La hermana Josefina Cattáneo (25 años), más conocida como “la monja tiktokera”, tiene entre sus miles de seguidores en redes a la paceña y también religiosa, Ana Laura Aranguiz (29). La bonaerense y la entrerriana entablaron una amistad durante el tiempo noviciado, allá por 2014. Desde esa época han vivido su vocación juntas, a pesar de la distancia que las encuentra en diferentes destinos pastorales: José en Córdoba y Lali en Buenos Aires.
La monja tiktokera Josefina, la hermana Lali de La Paz y una amistad a prueba de haters
Por Dina Puntín
UNO las convocó a contar su historia, testimoniar su fe y a mostrar un mundo que dista mucho de lo que se piensa de la Iglesia católica hoy, en tiempos de conectividad.
“Nuestra amistad surge por Jesús, con Jesús, para Jesús y disfrutamos de trabajar y misionar juntas donde Él nos llame. Tenemos un vínculo muy lindo, compartir mi vida con ella me hace sentir libre, a veces da la sensación de que nos conocemos de toda la vida, tenemos el toque de la empatía y complicidad, quiero mucho a Jose”, describió Ana, a lo que Josefina agregó: “Son esas amistades mágicas, de Dios, que no sabés por qué pero te sentís en casa. Con Anis –como la llama–, creo que fue un mirarnos y entendernos, un traspasar palabras y quedarnos con lo que cada una es. Y hay una canción que cada vez que la canto, pienso en ella: ‘Bendito Dios por encontrarnos, en el camino’, ‘Bendita su luz’. Para mi su amistad es milagro, es una de las personas más hermosas que me regaló Dios, acá en el convento. Compartir sueños, proyectos, luchas, desafíos, para mi es la gloria. Y saber que está, me hace sentir menos loca, o por lo menos que compartimos la misma locura”.
La última vez que se encontraron fue en marzo pasado, antes de la pandemia, en unas vacaciones comunitarias en Córdoba. Esa vez, además de ser parte de la primera profesión de las novicias Ailén y Evangelina, renovaron sus votos junto a sus familias. Sobre la distancia que hoy viven, Ana explicó que sostienen el diálogo “animándonos mutuamente, escuchándonos, compartiendo virtualmente, expresando afecto, rezando una por la otra. Es que a los amigos siempre se los siente cerquita del corazón. A veces nos pasamos hablando dos horas como si fuera un minuto y nos falta, y a veces las dos estamos con tantas cosas que no nos dan las manos, ni los tiempos, pero con un mensaje de ‘te amo amiga’, ‘que te vaya bien’, ‘rezo por vos’, ‘bancame que estoy a mil’, ‘¿cómo estás? Después te llamo!’, sabemos que estamos”.
Al momento de evaluar la repercusión masiva que tuvo su amiga desde la aplicación Tik Tok, la entrerriana relató: “Esos días me enteré con un poco de retraso ya que me encontraba haciendo retiro de silencio (en casa). Pero al saberlo, rompí el silencio para mandarle un mensajito a Jose apoyando lo que estaba aconteciendo. Lo que sentí fue alegría, pienso que es lindo que pase esto, porque en realidad, más allá de lo que hace, su persona es la misión, ella es testimonio del amor que siente de Jesús y con su frescura, dulzura e ingenio es la compañía de muchas soledades de este tiempo, las personas que no saben qué buscan o necesitan a Dios son alcanzadas por la gracia que se cuela en todas partes sin límites, por ejemplo, con la viralización del anuncio tiktoker de Jose”.
Sobre si imaginaba la fama de la “monja tiktokera”, Ana manifestó: “Había visto la mayoría de sus videos, me divertían y por lo pronto era para mí ver a Jose siendo Jose digamos. Los que la conocemos sabemos que es propio de ella hacer reír a quienes la rodean y propiciar un clima fraterno. Todo el desenlace que hubo luego no me lo imaginaba tan grande, porque ya había visto curas y religiosas haciendo esto. Así que fue una hermosa sorpresa del Espíritu y aquí en mi comunidad, con las hermanas, lo hemos celebrado y lo compartimos con las personas que conocemos. Me recuerda un texto de Mateo 5: Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo”.
Al respecto, Josefina destacó el apoyo de Ana y de la comunidad mercedaria. “Me siento muy acompañada por mi amiga, a veces le pregunto qué le parece, porque es muy kapa (sic) y su mirada me importa, me orienta y me ubica. Además, saber que está conmigo ella y mis hermanas de congregación, que me acompañan con la oración, que entienden mi urgencia por anunciar, es algo que me da mucha alegría, paz y esto me lleva a sentir a Jesús bien cerquita y a saber que todo esto es su regalo. Ellas me llaman, me escriben, me comparten la alegría que les causa, me preguntan cómo ando, me dicen que ofrecieron el rosario, la misa, todo por mí”.
Rezo por vos
El mundo virtual –como el real– está conformado también por personas que siembran malicia, critican y hasta agreden desde el anonimato que ofrece Internet. Josefina conoce el tema y sabe que los haters (los que odian) van a buscar desanimar su espíritu.
“Lo comenté una vez con Ani y la Hermana Lucía De Luca (Superiora General) y decidí que a estos comentarios los ofrezco y entrego por las personas que de verdad están sufriendo, y es por esto que no me desanima, me parece parte de la vida, y como tal, la intento recibir como viene”, expresó y agregó: “Saber que tengo varios seguidores, no me hace creérmela, sino terminar de confirmar mi hipótesis que la gente sigue con ganas de darle una oportunidad a Jesús, que Jesús todavía tiene chance en sus vidas, y eso sí que me alegra, me da paz, eso sí que es felicidad y fiesta para mi vida”.
Al respecto, Ana Laura comentó: “En mi caso no soy famosa, pero al usar las redes sociales comparto mi vida, mi fe y lo que me hace bien, porque si a mí me hace bien seguro a muchos más también. Solemos hacer vivos por el Intagram congregacional @mercedariasnj y la gente se suma. El fin de todo esto no es acumular MG (me gusta) ni seguidores para nosotras, sino para la gloria de Dios, y todo es posibilidad de sembrar la Palabra”.
Ambas dejaron su mensaje para invitar a los jóvenes a descubrir su vocación.
“Anímense a dejar el 1 por el 100% que nos regala Jesús, ¡se puede ser normal, feliz, pleno, realizado, siguiendo a Jesús! Y esto no es sólo para los curas y las monjas sino para todos, desde cada opción de vida, desde cada lugar, y a aquellos a los que Jesús los está invitando para sumarse a esto de seguirlo más de cerca, sepan que el Reino, su gente y Jesús los espera”, invitó Josefina, a lo que Lali agregó: “Así como contagiar vocación les dejamos también la inquietud: ¿le preguntaste al Señor qué quiere para tu vida, para vos, para tu plenitud? ¿Te animás a hacerlo? No importa tu edad, tu condición, Él siempre sale a buscarte para mostrarte su amor. Y como dice Jose, Él no es para unos pocos, nadie está ‘más cerquita de Dios’, porque Dios se acerca a todos. No es tan importante ‘llenar’ los conventos y seminarios, sino discernir qué vocación realmente te regala Dios, y sea cual sea animarse a decidir, dar pasos alegres y ser fieles en su llamado personal. Y si alguien con inquietudes por la consagración lee esto y siente cosquillitas: hablalo, anímate, si es tu vocación vas a ser muy pleno y feliz”.
Un testimonio presente
Diario UNO de Entre Ríos destacó la historia de Ana Laura Aranguiz a través del suplemento De Santos en febrero de 2015, año de la Vida Consagrada establecido por el papa Francisco.
El 29 de julio de 2018 la entrevistó para conocer el camino de su vocación y bajo el título “Tengo un tatuaje en el cuello, soy hermana y visto el hábito mercedario” mostró otro lado de la religión.
El año pasado, para el 19º aniversario del matutino, se publicó su opinión “Reflexión de una monja joven en tiempos de Francisco, feminismo e Instagram”; formando parte del suplemento especial “Artífices del cambio” -publicado el 12 de noviembre.