La histórica planta láctea La Suipachense, ubicada en la localidad bonaerense de Suipacha y con más de 75 años de trayectoria, atraviesa una de las peores crisis desde su fundación. Desde la semana pasada, sus 140 empleados, respaldados por el gremio Atilra, asumieron la administración de la fábrica ante atrasos salariales, deudas millonarias y una fuerte caída en la producción. La empresa, de capitales venezolanos, calificó la medida como una “toma forzada” y advirtió sobre las consecuencias.
Industria láctea con 140 trabajadores al filo del cierre
Unos 140 trabajadores en vilo por su empleo tomaron el control de la planta láctea La Suipachense que tiene deudas millonarias y podría cerrar
Unos 140 trabajadores en vilo por su empleo tomaron el control de la planta láctea La Suipachense que tiene deudas millonarias y podría cerrar
Unos 140 trabajadores en vilo por su empleo tomaron el control de la planta láctea La Suipachense que tiene deudas millonarias y podría cerrar
Unos 140 trabajadores en vilo por su empleo tomaron el control de la planta láctea La Suipachense que tiene deudas millonarias y podría cerrar
En su mejor momento, la planta procesaba 250.000 litros diarios de leche, pero la cifra se redujo a 180.000 hace un mes y medio y actualmente apenas alcanza los 40.000 litros. El sindicato sostiene que la intervención busca garantizar el funcionamiento básico y el pago de salarios, luego de que en julio y lo que va de agosto se agravaran los retrasos en los haberes y en los pagos a proveedores, lo que derivó en el corte del suministro de insumos y materia prima por parte de la mayoría de los productores.
La crisis financiera es crítica
La planta requiere cerca de $3.000 millones mensuales para operar, pero actualmente ingresa unos $500 millones. Con este nivel de recursos, informó La Nación, es imposible pagar simultáneamente a empleados y productores. De los 180 tamberos que abastecían a La Suipachense, solo 40 continúan entregando leche, mientras crecen las versiones de un corte inminente de electricidad y gas natural por falta de pago.
El conflicto también golpea a la comunidad de Suipacha, donde la planta es un motor económico clave. Comercios y proveedores han restringido el crédito ante las deudas acumuladas, y el temor a un cierre definitivo se extiende entre los 12.000 habitantes. “Para el pueblo, el cierre sería un golpe durísimo”, señalaron desde el gremio.
A la espera de un inversor que aporte capital de manera urgente, el futuro de La Suipachense es incierto. Gremio y empresa mantienen posturas enfrentadas sobre la administración y el origen de la crisis, mientras la cuenta regresiva avanza. “Es una bomba de tiempo”, advierten trabajadores y vecinos, que temen que la producción se detenga por completo en las próximas dos semanas.
Para Carlos Fernández, delegado del grupo empresarial, “hay una toma forzada y muy perjudicial por parte del gremio, con apoyo de algunos trabajadores, que se apropiaron de las operaciones comerciales, financieras y logísticas usurpando la planta y contraviniendo la dirección de la empresa”.
El ejecutivo reconoció que esta semana la producción ha caído considerablemente, pero que eso es producto de que “el sindicato se ha hecho de los recursos y lo dispuso a su manera y dejó de pagar a los tamberos“. "Nos llama la atención esta toma cuando solo está incompleto el pago de haberes de julio, que se debería haber abonado el 7 de agosto y no se pudo completar”, indicó.
En este contexto, en el sector lácteo, se sabe que los productores suelen retirar su producción ante señales de problemas financieros para evitar impagos. “Cuando se enteran que una fábrica está en problemas, dejan de entregar leche. Es distinto a otros insumos: acá la producción es diaria y perecedera que si te cortan se terminó tu fuente de insumos”, señaló.
El gremio Atilra tomó la administración, no por un paro, sino dijeron para garantizar el funcionamiento básico y pagar salarios. “Generalmente viajan, pero esta vez se fueron y no dieron señales. Los han llamado y no respondieron”, contó la fuente.
La intervención del sindicato busca, indicaron, sostener la operación con los recursos disponibles y la poca materia prima que ingresa. “Esto tiene un final complicado a muy corto plazo”, reconocieron.