El campeonato de la Copa de la Liga Profesional de Fútbol 2024 ya está en marcha y pocas veces, o casi nunca, hubo tan pocas expectativas por un campeonato –salvo para los simpatizantes de Independiente Rivadavia de Mendoza y Deportivo Riestra que tendrán su estreno en la elite–, que año tras año viene sufriendo un declive cada vez más pronunciado. Las razones son muchas y algunas están a la vista de propios y extraños, menos (así pareciera) de quienes comandan los destinos del deporte más popular, pasional y hermoso del planeta.
¿El peor campeonato de la historia?
Por Víctor Ludi
Prensa Instituto de Córdoba
Instituto y Deportivo Riestra abrieron un campeonato que genera poca expectativa.
Más allá de que en el fútbol existe un microclima económico muy por encima del promedio de la población, éste no está exento de la difícil realidad que se vive en el país. Por eso las joyas que continúan surgiendo de las canteras duran menos que un suspiro en sus clubes. Ante las primeras ofertas a las instituciones se les hace imposible retenerlos.
Quienes tienen una mayor proyección pueden esperar el ofrecimiento de algún club europeo; mientras que aquellos de menor jerarquía no dudan cuando los buscan de ligas con mucho menos historia pero más fuertes económicamente como las de México o Estados Unidos.
Incluso dentro de Sudamérica, donde ya resultaba imposible competir con una potencia como Brasil, es cada vez más común ver cómo jugadores de un promedio de edad más avanzado eligen jugar en Ecuador, Chile o Paraguay.
Y desde el otro lado del mostrador, a nuestros clubes les es casi imposible traer jugadores de jerarquía, a no ser que estos muestren el deseo y la voluntad de resignar dinero por venir a jugar a la Argentina.
La mayoría de los equipos no tienen figuras ni referentes en sus planteles. Eso quedó casi en el pasado. Pero limitar la triste realidad de nuestro fútbol pura y exclusivamente a la economía del país sería ver el árbol que tapa el bosque. La realidad del espantoso momento del fútbol argentino tiene varias aristas. El exceso de equipos en cada categoría, los constantes cambios sobre la marcha que generan más dudas que certezas y las irregularidades arbitrales (algo que ocurrió siempre), sobre todo con la implementación del VAR y su polémico uso, conforman este combo de mala calidad que consumimos casi todos días –y no decimos los fines de semana porque la cantidad de partidos no entran en sólo dos días–.
Desmenuzando el concepto anterior, es insoslayable hacer mención al exclusivo campeonato de 28 equipos. En ningún lugar del mundo el certamen principal tiene tantos participantes, y muchos de estos no cuentan con la calidad, la historia ni la infraestructura necesaria para jerarquizar la competencia. Lo mismo ocurre con las divisiones de ascenso, que sufren una sobrepoblación que conforman torneos largos, difíciles y muy malos.
A eso se le suman las improvisaciones sobre la marcha y los continuos cambios sin ningún tipo de sustento. La anulación de un descenso en la pasada temporada o lo que ocurrió con Patronato, que de la noche a la mañana le impidieron formar parte de la final en Abu Dabi para inventar una nueva copa nacional, son algunas pocas muestras de las desprolijidades a las que estamos acostumbrados.
En contrapunto, el excelente presente de la Selección Argentina –sí, debemos darle el crédito a Chiqui Tapia que metió un pleno jugándosela con un inexperto Lionel Scaloni como DT– es un fuera de contexto muy difícil de argumentar. Es imposible explicar cómo conviven la mejor selección del momento con un fútbol argentino tan mediocre. La Scaloneta le dio crédito a la dirigencia de la AFA, pero se está acabando, y la paciencia de la gente. Quienes somos futboleros disfrutamos con la selección, pero mucho más lo hacemos con nuestros clubes y con nuestro fútbol. El último mercado de pases fue más que pobre. Los clubes incorporaron poco y/o barato. Las expectativas son muy bajas y es difícil imaginarse que alguno de los equipos argentinos pueda ser protagonista (ganarla mucho menos) de la Copa Libertadores de América. Entonces se me ocurre una pregunta, que en pocas semanas puede ser una afirmación... ¿Se viene el peor campeonato de la historia?