El 31 de enero se conocerá el veredicto del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa, un caso al que ya no hace falta realizar introducción y por el que toda la sociedad está en vilo por conocer la resolución para que sus padres, Silvino y Graciela, encuentren un poco de consuelo al dolor más grande que se puede sentir.
¿Qué pasará después del veredicto?
Por Fedra Venturini
El caso de Fernando levantó un velo sobre lo que sucede en la vida nocturna de todas las ciudades del país, donde los jóvenes no miden el peso de sus decisiones y mucho menos de sus puños y patadas. La historia se repite una y otra vez: una víctima muere o queda gravemente herida o con secuelas comprometidas, tanto física como emocional y psicológicamente; los videos con las violentas imágenes se viralizan, recorren las redes sociales y pasan a los noticieros. Se realizan móviles, entrevistas y análisis. Pero ahí queda todo.
La rapidez en la que circulan las noticias, consecuencia del mundo globalizado en que vivimos, hace muy difícil que las personas nos detengamos a reflexionar en la gravedad de lo que sucede y que nos preguntemos: ¿de dónde viene este problema? ¿Cuál es su raíz? ¿Desde qué lugar podemos solucionarlo?
La respuesta a la primera pregunta va más allá de la juventud “perdida”, la locura, la irracionalidad y la noche; para dar con ella hace falta hacer una autocrítica en las relaciones sociales actuales y no reducir los testimonios, chats y el proceso judicial a simple “salvajismo”. Según las palabras de Juan Branz, doctor en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata, “El asesinato de Villa Gesell fue la consecuencia de la decisión de un grupo de jóvenes que aprenden, miran, sienten y actúan como deben”.
El comunicador, quien se doctoró gracias a una investigación en torno a la clase social, el deporte y las masculinidades, invitó a reflexionar desde un punto de vista que pocas veces se dialoga: cuando se juega un deporte que normaliza la violencia y cuando se la inculca de forma indirecta como un modo de solucionar problemas o enfrentar frustraciones, es “natural” que los culpables vean sus actos como “pelea en la cancha”, no un ataque brutal a un joven por una simple bebida derramada en un local bailable repleto de gente.
Tomás Hodgers, rugbier que días después del crimen de Fernando, escribió una carta abierta donde admite que el deporte que practica está rodeado por un “narcisismo colectivo, por este convencimiento ficticio que tenemos de nosotros mismos” . Hizo énfasis en tomar la responsabilidad de la problemática interna que existe en el deporte es necesaria para denunciar, frenar y sobre todo dejar de encubrir a quienes cometen estos crímenes. Esto fue hace tres años y, lamentablemente, las cosas no cambiaron demasiado por los hechos de violencia que aún presenciamos.
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Alejandro Muñoz, ex jefe de seguridad del boliche Le Brique, donde ocurrió el asesinato, dijo: “El crimen de Fernando cambió todo” en la vida nocturna de Villa Gesell, pero debería ser el principio de un cambio más grande, no sólo en las noches de diversión durante el verano. El veredicto llegará, los responsables deberán responder en la cárcel por sus actos, pero es hora de empezar a pensar en qué pasará después del veredicto.