Lo sucedido en Brasil recientemente, debe ser ampliamente repudiado por todos los sectores. No se debe permitir ningún tipo de violencia contras las autoridades elegidas democráticamente. Se debe rechazar y ser muy claros, que no está permitido bajo ningún tipo de concepto avanzar con un golpe de Estado.
La defensa a Brasil por amiguismo o conveniencia
Por Javier Aragón
Y en buena hora que el Presidente Luiz Inácio Lula Da Silva recibió el apoyo de la gran mayoría de los mandatarios del mundo.
Como siempre, y más allá de los prejuicios y campañas de desprestigio, la Justicia y solamente la Justicia deberá aclarar hasta las últimas consecuencias qué sucedió en la capital de Brasil, donde misteriosamente dos guarniciones militares “liberaron” los edificios donde reside el poder Institucional, para que miles de manifestantes destrozaran y vandalizaran todo lo que quisieran.
Cuesta creer que esta serie de actos de violencia hayan sido aislados, descoordinados y sin ningún tipo de organización.
Los detenidos deberán responder ante la Justicia, como también los autores intelectuales, que podrían estar ligados con el gobierno de Jair Bolsonaro.
No hay nada que aceptar de parte de los violentos, a la hora de intentar justificar por qué pasó lo que pasó. Nada justifica la violencia, nada. Ni la posibilidad de un posible fraude en las recientes elecciones, ni algunas medidas tomadas por el legítimo presidente asumido hace pocos días. De allí que Lula debió tomar acciones duras, desde la intervención de las fuerzas de seguridad de Brasilia, hasta controlar bien de cerca posibles nuevos incidentes en el vecino país.
En estos procesos de violencia, no deben colarse ni las ideologías y menos las grietas que pueda existir en Brasil, o en Argentina, como lamentablemente, algunos comenzaron a meter.
El impresentable Canciller de nuestro país, intentó ligar al intento de golpe de Estado en Brasil a Juntos por el Cambio o al expresidente Mauricio Macri. Su cargo debería estar por arriba de las política barata de Argentina, pero el vicio de estos últimos años lo puede.
Si bien Macri y algunos referentes de la oposición son tan o más impresentables que el Canciller, no se entiende porqué en un problema internacional se merece incorporar la politiquería chiquita de un país.
Lo mismo ocurrió con el Mundial de Fútbol en Qatar, donde se perdió tiempo hablando de la mufa y otras consideraciones bien lejanas a la realidad.
Con la misma fuerza en repudiar el intento de golpe de Estado sufrido por Lula, se debería tomar para otras situaciones similares en America o el resto del mundo.
Argentina, recientemente no ha quedado bien parada con el tema de Derechos Humanos en China, Cuba, Nicaragua o Venezuela. Por el contrario hizo silencio ante severos cuestionamientos internacionales.
Sería lamentable que se mire para el costado, cuando son asesinados ciudadanos por, simplemente pensar distinto.
La posición de Argentina fue firme con respecto a Brasil, y es lo que correspondía, pero no tuvo la misma postura cuando en Chile se produjeron violentas movilizaciones que intentaron atacar el orden institucional. Claro, había un presidente que tenía el pecado de ser de derecha. Lo mismo ocurrió con los hechos de violencia en el anterior gobierno de Colombia.
La posición de Argentina fue la de justificar la violencia ante la falta de respuestas a los justos reclamos de la población. Se habló en nuestro país de represión y de salvajismo para ordenar las calles en Chile.
El presidente Lula ordenó reprimir, que no es una mala palabra, para garantizar el orden institucional, y nadie se rasgó las vestiduras por la intervención militar, que era necesaria. Diríamos que una vez más el gobierno argentino actúa de acuerdo a sus postulados ideológicos, y tal como están las cosas, siempre quedó enredado en sus internas y miserias, sin importar que las decisiones que toman son en representación de un país, y no de un sector político.
Una invasión a un país, para destrozarlo a bombazos también debe ser repudiado, y no como hizo esta gestión, que coqueteó con el presidente de Rusia para -graciosamente-, no censurar en un principio, la matanza de civiles y la destrucción de ciudades.
La ideología es para las casas partidarias, los actos de gobiernos deben sobrevolar y partir de resoluciones inteligentes, justas y de sentido común, y no por amiguismos o simpatías.
La institucionalidad siempre se deberá defender, lo mismo que el Estado de Derecho y la propia Democracia.