La pandemia del Covid-19 y el aislamiento modificaron la vida de la población mundial. Junto a un grupo de investigadores, Santiago Resett, doctor en Psicología, egresado en Ciencias de la Educación y docente de la Universidad Nacional de Entre Ríos, buscó indagar sobre las consecuencias en un sector de la sociedad argentina; más precisamente, en lo que respecta a la dimensión psicológica. El trabajo estuvo enfocado tanto en la población adulta, como en sus respectivos hijos e hijas en edad escolar y adolescentes.
La pandemia y su impacto psicosocial según un estudio
El estudio se realizó de manera online, entre los meses de abril y principios de junio de 2020. En total fueron encuestadas 1038 personas adultas (26% varones y 74% mujeres, con edades de 18 a 92 años), mientras que 272 respondieron sobre el efecto en sus hijos. Las preguntas apuntaron a características sociodemográficas, a la enfermedad (por ejemplo, si habían padecido síntomas), el estado de ánimo y el impacto que percibían en sus hijos.
El período de tiempo promedio de aislamiento que tenían los participantes –“prácticamente sin salir del hogar”– era de 38 días. Un 1,5% de la muestra señalaba haber padecido síntomas de la enfermedad; un 33% estaba dentro del grupo de riesgo (adultos mayores, enfermedades respiratorias, etc.); y un 1%, haber interactuado con personas que habían contraído la enfermedad. Respecto a si pensaban que la cuarentena servía para prevenir la enfermedad, el 82% de las personas consideraba que era una medida acertada. Solamente un porcentaje del 4% señalaba no respetarla.
Impacto emocional
En lo referente a la economía, un 57% sostenía que sus ingresos financieros se habían visto afectados; un 7% había quedado sin trabajo debido al aislamiento. Casi un 40% había tenido algún tipo de problemas de convivencia (discusiones o peleas); para casi la mitad, sus hábitos alimenticios se habían perjudicado (comer de más, beber mucho alcohol, etc.); un 41% señalaba aburrirse en estos tiempos y un 18%, problemas severos para dormir.
Un 31% señalaba que tenía miedo de morirse “algunas veces” o “todo el tiempo”. Las personas consideradas como grupos de riesgo para el COVID –adultos mayores– presentaban mayores niveles de pensamientos relacionados con la muerte y la enfermedad. Por otra parte, también aquellas personas que sostenían que sus ingresos económicos se habían visto afectados por la cuarentena presentaban mayores niveles de ansiedad, estrés y pensamientos relacionados con la muerte.
Cambios en la vida familiar
Con respecto a las personas adultas que contestaron sobre el impacto sobre sus hijos (10% varones y 90% mujeres, con edades de 22 a 65 años), el 75% vivía bajo el mismo techo con su pareja e hijos; el 27% tenía dos hijos, el 54%, tres hijos y el resto más de tres. En lo referente al impacto psicosocial del aislamiento en los hijos e hijas, según sus progenitores, un 9% se sentía muy estresado por la situación; un 50% estaba entre algo o poco estresado; y el resto (41%) indicaba sentirse casi nada o para nada estresado. Un 19% de los progenitores marcaba que “el temor a que sus hijos se enfermen de Covid-19” era algo que los preocupaba mucho; para un 18%, era algo que los preocupaba bastante; para un 49%, constituía una preocupación mediana y, para el resto, ese hecho no los preocupaba para nada.
Al preguntar “¿cuántas veces salió tu hijo o tus hijos de la casa durante la última semana?”, un 31% señalaba que ningún día; un 35%, una vez; un 29% 2-5 veces; un 3%, 6-7 veces y el resto indicaba que había salido “varias veces al día”. Un 66% de los progenitores indicaba que sus hijos no hacían actividad física diaria o apenas unos 30 minutos. Casi un tercio indicaba que sus hijos estaban 8 o más horas diarias frente a pantallas (celulares, computadoras, etc). Por último, la gran mayoría de los padres o madres coincidían en que sus hijos habían incrementado el uso de estas tecnologías y disminuido el tiempo dedicado a las actividades físicas. omía.