La mentira del yaguareté duró menos de 24 horas. El periodista y pescador Pablo Barzola, de Cerrito, inventó que había filmado a ese animal extinguido en Entre Ríos al salir del río Paraná con una enorme boa curiyú entre los dientes, trepar de un salto la barranca y perderse en un monte en una zona entre Pueblo Brugo y Curtiembre. Quiso ser una picardía. Fue una fake news.
Fake News y el salto del yaguareté
Por Alfredo Hoffman
El autor de la noticia falsa tuvo sus cinco minutos de fama, hasta que rápidamente fue desmentido por estudiosos de la fauna autóctona y se vio obligado a asumir la mentira. La grabación en realidad había sido hecha en Brasil, en la región de El Pantanal.
“Se viralizó el video sin marca de agua a través de las redes y me llegó a mí como me llegan muchas imágenes de pescadores y de gente de todos lados. Como estaba bueno el video y el paisaje era muy similar a los lugares donde yo voy a pescar, vi una oportunidad de publicarlo para de alguna manera sacarle rédito”, dijo el hombre mirando a cámara en la transmisión en vivo que hizo a modo de confesión.
“Con toda la picardía publiqué ese video diciendo que yo lo había visto al yaguareté”, continuó. Aseguró que mintió para llamar la atención y que “le den un poco más de bolilla” a esa zona de Entre Ríos donde hay destinos turísticos que tienen como eje a la pesca. En definitiva, su explicación fue que buscó “hacer conocer” esos lugares, algo que se jactó de haber conseguido, porque el video tuvo repercusión en “toda Latinoamérica”.
Barzola tal vez pensó que su “picardía” no le haría mal a nadie, pero provocó un cimbronazo. En un mundo amenazado por el cambio climático, donde la fauna autóctona retrocedió primero por la caza y luego por el avance acelerado de la agricultura a gran escala que impone el modelo extractivista, su mentira generó falsas expectativas en algunos que le creyeron y causó indignación en quienes dedican su vida a la defensa de la biodiversidad y del derecho a vivir en un ambiente sano.
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Será seguramente un episodio que pronto quedará en el olvido. Pero conviene tenerlo en la memoria para entender qué fácil resulta construir una fake news y cuánto puede expandirse rápidamente como si fuera cierta. No se trata solo de la necesidad de “chequear” la información, porque no fue un mero trascendido, o un off de récord: fue el propio Barzola quien salió por los medios de comunicación asegurando haber sido el autor del video y que lo había registrado acá nomás, entre Brugo y Curtiembre. Se trata más bien de un fenómeno de nuestra época, donde las redes de comunicación poseen características que permiten la circulación de aparentes verdades con la velocidad de un click.
Detrás de las fakes news puede haber diversos intereses. En este caso, según dijo Barzola, su objetivo era difundir los destinos turísticos de la costa del río Paraná. O se podría decir que también buscó hacerse conocido él. A diario se ven en las redes sociales otros ejemplos de estas farsas que buscan imponerse como verdades, con fines mucho más dañinos, sobre todo en el terreno de la política. Se hacen para provocar desánimo, bronca, indignación sobre determinados temas de interés social. Para perjudicar a algunos o para beneficiar a otros. Para desprestigiar o para enaltecer. En definitiva, con estas maniobras se busca conducir la opinión pública hacia una dirección, no bajo la fuerza de la argumentación sino con el engaño como método.
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Cuando las fakes news tienen ese nivel de organización, cuando están orquestadas estratégicamente con esos fines e incluso pasan de las redes sociales a los medios tradicionales, ya no se trata de meras picardías como las de Barzola sino que constituyen verdaderas campañas de desinformación. Las consecuencias son todavía más terribles: se puede inducir a la población a intoxicarse con un producto que supuestamente previene el Covid-19 o construir a alguien como delincuente y a otro como víctima. Y todo con la misma facilidad del cuento del pescador y la misma rapidez del salto del yaguareté.