Carlos Matteoda/ De la Redacción de UNO
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Se cumplen hoy 30 años de la victoria electoral de Alfonsín
El 30 de octubre de 1983 los argentinos volvieron a votar, tras haber sufrido la dictadura cívico militar más sangrienta de la historia del país. Habían pasado siete años, siete meses y siete días desde que un golpe de Estado derrocó al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.
No había experiencia en la Argentina de un peronismo derrotado en elecciones sin proscripciones. Sin embargo, ese día la historia política del país comenzaría a cambiar. La fórmula de la Unión Cívica Radical, que integraron Raúl Alfonsín y Víctor Martínez consiguió el 51,74% de los votos (7.725.173 sufragios) contra el 40,15% del binomio justicialista que integraban Ítalo Luder y Deolindo Bittel. La polarización fue enorme. Muy lejos quedó, en tercer lugar, la fórmula del Partido Intransigente que proponía a Oscar Alende y Lisandro Viale con el 2,33% (347.654 votos).
La amplia mayoría de los vencedores determinó que no hiciera falta el acuerdo con otras fuerzas políticas en el Colegio Electoral, mecanismo de elección presidencial que se utilizó por última vez en 1989, ya que fue eliminado por la Reforma Constitucional de 1994, que lo tuvo a Alfonsín como protagonista privilegiado a través del denominado Pacto de Olivos que formalizó con el entonces presidente Carlos Memen para posibilitar la reforma constitucional de 1994.
La campaña
En 1983 se presentaron 12 propuestas electorales: el Movimiento de Integración y Desarrollo llevó la dupla Rogelio Frigerio- Antonio Salonia; la Alianza Federal a Francisco Manrique-Guillermo Rawson, la Unión de Centro Democrático a Álvaro Alsogaray-Jorge Oría, la Alianza Demócrata Socialista propuso a Rafael Martínez Raymonda y René Balestra y el Partido Socialista Popular a Guillermo Estévez Boero-Edgardo Rossi .
También se presentaron las fórmulas compuestas por Francisco Cerro y Arturo Ponsati, del Partido Demócrata Cristiano; por Luis Zamora y Silvia Díaz, del Movimiento al Socialismo; por Jorge Abelardo Ramos y Elisa Colombo, del Frente de Izquierda Popular; y por Gregorio Flores y Catalina de Guagnini, del Partido Obrero.
El candidato radical fue el primero en comenzar la campaña electoral. El periodista Carlos Quirós, quien lo acompañó durante aquellos meses, escribía en Clarín: “Alfonsín parece una bola de nieve. Sus actos concentran cada vez más gente”. Mientras tanto Luder retardaba el inicio de sus actos y sostenía ante el mismo Quirós: “Cuando se ponga en movimiento, en pocos días, la maquinaria peronista, se acaba la fantasía radical”.
El 27 de octubre, tres días antes de la votación, Raúl Alfonsín cerraba su campaña ante 1 millón de personas en la emblemática avenida 9 de Julio. Eufórico y cauteloso, decía: “Vinieron a decirnos que nos traían la paz, y traían la guerra”.
“El pueblo unido, sin distinciones de peronistas y antiperonistas, radicales y antirradicales, hará su tarea para defender los derechos de todos”, señalaba. Y agregaba: “No va más, se acabó. Es una Argentina honrada y moral, la que viene”.
El día posterior, el Partido Justicialista se reunió en la misma avenida para hacer su acto de cierre. La cifra fue similar, aunque algunos historiadores apuntan que la cantidad de gente era mayor.
Sin embargo, el resultado de aquella jornada influiría en el rumbo de la elección, por una acción del dirigente sindical Herminio Iglesias, quien era candidato a gobernador en Buenos Aires. Cuando Luder terminó su discurso, subieron un ataúd y una corona con la insignia radical al escenario y Herminio los prendió fuego.
Aún se discute la influencia de aquel hecho en las elecciones posteriores. Algunos historiadores sostienen que la ciudadanía, hastiada de tanta violencia, repudió ese accionar y se volcó en las urnas por la unidad y serenidad que prometía Alfonsín.
Otros, en cambio, entienden que el hecho fue magnificado y que los aciertos de Alfonsín fueron su campaña publicitaria y la denuncia de situaciones como el denominado pacto sindical militar.
La recuperación del sistema democrático significaba para la sociedad el amanecer de un escenario donde se reflejaban expectativas largamente postergadas.
Un día antes de las elecciones se levantó el estado de sitio que había sido decretado en 1974, casi una década atrás.
Según Heriberto Muraro en su libro La publicidad política (y la política de la publicidad) en la Argentina en la denuncia del pacto sindical militar quedó demostrada “la pericia de los dirigentes de la campaña de la UCR” instalando la existencia de “un supuesto acuerdo entre representantes de los sindicatos (léase el centro neurálgico del partido peronista en ese momento) y los militares en vías de abandonar la casa de gobierno. A través de la denuncia de ese arreglo político —que de acuerdo a las encuestas fue considerado por el grueso de los electores como algo real y negativo para el destino del país— Alfonsín logró identificar a su principal oponente con el pasado inmediato, con el conflictivo período 1974-1976, y con la dictadura. Esa jugada política fue efectuada —según un análisis realizado por Oscar Landi— en un momento en que los expertos coincidían en que la tasa de los intencionados de voto por la UCR se había estabilizado en tanto crecía la del peronismo”.
Los actos de campaña en Paraná, con multitudes
Todos los candidatos presidenciales estuvieron en Paraná realizando actos de campaña, que era la manera más efectiva de comunicar ideas políticas por aquel entonces.
El 19 de octubre Alfonsín y Víctor Martínez encabezaron un acto en la esquina de Monte Caseros y 25 de Mayo, en Paraná, con el palco de espaldas al entonces Banco de Entre Ríos. Hubo una multitud, aunque pasados los años la cifra sigue creciendo, se habla de 30.000 personas o más.
Alfonsín exhortó a la unión nacional y reiteró que las fuerzas armadas deberían “supeditarse a los poderes institucionales”.
El radicalismo presentía el triunfo y el cordobés Martínez dio motivo para el festejo anticipado. La barra cantaba el inocente “Y llora, Luder llora”, a lo que el candidato a vicepresidente aseguró:“No le van a alcanzar todos los pañuelos del mundo para llorar el resultado del 30”. También criticó al peronismo y diferenció: “La UCR no compra votos con asados”.
A su turno el candidato a gobernador Sergio Montiel exhortó a recuperar la República, cuyo deterioro había comenzado en 1945, según estimó. Habló de reactivar la producción, los puertos, los ferrocarriles, mejorar la salud y combatir el analfabetismo.
También dijo que los radicales no necesitaban andar “acompañados por matones a sueldo”, y prometió que el banco que estaba a sus espaldas volvería “a estar al servicio de los productores”.
El día anterior habían estado los candidatos del Partido Intransigente. El palco estuvo en la Plaza, ubicado sobre la esquina de San Martín y Urquiza, de espaldas al entonces Banco Institucional Cooperativo. Oscar El Bisonte Alende dijo que si bien la UCR podía recibir votos de centro derecha, aseguró que el PI estaría en la disputa electoral.
Por su parte, Luder y Bittel habían estado en Concordia y en Paraná el 12 de octubre. En la Capital del citrus la caravana que los llevó desde el aeropuerto hasta la plaza tardó cuatro horas en hacer el recorrido, según recordó el exgobernador Jorge Busti hace un tiempo. En Paraná, contó Carlos Vairetti, “hubo un acto monstruoso, de más de 30.000 personas”.
El acto en Paraná terminó tarde y no hay demasiados registros del discurso del candidato presidencial. El único diario que se publicaba en ese momento estaba claramente ligado al radicalismo. En ese mitín el postulante a la Gobernación, Dardo Pablo Blanc, dijo que el peronismo recibía “agravios e insultos”, pero no los respondía porque había aprendido a perdonar. También dijo que su partido haría un gobierno de “unidad, integración, convivencia y paz para todos”.
Blanc hizo referencia a su programa de gobierno, refiriéndose especialmente a la salud y a la educación. Acerca de esto último, prometió cambiar los “programas extranjerizantes” por otros que ayuden a dar forma a la conciencia nacional. El Gordo también habló de los salarios docentes y de la necesidad de implementar una política de viviendas.
Recorrida por el Paraná del 83
El 1º de octubre inauguraba Perfumerías Raffe su tradicional local de San Martín y Uruguay. También abría su local en Paraná Casa Rizzi. Todos los días, e incluso en la portada, el diario local publicaba un aviso que instaba a comprar un bono para contribuir a la campaña radical.
La publicidad encajaba con el discurso de campaña. “Compre un bono de $20 y olvídelo”, decía el título. Luego agregaba: “Cuando seamos gobierno no le dará derecho a ningún privilegio. Porque usted sabe que somos honestos”. Abajo, con letra chiquita, decía que había de 20 y hasta de 20.000 pesos argentinos.
Por esos días se anunciaba la llegada de Carlitos Balá, el ídolo de los niños de entonces, para la inauguración de la cadena de supermercados Supermar, que hoy casi nadie recuerda.
De todos modos, los mayores avisos de los diarios eran de los supermercados Abud y Los Hermanitos. Al del primero lo protagonizaba un camello (por lo de los turcos Abud) mientras que los del segundo súper tenían como protagonista a un señor -en rigor un dibujo- muy parecido a Mario Moine que quería comer pizza a las 3 de la mañana. Una década después, Moine sería gobernador de la provincia.
Los diarios entrerrianos se ocupaban de la campaña, pero con mayoría de información nacional. Así, tenía más espacio el triple agente Guillermo Patricio Kelly denunciando que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) estaba dispuesta a pagar la deuda externa argentina para mantener la injerencia en el país, que hechos de la política local.
Las noticias locales estaban referidas a la presencia de los referentes nacionales o a los anuncios de esos actos. En Paraná estuvieron el 9 Estévez Boero (PSP), el 10 Francisco del Cerro (PDC), el 12 Ítalo Luder y Deolindo Bittel, el 17 Oscar Alende y el 19 Raúl Alfonsín y Víctor Martínez.
La censura se flexibilizaba. El desaparecido cine Atlas (hoy el local alberga a una iglesia electrónica) proyectaba La República Perdida, a la cual la crítica calificaba de “imperdible”.
El Banco Municipal de Paraná publicaba un avisito con sus servicios que remataba con la frase: “Ágil y cordial atención con moderno sistema de computación para su comodidad”.
Ferro punteaba el torneo de la AFA pese a haber perdido el último partido con San Lorenzo por quedar con seis jugadores por varias expulsiones.
El 12 de octubre la enorme supremacía publicitaria de la UCR cedió, al menos por un día. Llegaba Luder a Paraná y muchos sectores invitaban al acto. Una solicitada de la Agrupación Peronista Entrerriana de Empleados de Comercio era firmada, entre otros, por José Halle, secretario de Actas.
El 15 de octubre inició su transmisión de muestreo la empresa Cable Visión Color, el primer cable de la ciudad. La promoción invitaba a la gente a “engancharse”, sin saber que con el tiempo esa sería una de las formas de denominar al robo de señal de tevé por cable.
El 25 de octubre, el intendente de facto Carlos Quintero, inauguró un nuevo tramo de la peatonal San Martín, entre España y Gualeguaychú. En ese espacio los partidos políticos ubicaban sus mesas de información y, aunque cueste creerlo, la gente se acercaba a buscar boletas y las casi olvidadas plataformas electorales.
La provincia, las cámaras y casi todas las ciudades para la UCR
Sergio Montiel derrotó por más de 42.000 votos al peronista Dardo Blanc. Humberto Varisco ganó en Paraná, pero Busti y Rossi lograron Concordia y Santa Elena para el justicialismo.
En las elecciones de octubre de 1983 se votó con boletas de cuerpos separados por categorías de los cargos, y además las boletas eran de diferentes colores. Para presidente y diputados nacionales, de color blanco; para gobernador, senadores y diputados provinciales, verde claro; y para intendente y concejales, amarillo claro.
En Entre Ríos se presentaron nueve fórmulas y la campaña tuvo un fuerte tono nacional y el “alfonsinazo” que la campaña publicitaria del radicalismo promovía con fuerza, sucedió en Entre Ríos como en otros lugares del país.
Jorge Busti tenía en aquel entonces 30 y pico de años y se aprestaba a convertirse en intendente de Concordia. Recuerda siempre que Alfonsín pasó varias veces por la provincia en las últimas semanas de campaña, y pese a la relación distante que mantenía con el candidato a gobernador de su partido, Sergio Montiel, lo hizo a instancias de Nahum César Jaroslavsky, el Chacho, el histórico dirigente victoriense que sería luego su principal espada legislativa.
Un aviso que se publicaba entonces profusamente daba cuenta de lo que significaba la candidatura de Sergio Montiel para el radicalismo. Era un medio abrazo del candidato a gobernador con Alfonsín y abajo una frase de este definiéndolo: “Haremos en Entre Ríos una tarea magnífica porque al frente de ella, comandándola, estará un radical que no solamente es orgullo de Entre Ríos, sino de la Nación entera”.
Enfrentando al binomio Sergio Montiel-Jorge Martínez Garbino estaba la fórmula justicialista integrada por el dirigente sindical Dardo Blanc, quien había sido vicegobernador de Enrique Cresto entre 1973 y 1976, junto al dirigente Armando Gay, quien había sido director del túnel subfluvial durante la gestión de Cresto y luego, en 1985, fue electo diputado nacional.
El alfonsinazo fue la plataforma para que Sergio Montiel lograra su primer mandato como gobernador, con el 49,4% de los votos (248.999) frente al 40,9% (206.334) del justicialista Blanc. Tal como ocurriría luego, en 1999, cuando siendo candidato de la Alianza se impuso al peronista Héctor Maya, aquella vez Montiel ganó la Gobernación en Entre Ríos montado en una fuerte ola nacional.
Para Blanc, la derrota fue el inicio de su paulatino alejamiento de la actividad política.
El tercer lugar en Entre Ríos correspondió a la fórmula del Movimiento Línea Popular, que postulaba a Lucio Uranga y Bartolo Aguirre para gobernador y vice.
La victoria radical permitió que en Entre Ríos el Senado provincial tuviera una mayoría oficialista de 11 a 4, pues había 15 bancas que se correspondían con 15 departamentos, ya que en ese momento no existían aún Islas del Ibicuy y San Salvador.
En la Cámara de Diputados, en tanto, el reparto fue el “tradicional” de la historia política entrerriana. De los 28 diputados, la UCR tuvo 15 y 13 el PJ, ya que producto de la fuerte polarización no hubo representantes de terceras fuerzas.
También el reparto de los diputados nacionales fue el habitual: cinco y cuatro. Resultaron electos los radicales Jaroslavsky, Bernardo Salduna, José Luis Rodríguez Artusi, Juan Francisco Elizalde y Pedro Sarubi. También obtuvieron una banca los peronistas Héctor Maya, Antonio Cavallaro, Carlos Scelzi (padre) y Carlos Federik.
En el Senado, el trámite fue favorable a la UCR. En aquella la Legislatura provincial elegía a dos senadores por provincia. Fueron electos Luis Brasesco y Ricardo Lafferriere. Como la Cámara se renovaba por tercios, se realizó un sorteo: a Brasesco le tocó un mandato de nueve años y a Lafferriere uno de tres, que luego extendió a 12, ya que al vencer el trienio la Legislatura –todavía radical– volvió a elegirlo para el cargo.
El radicalismo instaló con éxito la antinomia democracia-autoritarismo, incluyendo en este último al peronismo para definirse como la única expresión de democracia verdadera.
En ese contexto atacó al peronismo y especialmente a los dirigentes sindicales. Ese discurso sirvió también en Entre Ríos, donde el candidato a gobernador era un dirigente del gremio de la carne, que para colmo de males no había surgido de una elección interna sino de un congreso bastante enredado.
El radicalismo se opuso, como alternativa, al poder autoritario del proceso militar y también a los componentes autoritarios del PJ y los gremios.
Este eje de campaña tuvo repercusión amplia en los medios. A modo de ejemplo vale destacar que durante ese mes de octubre el matutino El Diario publicó una veintena de noticias, la mayoría de ellas en la portada, sobre “agresiones del peronismo” a militantes radicales y sobre exabruptos de sus dirigentes más cuestionados: Herminio Iglesias y Lorenzo Miguel.
Uno de los eslogan de campaña más utilizados por la UCR era claro al respecto. Decía “Somos la Vida, somos la Paz”.
La ambigüedad de la campaña alfonsinista logró, también en Entre Ríos, la adhesión de sectores juveniles vinculados al cambio, al igual que el apoyo de sectores conservadores (que no tenían una clara representación electoral) pero apoyaban la posibilidad de ganarle por primera vez en forma legítima al peronismo, que antes solo había perdido estando proscripto.
Sobre el final de la campaña, la denuncia del pacto sindical-militar significó sumar a esa confluencia a sectores extrapartidarios, que ante las nulas posibilidades de sus partidos, eligieron apoyar al radical.
Amplio triunfo radical en los municipios
Humberto Cayetano Varisco derrotó a Delfín Salomón en la puja por la Intendencia capitalina, mientras que el radicalismo también ganó en varias ciudades del Departamento Paraná, como Viale, María Grande o Crespo, logrando revertir el embate radical el peronista Ricardo Roig en Hernandarias.
El radicalismo se impuso en Nogoyá, Diamante, Concepción del Uruguay, Villaguay, Victoria, Colón, La Paz, y Federación. Mientras tanto el PJ ganó en Concordia, Santa Elena, Federal, Feliciano y Gualeguay.
Una rareza de aquella elección fue que Jorge Busti fue electo intendente de Concordia por el Partido Justicialista y también de Villaguay, por la UCR. Jorge Pedro, quien sería tres veces gobernador de la provincia, ganó en aquella oportunidad la Intendencia de Concordia; mientras que un primo suyo, Jorge Armando, militante radical, se convirtió en jefe comunal de Villaguay. Ese Jorge Busti radical había sido electo diputado provincial en 1963 y desempeñó en el cargo hasta el golpe que derrocó a Arturo Illia y al gobernador Carlos Contín.
En Diamante ganó Humberto Ré (UCR); en Nogoyá, Juan José Moggia (UCR); en Victoria, Luis Ángel Brassesco (UCR), en Gualeguay , Gregorio Gastaldi (PJ) y en Gualeguaychú, Ricardo Taffarel (UCR). El mapa de los municipios de primera categoría se completó de la siguiente manera: Concepción del Uruguay (Juan Carlos Godoy -UCR), Rosario del Tala (Miguel Padilla), Colón (Aníbal Berthet), Concordia (Jorge Pedro Busti PJ), Villaguay (Jorge Armando Busti -UCR), La Paz (Osvaldo Lamboglia - UCR), Feliciano (Francisco Solano Moreno -PJ), Federación (María de Burna -UCR), Federal (Francisco Verón - PJ), Chajarí (Domingo Cano -UCR), San Salvador (Rubén Rey), Villa Elisa (Elcio Viollaz -UCR), San José (Beltrán Moreyra ), Urdinarrain (Héctor Altinier – Partido Intransigente), Basavilbaso (Víctor Fedonczuk), Lucas González (Mariano Santos), Ramírez (Alberto González Lagos -PJ), Bovril (Daniel Tomé -PJ), Viale (Pedro Egge -UCR), Crespo (Héctor Seri - UCR) y Santa Elena (Daniel Rossi - PJ).
Las Cámaras
La composición del Senado surgida del 30 de octubre era ampliamente favorable al radicalismo. El oficialismo sumaba a Gustavo Marcó (Colón), Lorenzo Olalla (Diamante), José Luis Lena (Federación), Federico Matteucci (Gualeguay), Orlando Aldaya (Gualeguaychú). También estaban Juan Humberto Ghiano (Nogoyá), Ana Delia Almada (Paraná), Héctor Chiozza (Tala), Nelson Juan Muñoz (Uruguay), Daniel Sobrero (Victoria) y Juan Ángel Redruello (Villaguay).
La minoría justicialista tenía a Ubaldo López Bernis (Concordia), Jorge Heyde (Federal), Dora Peletti de Concion (Feliciano) y Marcelino Gavilán (La Paz).
El bloque radical de diputados estaba compuesto por Roberto Audisio (Paraná), Carlos Contín (Nogoyá), Abel de León (Feliciano), Roberto Ferrando (Federación), Héctor Frutos (Villaguay), Arturo Ganly (Gualeguaychú), Honorio de la Cruz Goyeneche (Tala), Marcelo Granillo (Uruguay), Adolfo Lafourcade (Concordia), Alberto Lagrenade (Gualeguay), Alfredo Maffioly (Colón), Roberto Massera (Paraná), Rodolfo Parente (Diamante), José Sampietro (La Paz) y Horacio Trucco (Victoria).
El bloque del PJ se integraba con José Bravo (Federal), Eduardo Golly (La Paz), Abel González (Concordia), Walter Marano (Colón), Eduardo Martínez (Paraná), Rubén Matorras (Gualeguay), Gerardo Moreno (Feliciano), Susana Osuna (Uruguay), Gabino Pérez (Nogoyá), Hipólito Redruello (Villaguay), Luis Rossi (Tala), Juan Stratta (Victoria) y Juan Carlos Urriste (Gualeguaychú).
En el camino quedaron Carlos Vairetti y Carlos Perette
En el PJ la integración de la fórmula se decidió durante un congreso realizado en el ex cine Avenida, en la calle Carbó de Paraná. El congreso fue peleado y las posiciones se fueron alineando al calor de la “dicotomía atávica” del peronismo entrerriano, cual es la división de las costas.
El candidato de la costa del Paraná era el escribano Carlos Vairetti, quien no contaba con el visto bueno de los popes de la costa del Uruguay Enrique Cresto y Carlos Carita Scelzi, quienes inclinaron la balanza en favor de Dardo Blanc, que en ese momento era presidente del Partido Justicialista.
Blanc –que contó para su campaña con la colaboración del publicista Enrique Albistur– era un viejo militante justicialista que ya había conocido la prisión cuando militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios por adherir al movimiento del general Juan José Valle.
En 1960 había logrado la Secretaría General del gremio de la carne sólo dos años después de haber ingresado al Frigorífico Bovril. Luego del golpe del 76 fue encarcelado por la junta militar hasta fines de 1978. A principios del 83 fue elegido presidente del PJ entrerriano.
La paternidad de esa fórmula por parte de Cresto es parte de la historia no escrita del PJ entrerriano.
Cuenta la anécdota que don Enrique seguía de cerca la campaña y estaba preocupado por Gay, que era un buen orador, pero a veces confundía algunos conceptos. Cierto día dijo que el talón de Aquiles del PJ era la juventud, confundiendo la frase con una aseveración de fortaleza, cuando en realidad representa debilidad. Cresto recurrió entonces a dos jovencitos que ya se hacían notar: Jorge Busti y Augusto Alasino, para que hablaran del tema con Gay. Pero no se animaron, ya que temían que lo considerara una falta de respeto.
La candidatura de Sergio Montiel se decidió en una concurrida asamblea de delegados de la UCR que se hizo el 17 de agosto de 1983 en la Sociedad Italiana de Nogoyá.
El sector de Montiel (identificado con la Lista Verde) había ganado claramente las elecciones de autoridades partidarias desarrolladas en julio, imponiéndose a los “blancos” identificados con el balbinismo, conducidos por Carlos Perette en la provincia, que a duras penas habían alcanzado tener el 25% de la representación de la minoría.
“En ese momento a Blanc no lo conocía mucho, aunque después tuvimos una buena relación”, recordó Montiel en una nota con UNO poco antes de su fallecimiento.
Tal vez el clima que reinaba en la provincia quedó en evidencia cuando se proclamaron los candidatos radicales, el 19 de octubre en la Plaza 1º de Mayo con la presencia de Alfonsín. Ese día algunos miembros de la Juventud Radical gritaron algunos epítetos aludiendo al candidato peronista, pero Montiel detuvo el acto para reprocharles ese trato “despectivo”.
Los candidatos Blanc y Montiel nunca se cruzaron en debates televisivos ni radiales.
El recuerdo de algunos protagonistas de la elección
El exgobernador Sergio Montiel aseguró - ante una consulta realizada en 2008- que en 1983 “la gente votó con absoluta libertad y eligió lo que quería, sin que nadie gozara de los beneficios del Estado para hacer campaña como ocurre ahora, que se utilizan desvergonzadamente los recursos del Estado para obtener votos. Fue el voto más libre que he visto en mi vida”, agregó.
El exmandatario recordó especialmente “la enorme participación ciudadana, tanto en los actos, que hubo una enormidad, como en la discusión previa a las elecciones. Los actos fueron muchos y muy grandes”.
Igualmente sostuvo que “la gente se había definido y se expresaba con libertad y tolerancia, no como ocurre hoy que intenta no manifestarse para evitar las perversidades del manejo de la política, que hace que la gente se sienta presionada”.
En el mismo sentido recordó haber presentido que el radicalismo podía llegar al gobierno “a partir de 1982, luego de lo que fue la guerra de las Malvinas y la conformación de la Multipartidaria.
Surgía entonces con claridad que el radicalismo podía expresar las demandas de la sociedad, que la UCR respondía a las expectativas de la gente”, aseguró Montiel.
También en ese momento, el exgobernador Jorge Busti recordó como uno de los datos de la campaña electoral su participación en una mesa redonda organizada por una radio de Concordia junto al coronel Rafael Tiscornia, que tenía su partido político y había sido ocho años intendente, y también al candidato radical Alcides Mono López.
De ese debate Tiscornia se retiró antes de finalizar a raíz del reproche de Busti por el “genocidio” de la dictadura militar.
El exgobernador también recordó que a los primeros resultados electorales los escuchó a bordo de un Ford Falcon, propiedad de Augusto Alasino con quien viajaba hacia General Campos para interiorizarse de un incidente ocurrido en una escuela. “No lo podíamos creer”, dijo.
También en esa oportunidad, el excandidato a gobernador por el Movimiento de Integración y Desarrollo, Marciano Martínez, sostuvo que la del 83 fue una campaña “muy intensa, con mucha actividad de la gente. El MID tenía candidatos nacionales, provinciales y en 30 municipios. Realmente anduvimos mucho”, indicó.
También destacó el “ambiente de confraternidad que caracterizó a la actividad proselitista” en la provincia, influido posiblemente por la circunstancia de que muchos de los candidatos se conocían de la actividad desarrollada en el marco de la Multipartidaria. “Nos llevábamos tan bien que cuando ganó Montiel le hicimos un agasajo”, señaló.
El veterano abogado recordó que en esa época los actos eran concurridos. “Uno armaba un palco y hablaba nomás. Ahora se requiere de una gran movilización, especialmente de colectivos”, comparó.
Martínez reconoció que creía que iba a haber un voto más disperso, pero sobre el final de la campaña se notó la“enorme polarización”.
Luis Brasesco
Para Luis Brasesco el radicalismo del 83 representó la aspiración de la sociedad de “vivir tranquilos y en paz. La gente todavía no tenía en la cabeza los graves problemas sociales y económicos que el proceso ya había generado, y la principal aspiración era estar tranquilos, pero no en la paz de los cementerios”, describió hace un par de años a UNO el fallecido dirigente.
Brasesco recordó que Alfonsín le había manifestado su preocupación porque, pese a estar “persuadido” de que iba a ganar, sabía que perdería el Senado, lo que sería un escollo a la gobernabilidad. También le había dicho que la eventual derrota del PJ pondría en marcha un fuerte proceso de renovación, tal cual ocurrió luego.
El veterano abogado rescató la impronta que le puso Montiel a la campaña en Entre Ríos. “Para los que lo seguíamos era desgastante, porque Montiel recorrió cada punto de la provincia y pasó largas horas en cada paraje de Entre Ríos. También jerarquizó la campaña en el campo.
También destacó el clima de convivencia. “Blanc fue a la casa radical a saludarlo a Montiel, mientras estaban los festejos. En alguna medida los militares nos habían abuenado a los peronistas y radicales”, recordó.
Brasesco fue precandidato a gobernador en 1987 y perdió la interna contra el nogoyaense Emilio Lafferriere.














