Sergio Fiszson es un pensador que programa, profesión que considera ya desaparecida y sin sentido, y por eso la entrevista transitó por ámbitos aparentemente inconexos tales como el ajedrez, la informática, las enseñanzas chamánicas de Carlos Castaneda y los impredecibles alcances de la inteligencia artificial y la economía digital. Como corolario, explicó qué significa y para qué sirve el país, Bitinia, cuya arquitectura filosófica y digital él mismo creó con la ayuda de la IA.
Sergio Fiszson: "Vi el inicio de la programación y ahora estoy viviendo el final"
Entrevista con Sergio Fiszson, desarrollador. Ajedrez, IA y momento orgásmico. La guía de Castaneda. El final de los estados y el mundo virtual.
Por Julio Vallana
Sueño de jubilado tras la programación
—¿Dónde naciste?
—En Capital Federal, Flores, donde viví hasta 2016.
—¿Cómo era en tu infancia?
—Un barrio populoso y con muchas escuelas. Vivía a dos cuadras de la iglesia San José de Flores, la del papa Francisco. Ahora es una zona muy comercial.
—¿A qué jugabas?
—Al fútbol, al tenis, hice natación y artes marciales, y al ajedrez comencé a los seis años. Decía que quería jubilarme para ir a la plaza a jugar con los viejos al ajedrez. Jugaba con mi primo y con mi abuelo materno, quien era conocido y jugaba con (Miguel) Najdorf. Mi abuelo nunca me quería ganar y me daba tablas.
—¿Quiénes fueron los ancestros llegados a Argentina?
—Mi abuelo paterno era polaco y el materno, hijo de ucranianos y rusos, vinieron por Alemania, pero una generación anterior a la de él.
—¿Mantuvieron tradiciones?
—Poco; había algunas teteras rusas. Somos judíos de origen pero tenemos mezclas en la familia y festejábamos la navidad. Mi viejo, después y con su nuevo matrimonio, se hizo más religioso.
—¿Qué actividad profesional desarrollaban tus padres?
—Él, médico, y mi vieja, kinesióloga y luego se orientó a lo comercial, por cuestiones familiares y al morir mi abuelo.
El ajedrez, arte infinito
—¿Lo trataste a Najdorf?
—No; una vez, en un torneo, lo tuve detrás de mí mientras estábamos en una posición muy loca y yo tenía que jugar.
—¿Con quién aprendiste los fundamentos básicos?
—Con mi primo, mi viejo, mi abuelo y los libros de Roberto Grau.
—¿Te dedicabas mucho?
—Desde los 13 años no hacía otra cosa. Los sábados a la noche lo prefería antes que salir con mis amigos, quienes me insultaban de arriba hasta abajo (risas).
—¿Cuándo entendiste la esencia?
—No sé si la entiendo; es un arte, infinito. Después del tercer libro de Grau, conociendo las estructuras de peones, comencé a entender. Fallaba en la práctica, porque no iba a clubes, lo cual comencé a hacer más de grande. En 2019 fui revelación.
—¿Una partida?
—Cuando gané un torneo en Santa Fe, en 2016, porque fue contra un gran jugador como Antonio Maset (campeón mundial aficionado).
—¿Apertura y defensa predilecta?
—Abro con peón dama (d4) y juego mucho la Defensa Grünfeld.
—¿El futuro del ajedrez con la IA?
—No importa ni me interesa para nada; ya existen torneos de nerds entre máquinas, pero el ajedrecista no busca la verdad sino el placer. Es como el arte.
—¿Un gran maestro no puede hacer contacto entre estos dos universos?
—No, juegan a otra cosa. Ni (Magnus) Carlsen puede enfrentar a una maquinita, porque es otro nivel.
—¿Qué le falta a nuestro cerebro?
—Nada, es perfecto.
—Me refiero ante aquella situación.
—Anticipación, volumen de datos y profundidad de pensamiento. La máquina puede ver con claridad y al instante 30 o 40 jugadas hacia adelante. No tiene ninguna utilidad porque es algo vacío.
—¿Tu momento orgásmico?
—Cuando gano un final, porque es música clásica, mientras que el medio juego es rock and roll.
—Hay que estudiar resolución de finales…
—Es muy duro y cada pequeño movimiento es de un nivel de sutileza que es arte puro.
—¿Cuándo lo sentiste como arte?
—Cuando entendí los finales. Están bastardeando al juego porque con las modalidades rápidas se pierde el proceso, que es donde está el goce. Cuando jugás con otra persona creás una historia, que se la pierden por jugar rápido. La inmediatez es un problemón.
Castaneda, guía espiritual
—¿Sentías una vocación?
—Quería ser astronauta; fuimos a Cabo Cañaveral y vimos la Apolo XI. Pero no lo intenté porque había que estudiar mucho y ser piloto, y por el ajedrez. En esa época no podías darte el lujo de abrirte del curso que planteaba mi familia.
—¿Materias predilectas?
—Filosofía.
—¿Leías?
—Poco. Lo más importante que leí desde los 15 años, varias veces, fueron los libros de (Carlos) Castaneda. Leo sobre cuestiones históricas y no me gusta la ficción.
—¿Qué te reveló la obra de Castaneda?
—Hizo lo que soy ahora, porque es mi guía espiritual y siempre aprendo. Me llamó la atención su estudio sobre las plantas alucinógenas, aunque nunca tomé nada. Me preguntaba sobre qué somos capaces de percibir y cuál es la realidad.
—¿Una primera respuesta?
—Los movimientos del punto de encaje (posición de nuestra percepción y conciencia en el campo de energía que nos rodea).
El futuro actual
—¿Estudiaste al terminar la secundaria?
—Hice diez materias del CBC de la UBA, de Filosofía, Sociología y Antropología; me metí en Sociología, cursé hasta tercer año y me fui, porque no me interesaba ser sociólogo, sólo entender la sociedad. Los únicos tres temas que me interesan son la vida, la muerte y el universo, como dice Castaneda en La rueda del tiempo.
—La sociología no alcanzaba para eso.
—Claro, hasta ahí no llegaba; primero había hecho Filosofía.
—¿Qué hiciste luego?
—Me puse a trabajar, haciendo y vendiendo bijouterie no artesanal en Once, y después ingresé a una empresa relacionada con canales de cable, en el área de computación. Desde antes ya programaba, porque en casa había computadora. Tenía habilidad lógica y para los aparatos. A los 16 años tuve un amigo, un genio, que programaba y hacíamos proyectos, aunque nunca salieron. Recibía un newspaper de Estados Unidos y en esa época me explicó sobre algo llamado correo electrónico. Terminamos haciendo un sistema de email. Vi el inicio de la programación y estoy viendo el final.
—¿Qué hitos considerás en ese lapso?
—Junto con el correo, las redes, el modem, un antes y después, internet masivo, el e-commerce, por la naturalización de la compra y venta en internet, y la inteligencia artificial.
—¿La informática cuántica?
—No es un tema entre los desarrolladores ni en el ámbito de la programación. Aún parece materia de estudio de hardware y se está explorando. Es un poder de cómputo que no podemos pensarlo y lo veo lejos.
—¿Se pueden prever tendencias?
—Es muy difícil porque el mundo se manifiesta nuevo. Cuando intentamos definir el futuro, en general, se mira con el espejo retrovisor.
—¿Qué te resulta increíble del paradigma actual?
—La globalización de todo, por la llegada inmediata a cualquier lado, y el cambio de narrativa y cultural que genera.
—¿Estudiaste formalmente informática?
—Hice un curso en el IAC pero terciario no estudié. Para un concurso, con un compañero, hicimos un editor de textos para ciegos y le hice grabar a mi hermana 516 audios para la aplicación.
—¿Dónde radica el componente creativo de un programador?
—Es un solucionador de problemas, lo cual también es un acto creativo que demanda inspiración y disponibilidad de tiempo, al menos hasta ahora.
—¿Una solución extraordinaria de los últimos días?
—Una que intenta detectar automáticamente las fake news. En el mundo financiero han resuelto cosas difíciles y resulta muy accesible para cualquier persona.
—¿La mayor cantidad de tiempo que estuviste frente a la computadora?
—Hace un par de domingos, desde las 8.20 hasta las 23.30, aunque paré para comer. Cuando encontrás el hilo de una solución, todo se desarrolla con naturalidad.
—Tu señora, feliz…
—No estaba, ni mis hijos. Hacía tres meses que quería solucionar eso, y lo hice en un día.
—¿Cómo integraste la IA?
—Me encanta. Los lenguajes y formas de trabajo en la web cambian permanente y rápidamente, así que para un programador viejo como yo es una herramienta extraordinaria, porque no necesito saber la sintaxis de lo nuevo. El trabajo nuestro terminó porque no tengo que hacer nada y la máquina hace lo que quiero.
—¿Para qué estudian tres o más años?
—No entiendo muy bien y es un desafío. Programar como antes no tiene sentido, aunque muchos programadores recién se están enterando. La IA controla tu editor de textos y hace todo, lo cual es una maravilla porque no se equivoca nunca. Hago sistemas de gestión con lenguajes que no conozco en profundidad.
La maravilla de BTC y ETH
—¿Cuál fue la primera aproximación a la economía digital?
—En 2015 estaba por venirme a vivir a Monte Vera, en Santa Fe, así que renuncié a mi trabajo y decidí meterme en el mundo financiero para generar ingresos en la transición. BTC me parecía un juego, entré a coinmarketcap.com y fue como hacerlo en el país de las maravillas. Más cuando leí el protocolo de BTC, que es lo que importa. Quedé muy impresionado porque no podía creer lo que se estaba haciendo, al igual que con Ethereum (ETH; sistema blockchain de código abierto) cuando vi que se podía programar sobre eso.
—¿Por qué vivís en Paraná?
—Porque es el paraíso y la familia de mi mujer es de acá.
—¿Quién y cómo pudo crear BTC?
—No creo que alguien lo haya hecho, porque es imposible. Es un proceso de décadas de estudio, acumulación de conocimiento y de intentar solucionar un problema. Finalmente uno da el cierre. No sé si existe Satoshi Nakamoto. Creo que es un desarrollo militar más que otra cosa. El manifiesto de BTC es una preciosura técnica por ser tan perfecto.
—¿Cuál problema?
—La trasmisión de valor sin un tercero de confianza que lo valide.
—Ethereum tiene la fortaleza para ser la base de las finanzas descentralizadas.
—Sí, está bien orquestado. BTC será una moneda o reserva de valor y las otras redes tendrán otras funciones. ETH, donde ya hay mucho dinero puesto, quedará con su función financiera, permitirá muchas transacciones y no necesariamente será barato. Habrá otras como Cardano (ADA) más orientadas a la gobernanza y Solana (SOL) a los juegos.
—¿Tiene sentido un mercado con millones de criptomonedas, como el actual?
—Es inmanejable, porque la gente está incentivada a generar mucha basura, como los chicos, porque es fácil crearlas. En cinco minutos tenés un token. Quedarán pocos, habrá una decantación natural y la gente aprenderá cada vez más.
—¿Cómo le explicarías a tu tía la tokenización?
—Es digitalizar el derecho de propiedad sobre algo y llevarlo a la red para movilizarlo con facilidad. Como todo, se está exagerando. Los NFT (un tipo especial de activo digital) no me gustan.
Virtualidad y límites
—¿Lo virtual ahora es “lo real”?
—Según Castaneda este mundo también es virtual, una ubicación del punto de encaje, y habrá otros tan reales como éste. Pasamos del reino natural al digital, pero no es lo mismo y no hay que exagerar, ya que tiene sus limitaciones. No será un mundo tan real como éste, porque hay cosas que el ser humano no puede crear ni forzar.
—¿La IA no lo superará?
—No. Nos quieren amenazar y nos tienen en estado de alerta. El miedo es maravilloso, funciona y antes caía en la trampa. Espero que el mundo caiga porque lo hice en 2000, con el calentamiento global, con el 2012 de los mayas, el grosero sometimiento por el Covid, que les salió muy bien… Ahora es la variante Frankenstein y que la IA nos dejará sin trabajo y nos matará. La inteligencia sin voluntad no tiene ninguna utilidad; piensa pero no sabe hacerlo, y le falta voluntad y deseo. Si le das libertad es tonta y hace cualquier cosa.
—¿Qué considerar en lo digital en cuanto a la seguridad?
—Es difícil. No sé cómo será el futuro. Tal vez lleguemos a un punto en que no importe el beneficio económico porque con la IA tenemos un nivel de producción de bienes y servicios con el cual el mundo se dirige a ser extremadamente rico, aunque nos digan que somos pobres.
—¿Y el actual nivel de jóvenes que no saben leer ni comprenden?
—Es en Argentina, que sufrió una catástrofe, pero no en todo el mundo.
“Hay una identidad previa a la que otorga el Estado”
Fiszson, desarrollador en la consultora de economía digital Menter, explicó filosófica y operativamente los alcances de bitinia.org, un “reino” que creó para ofrecer soluciones al desfase entre el mundo cripto y la arquitectura legal de los estados nación.
—¿Cómo lo definís?
—Es el resumen y producto de todo lo que te dije en cuanto a la filosofía y la sociología, porque Bitcoin (BTC) es todo lo que la gente no sabe de tecnología, dinero y libertad.
—¿Para qué lo creaste?
—Hay un problema con los estados, intentando forzar la entrada y captación del mundo cripto, en sus modos y estructuras, cuando inherentemente les es ajeno y supera en tamaño. BTC no tiene fronteras y sin embargo se lo tratan de apropiar. Lo intentaron prohibir…
—Y destruir.
—Pero no han podido y tratan de asimilarlo, lo cual no se puede hacer por el origen de BTC. O cualquier criptomoneda creada por la comunidad o un privado.
—BlackRock es tremendamente más poderoso que muchos estados agrupados.
—Seguro, pero tampoco lo puede detener y se lo trata de apropiar, pero no importa, porque si no es BTC será otro.
—¿Una nueva bifurcación?
—¡Claro! El problema de BTC es que cualquier privado es dueño de su valor y todavía no llegamos a la explosión de ese problema. Estamos llegando a la etapa final en la cual se dará una colisión que será irremontable. Mi idea fue hacer un país para BTC; no niego a Argentina sino que intento crear un reino global digital que pueda interactuar con los estados nación, los cuales tienen poco sentido.
—¿Quién puede “habitarlo”?
—Todos. Es un país abierto y descentralizado, ya está en la web aunque sigue en desarrollo. No es un país para tener una ciudadanía sino que partimos de que antes de ser Sergio soy otra cosa. El niño nace y ya existe, viene la familia, le pone un nombre y el Estado le pone un número y lo limita. Hacemos el país para el niño que nace, antes de la definición estatal y por eso hablamos de seres naturales. Los BTC, ETH o cualquier moneda que supere a los estados, les pertenecen a esos seres naturales y no tiene por qué ser declarado, porque pertenece a otro ámbito, que convivirá con otros ámbitos. Si tengo mis BTC en Bitinia me permitirá certificarlos, declararlos y exportarlos hacia Argentina para venderlos. No hay Estado, no hay castigos, sino incentivos, basados en la Teoría del juego, que son lo único que funciona. La democracia falla permanentemente, entonces es crear un país que funcione.
—¿Cuál es el servicio?
—Que habrá un mecanismo legal para una inmensa cantidad de valor que está fuera de los estados, en negro. Estamos tratando de reconocer el mundo mayor que los estados, darle un marco jurídico y permitir el intercambio de bienes y servicios entre ambos.