El triple crimen ocurrido el 25 de mayo de 2019 en la casa-bar de Oscar Siboldi en Bajada Grande fue una escena dantesca de alcohol, tiros y sangre. Tanto ese hombre como sus dos hijos, Brial y Alexis, están imputados por los asesinatos de Martín y Luciano Álvarez y Miguel Aguirre. Pero la primera versión que tuvo la Policía cuando llegó al lugar, fue la de una mujer que intentó salvar a los acusados: Cintia Narváez, una joven amiga de la familia, salió al cruce de los primeros policías que llegaron a la escena del crimen le les dijo: “¡No busquen a nadie, los puse yo!”, según declaró un policía en el juicio.
Triple crimen: una mujer se incriminó para salvar a Siboldi
Esta situación fue descripta ayer por el primer policía que llegó al lugar, un efectivo de la comisaría 11°. El suboficial Julio Del Valle declaró ayer en el juicio contra los Siboldi y recordó: “Esa noche me encontraba realizando la limpieza del móvil policial cuando escucho los gritos de un masculino a mi espalda en una moto, antes de llegar a la comisaría se cae, dice ‘vengan, vengan, mataron a mis compañeros’. Subimos al móvil y la sala del 911 nos comisiona a detrás de la aceitera por disparos de armas de fuego. Seguimos al masculino y al llegar al lugar una femenina dentro del finca sale gritando dice ‘¡No busquen a nadie, los puse yo, yo les pegué un tiro a los tres!”. Mis compañeros le preguntan qué pasó, y ella dice ‘Intentaron abusar de mí, tenían un arma de fuego, se la saqué y les pegué un tiro a los tres’. Les pido a mis compañeros que se quede con la femenina e ingreso a la finca”.
Luego el uniformado describió el sangriento escenario en la vivienda: “Encuentro dos personas tiradas, una sin vida y una agonizando, levanto la vista y veo una especie de garage donde había botellas tiradas, bochas de pool. Ingreso y encuentro a otro masculino sin signos vitales. Revisé y no vi ningún arma de fuego. Pedimos colaboración, familiares de los fallecidos intentaban agredir a la femenina”.
Un policía del 911, el inspector Leonel Eichor, fue el primero que vio a Siboldi, quien no se encontraba en esa casa-bar sino en la vivienda aledaña donde debería haber estado cumpliendo un arresto domiciliario: “Son varias edificaciones pequeñas de material, en una veo movimiento detrás de la ventana, en la oscuridad veo una silueta y lo veo al señor Siboldi. Le pido que se quede tranquilo, en ningún momento intenta atacar, manifestó que había perdido. Lo retiré del ligar y lo puse a disposición de Homicidios”, contó el policía, y agregó: “Me llamó la atención en el estado en que estaba, se le sentía un fuerte olor a alcohol”.
Además, recordó que después hallaron el auto Peugeot 206 en el que habían escapado los hijos de Siboldi. Estaba abandonado en la Punta del Mono, a tres kilómetros.
Otros testigos de ayer fueron integrantes del grupo que también había llegado a tomar y jugar al pool al negocio de Siboldi. Entre ellos, Agustín Warlet, un muchacho que estaba imputado por el intento de homicidio de un niño que jugaba al fútbol en el barrio Paraná XVI, durante una balacera. Pese a tener una prisión domiciliaria, esa noche se encontraba en lo de Siboldi.