Tirso Fiorotto/De la Redacción de UNO
Soplos de amor y libertad en memoria del Zurdo Martínez
Músico, compositor, poeta, difusor cultural, gran conocedor de la guitarra y los guitarristas en todas las latitudes, militante político americanista y antiimperialista, y fogonero de vanguardia en las luchas por la identidad regional y la biodiversidad. Por ahí se puede trazar un perfil de Miguel Ángel Martínez, el Zurdo, aunque siempre será incompleto.
Solidario, discutidor, amante de nuestra América, admirador de la dignidad cubana.
Solidario de tener la puerta de la casa siempre abierta, literalmente, y el mate pronto. O de reunir a los amigos para entablar un diálogo sobre algún asunto en el que hubiera posiciones distintas, y ponerse él al servicio de ese diálogo que consideraba necesario: vengan, conversen, que yo me encargo del asado.
Está demás decirlo: el Zurdo y Martha Bader, sin diferencias en esa actitud y lo mismo en sus análisis críticos sobre el devenir musical de la región.
A dos años de la desaparición del Zurdo, Osvaldo Delmonte nos entrega un bellísimo aporte en recuerdo del amigo, y lo publicamos aquí completo, porque damos fe del tremendo cariño que el músico tenía por Delmonte y otros amigos de Gualeguaychú.
El Zurdo solía subrayar el buen recibimiento que siempre tuvo en Gualeguaychú, aparte de las amistades que cultivó en esa ciudad del sur entrerriano.
Pero dejemos que hable Delmonte. Todo lo que sigue es su carta, textual.
Atravesado por el arte
A dos años de la muerte del Zurdo por primera vez me dispuse a escribir algo sobre él, y para ser sincero con algo de temor y bastante angustia. Temor, porque habiéndolo conocido me condiciona la lealtad a su memoria y angustia por admitir que ya no está.
He leído narraciones bellísimas en torno a su Figura; sobre su Música, sobre el Paraná y su Guitarra o composiciones poéticas o musicales como la de Juan Falú confirmando que los Artistas superiores trascienden, se continúan en otros y que son fuente de inspiración permanente. (Respetamos aquí la mayúsculas usadas por el autor de la columna, Osvaldo Delmonte).
Mi intención es modesta, solo recordar unas cuantas charlas y por qué no discusiones que tuve con el Zurdo, como una forma de acercarnos aunque sea parcialmente “a su mundo” el cual como todos sabemos estuvo atravesado por el Arte, pero que según mi visión esto no puede ser comprendido si no es a la luz de las profundas convicciones políticas, ideológicas y éticas que marcaron su vida.
Anticapitalista
Sigue Delmonte: para arrancar y cortando grueso, porque así era él - concreto y directo- , puedo decir que el Zurdo era profundamente anticapitalista, y lo sostenía no con la vocinglería hueca de los izquierdistas de café sino con una conducta sólida en todos los órdenes de su vida.
Era duro, muy duro con “el modelo” -así lo llamaba- que provocaba el vaciamiento cultural del país; era casi obsesivo con este tema, le dolían en las tripas las mediocridades y lo denunciaba permanentemente. Claro, con esto se ganaba la antipatía de muchos.
Decía (medio en serio y medio en broma) que los mediocres y jodidos se organizaban para sostenerse en sus mentiras. Debo aclarar que para él, estos de ninguna manera eran los que no tenían condiciones, inteligencia o falta de instrucción; o el que no había alcanzado éxito económico. Todo lo contrario: mediocre era el que teniendo todo eso no daba lo mejor de sí con trasparencia y honestidad.
En definitiva hablaba de COHERENCIA, algo que a él le sobró.
Estas cuestiones le dieron un perfil casi de “renegado”, pues lo que decía lo sostenía con su conducta y se aguantaba las consecuencias. Por ejemplo: no ser tenido en cuenta en las programaciones de difusión masiva, no contar con apoyo oficial, o que le retacearan elogios los vendedores de vanidades y por supuesto la posibilidad de ganarse un legítimo peso con su arte.
Pero esto le importaba poco, sus sólidas convicciones lo hacían sentirse seguro en el lugar en que estaba.
El Zurdo fue un laburante. Laburante en el cabal sentido del término. Los empleados, no solo del Banco Nación (donde él trabajó) sino de todo el Gremio Bancario lo recuerdan como a un extraordinario compañero, nunca le mezquinó al trabajo y tampoco a las legítimas luchas gremiales. Militó activamente en las agrupaciones políticas y sindicales de base que tuvieron un rol protagónico en las luchas contra la Dictadura de Onganía, estoy hablando de fines de los años 60 . Recordaba a menudo que lo había marcado muy fuerte una visita de Raymundo Ongaro (dirigente de la CGT de los Argentinos) a la ciudad de Paraná, recuerdos que siempre estaban asociados a compañeros como el Jimmy Brascony y otros más.
Música en la cárcel
Supo, más adelante, ser solidario, y poner su casa a disposición cuando algunos de estos compañeros fue perseguido. No mezquinó nada y casi todos sabemos lo que esto implicaba en aquellos tiempos.
Hace poco una ex-presa política de Gualeguaychú recordaba que cuando se lo permitían, el Zurdo se acercaba a la Cárcel de Mujeres de Paraná con su guitarra solidaria y compañera y que estos gestos fueron para las presas, soplos de amor y libertad.
No sería leal a su memoria si olvidara el profundo amor que sentía por Cuba y por todo lo que la Revolución había dado en términos culturales. Para el Zurdo esa era la principal riqueza de los pueblos por ello citaba permanentemente -entre otros- a José Martí, a Atahualpa a Sampayo, a Marcelino Román, y también al “Che” como referentes de la América Criolla profunda y auténtica.
En este sentido estaba esperanzado con lo que estaba ocurriendo en los últimos tiempos en Latinoamérica.
Para finalizar diré que el perfil del Zurdo de hombre rudo, frontal e inflexible y hasta a veces cascarrabias, se desvanece en la inmensa ternura e infinita paciencia que tuvo a lo largo de su vida para sostener coherentemente lo mejor de la condición humana: la amistad, la solidaridad, la búsqueda de la verdad y el amor infinito por el río y sus habitantes, sean estos peces, flores, hombres o pájaros lo cual quedó plasmado para siempre en su obra musical y en su guitarra.