Francisco González jugaba al básquet como su papá que es exbasquetbolista. A los 7 años no podía dormir y evidenciaba movimientos bruscos de piernas y manos. Sus padres preocupados lo comenzaro a llevar a los especialistas de su ciudad, Gualeguaychú y también de Buenos Aires. Fue en el Hospital Garraham donde le diagnosticaron Síndrome de Tourette. Esta conclusión fue el puntapié para brindarle a Fran las herramientas necesarias para llevar adelante una vida de buena calidad. Así lo describió su papá Juan Carlos González en diálogo con UNO.
La arquería lo ayudó a convivir con el Tourette
Por Dina Puntín
Gentileza familia González Daneri
Arco y flecha. Francisco encontró en la arquería postura, respiración y concentración.Seguridad. Francisco ganó en confianza y autoestima.
Gentileza familia González Daneri
Arco y flecha. Francisco encontró en la arquería postura, respiración y concentración.
Gentileza familia González Daneri
Arqueros. José se acercó al deporte por iniciativa de su hijo Francisco.
"El tourette empieza entre los 6 y 9 años, nunca da señales antes", explicó el papá, que es docente jubilado de educación física.
Cada caso es particular, propio, pero tiene características comunes que permiten elevar un diagnóstico: "El síndrome de Gilles de la Tourette es un trastorno caracterizado por movimientos repetitivos o sonidos indeseados (tics) que no se pueden controlar con facilidad. Por ejemplo, la persona afectada puede de manera repetida parpadear, encoger los hombros o emitir sonidos raros o palabras ofensivas. Si bien el síndrome no tiene cura, se puede tratar. Muchas personas con Tourette no requieren tratamiento porque los síntomas no son molestos. Los tics suelen disminuir o controlarse después de los diez años", detalla Mayo Clinic, líder mundial de atención médica, investigación y educación.
Fue así que Francisco tuvo que adquirir nuevos conocimientos para llevar el Tourette de la mejor manera. "Entre las herramientas que le dimos está la psicopedagoga, el terapista físico, que fueron ocupando dos años de su vida. Cuando quiso volver al básquet sus compañeros estaban a años luz de aprendizaje y cambios motrices, entonces buscamos algo que lo ayude con la respiración, la postura y la relajación, hizo yoga infantil hasta que nos acercamos al tiro con arco", contó José.
Fue en el club Carpinchos de Gualeguaychú donde conoció la arquería y se entusiasmó. "Deportivamente se dio algo muy lindo. Al principio Fran se acercó al básquet por mí y ahora se dio al revés, yo empecé a practicar tiro con arco siguiéndolo a él".
A Francisco le gustaba estar con otros chicos antes del Tourette, después se retrotrajo y perdió en confianza a partir de los síntomas que comenzaron a presentarse. En la escuela le costó la motricidad fina, por ejemplo, escribir en cursiva. Sin embargo no tiene adaptación curricular porque el establecimiento educativo lo apoyó y mostró apertura cada vez que fue necesario.
Y ese niño tímido que no miraba a los ojos, no hablaba mucho, cambió a partir de la seguridad que fue construyendo en el deporte.
"Primero arrancamos con el aprendizaje, luego la competencia provincial, después vino el parate de pandemia y no lo llevé por el tema de contagios. El año pasado retomamos a mitad de año, como se podía. Fran comenzó a sumar podios y cuando regresaba a la escuela lo hacían pasar al frente, tiene mucho apoyo escolar. Se sintió importante y pasó de ser el chico que estaba a un costado solito, desalineado porque le costaba prenderse los botones o atarse los cordones, a encontrar un lugarcito en la escuela; del chico súper introvertido a pedirle permiso a la maestra para ir a hablar con la directora, para organizar una muestra de arquería a los compañeros. Y así se hizo la demostración, tiraron los alumnos, las maestras. Francisco ganó en confianza y empezó el progreso. Es un chico muy dulce. El síndrome lo había diezmado como personita y el tiro con arco lo ayudó a reconstruirla".
Junto a Alicia Daneri, la mamá de Francisco, viajan a donde se organicen los torneos. "Al final terminamos tirando yo con 57, Francisco que tiene 12 y mi sobrino de 32 años. Donde sea viajamos los cuatro. La arquería es muy familiar. En un torneo vas a ver que tiran varones y mujeres, desde 5 o 6 años hasta la edad que pueda tomar un arco. La gente se ayuda, no es un deporte egoísta. A vos se te rompe una flecha, te prestan; si perdés se te acercan y te abrazan, te dan buenos consejos para la próxima vez. Es una competencia muy cordial, es sana la mentalidad", aseguró José y añadió: "Es abierta a todas las edades, inclusiva porque en nuestro club además de Fran con Tourette, hay un arquero hipoacúsico y también una deportista con síndrome de down. El límite lo pone uno con uno mismo, puede practicarse de forma recreativa o a nivel competitito".
Nuevos desafíos
Francisco está inscripto en la Federación Argentina de Tiro con Arco y el fin de semana participó en Rosario de un torneo junto a varios representantes del club Carpinchos. "Llegamos y había un entrenador nacional. Le tomaron a Fran y otros chicos un examen físico y test relacionados a un Programa de Pequeños Arqueros del Futuro. A este grupo de entre 12 y 13 años (son como 60 de todo el país), los van a ir trabajando y reuniendo con vistas a tres años. Es una preparación para formar parte de la Selección Nacional cuando tengan 16 años", expresó papá José.
Además, también explicó que "La arquería tiene un sistema de muestra de resultados en que un arquero de Usuhaia o Jujuy registra el resultado, al igual que en Gualeguaychú, no tenés que viajar a Capital para que te vean, donde tires te están siguiendo. Se trabaja mucho por video, te corrigen o te dan trabajos físicos y se juntan tres o cuatro veces al año, en distintas provincias, para ver a los chicos. Esta camada se va a juntar en octubre".
Como todo papá que batalla para darle lo mejor a su hijo, sostuvo: "Lo que es evidente es que Fran está feliz. Si bien no entiende la dimensión de la convocatoria, que lo hayan venido a ver, que le presten atención, es importante. Fueron dos años que no sabíamos para donde disparar y la vida nos mostró un buen camino. Francisco está bien en el colegio, en el deporte, con sus amiguitos, se le han ido mucho los tics, tiene unas secuelas secundarias que son más importantes que los tics. Hay grados muy complicados de Tourette, pero Francisco lo lleva bien".