 94.7.
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La música en la sangre
“En casa se escuchaba mucha música. Las Big Band y el Jazz más que nada. Pero mi viejo era un gran fanático del Jazz y el Tango, y a mi mamá le encantaba bailarlo. Él llegaba a casa, trabajaba un rato y lo hacía con música”, contó Nipón en diálogo con Radio La Red Paraná (88.7). Así fue como, a través de un mueble combinado “Columbia” conoció el mundo melómano: “Los discos formaban parte de la decoración de la casa. Estaba en el Living de la casa, al lado del hogar”.
Pero su pasión surgió mucho antes, cuando en el año 1963 su hermana se ganó un disco simple de The Beatles: “Me cambió la vida. Me voló la cabeza... y ahí empecé”. Todo fue casualidad. Desde allí, comenzó con su gran colección de discos. “Aunque me hubiese encantado ser músico. Nunca se me ocurrió agarrar la guitarra, la batería, o el piano”.
En el año 1972, Ruíz terminó el servicio militar obligatorio y comenzó a incursionar en el mundo de la música. Su primer trabajo post colimba fue en un boliche de Paraná. “Hice un año de Infantería de marina y antes de que me dieran la baja me ofrecieron dar la vuelta al mundo en la Fragata Libertad, pero preferí irme de baja. Volví y entré a trabajar a El Solar del Duende, un boliche que estaba ubicado en calle Urquiza”.
Noches de boliches
“Nipón” Ruíz era uno de los principales protagonistas de las noches en Borboletta, la confitería bailable que funcionó en el octavo piso del entonces hotel Mayorazgo. “Estuve diez años, desde 1975 al 85. Trabajé un verano, una temporada en Mar del Plata, en Enterprise, un boliche hermoso que tenía forma de plato volador, y que demolieron hace poco. Después, volví y seguí trabajando en Borboletta. En el 85’ se vendió el hotel y cerró Borboletta, definitivamente. Volví a La Belle Epoque y trabajé un año y pico, hasta que me fui para inaugurar Paradise, en San Benito, donde estuve tres años. Cuando volví ya andaba cerca de los 45 años, y lo último que hice fue el VIP de Excandalo durante casi dos años y medio”, contó. La estética de esos boliches difiere mucho a lo que se ve en la actualidad: “En forma de L, había livings, con sillones”, describe.
Épocas marcadas
En La Belle Epoque se escuchaba The Beatles, Bee Gees, bolero, y Ruiz llegó a pasar Soul y Pop: “Pegaba fuerte en la década del 70’. Creo que fue la época más rica en ese sentido. Pasaba Creedence, rock, y demás”. Pero en sus recuerdos más emotivos tiene al boliche Borboletta, al que Ruiz considera que tuvo uno de los sonidos más excepcionales de la zona. “Luego llegó Danhes en el 89’ con el concepto de discoteca, poca comodidad y ahí se acabó el glamour. En Borboletta tenías mozos, 300 sillas para sentarse, una barra espectacular espejada. Realmente fue el último boliche con glamour”, indicó.
“Los chicos de hoy no lo entienden, pero antes la música lenta tenía su momento”, explicó ya que en esos tiempos, los boliches abrían de 22 a 6, por lo cuál alrededor de las 23.30 era el horario óptimo para pasar canciones como “Escalera al cielo” (Starway To Heaven) de Led Zeppelin durante los próximos 45 minutos. El DJ explicó entre risas el trabajo minucioso que tenía que hacer para no “pinchar” el clima y hacer que las parejas (o eventuales parejas) se arrimasen a la pista. Ese era el momento.
Lleva más de 53 años distinguiéndose como uno de los mejores operadores técnicos de sonido de la región. Sin embargo, sus comienzos tienen que ver con la edición. Es decir, la artística de la radio, “Fui seleccionador de música. Hasta que hice mi programa, que ya lleva 21 años”, expresó orgulloso. “En el 86’ tuve la suerte de inaugurar las FM en la ciudad, y cambió mi vida. Empecé en FM Paraná. Recuerdo que llegué con mi bandeja y mi discografía y arranqué a trabajar. Trabajaba en la radio y aparte en los boliches. Estuve seis meses hasta que abrió la Río y de ahí no me moví más, esta es la razón social de lo que fue esa radio, que estaba en la Peatonal”, comentó Ruíz y agregó: “Seguí la mutación”.
CD's y DVD's
A lo largo de los años tuvo que cambiar distintos hábitos porque la vida lo fue llevando a mejorar su calidad de vida. “Dejé el whisky pero al cigarrillo no lo puedo dejar. Hace más de 10 años que no tomo, era un gran fanático. Editaba, con el vasito al lado”. En ese sentido, hoy el uso de la computadora le facilitó su trabajo: “Antes era una arte. Fui metiendo mano. Pablo Londero me instaló un programa y empecé a probar. Me dijo ‘Esto te va a servir en la computadora. Y así, empecé a investigar. Y Le agarré en la mano enseguida”, recordó y agregó que la digitalidad le ha sacado una parte importante del contacto con la música: el tacto: “Imaginate que tenía unos 5.000 discos. Amo los vinilos y los CD’s”. En la década del 90 comenzó a vender cada unos de los vinilos que tenía porque los fue reemplazando por los CD’s. “Hoy, tengo arriba de 2.000 y muchos DVD’s”. Es que el melómano considera que las grabaciones analógicas son superiores a las digitales. En cuanto a la calidad, está enamorado de aquellas viejas herramientas de trabajo. “Tengo casi 1.000 programas grabados en este momento. Pienso seguir trabajando de lo que tanto amo hasta que me echen”.















