En Paraná hay un femicidio impune, y al menos un asesino y descuartizador que camina libre entre todos. Esta semana se cumplirán cuatro años del crimen de género que tuvo como víctima a Paola Do Santos, la mujer de 36 años cuyo cuerpo fue hallado desmembrado en el Parque Nuevo. La investigación de la División Homicidios ha avanzado, se consolidó una hipótesis pero aún no hay imputados. El clamor social inicial por el esclarecimiento del hecho se fue apagando. Pero la familia de Paola (su mamá y sus dos hijos), no dejan de averiguar sobre los avances de la causa y de insistir en que no la olviden.
Por el femicidio de Paola Do Santos se cierra el círculo de sospechosos
Un arma de fuego secuestrada en un procedimiento en la zona oeste de Paraná, hace más de dos años, fue la punta del ovillo para comenzar a desentrañar un caso que parecía imposible, sin testigos presenciales y un contexto donde muchos prefirieron callar. En los últimos meses, se informó a UNO, los investigadores sumaron pruebas que le dieron fuerza a una hipótesis que tiene a varios sospechosos, relacionados a la víctima. A partir del análisis de la información de líneas telefónicas, la causa se va ciñendo sobre un grupo de personas vinculadas al regenteo de la prostitución y el narcotráfico.
Horror, silencio y pruebas
El femicidio ocurrió entre la noche del sábado 5 de noviembre y la madrugada del domingo 6, en un lugar aún incierto de Paraná, pero posiblemente en la zona oste. El miércoles 9 a las 16.15, un hombre regresaba a su casa a caballo por un camino de tierra que cruza el Parque Varisco, y divisó una bolsa de la que sobresalían restos de un cuerpo humano. Se acercó, lo confirmó, se fue hasta la casa de una amiga que vive en la zona y llamaron al 911. La Policía llegó, encontró los restos del cuerpo y poco después lo identificaron. La autopsia reveló que a Paola la mataron de un disparo en la cabeza, y luego desmembraron el cuerpo.
Durante varios meses no hubo ni una sola pista que permitiera tener una idea clara de quién o por qué asesinaron a la mujer. Hasta que una noche en un procedimiento en calle Cuba (cerca del barrio La Floresta), la Policía secuestró un arma de fuego. Solicitaron peritarla y el personal de Criminalística la cotejó con el plomo hallado en el cuerpo de la víctima.
El resultado fue positivo. Así apareció el primer sospechoso: el personal de la División Homicidios indagó, las dos personas que la tenían se la compraron a un hombre; este se la compró a otro, quien a su vez la había adquirido del sujeto que quedó en la mira. Como ha sido de público conocimiento, se trata de Hernán Céparo, quien fue allanado en su domicilio de la zona de Almafuerte y 3 de febrero, pero no hallaron pruebas. Poco después, el hombre de 46 años iba a quedar preso por narcomenudeo.
Aunque ese solo dato no alcanzaba para imputar a Céparo por el crimen de Paola, se pudo ir armando el entramado de personas que se vinculaban con él y con la víctima. A partir de estos indicios, se fueron solicitando una serie de medidas, principalmente sobre las líneas telefónicas de cada persona, lo cual permitió ir cerrando el círculo de sospechosos. En este sentido, no se descartan medidas de aquí a fin de año para dar un salto en la causa que está a cargo del fiscal Álvaro Piérola.
Sábado 5, “el día clave”
“Es difícil cuando no hay testigos presenciales, entonces vamos a los testigos mudos, los indicios, para reconstruir lo que pasó. Tampoco hay certeza de quién es la última persona que la vio con vida. Esta investigación nunca se frenó, siempre surgieron pistas, hipótesis, y en estos momentos después de haber considerado a tantas de personas, estamos en un momento donde hay una hipótesis que está al pie de la investigación, que surge de distintos indicios donde muchos coincidimos en qué pudo haber ocurrido, y hay elementos para probarlo”, dijo a UNO el jefe de la División Homicidios de la Policía, Horacio Blasón.
“Antes había otras hipótesis no fundadas, porque no había elementos contundentes, pero desde que se secuestró el arma que dio muerte a Paola Do Santos, se abrió un abanico de posibilidades y de personas relacionadas tanto al arma como a circunstancias de personas que la vieron el día que desapareció, sábado 5 de noviembre en horas de la noche. Es el día clave en la investigación, donde se está tratando de reconstruir qué hizo cada uno de los que aparecen en la causa”, agregó.
Asimismo, el comisario destacó que “hay un trabajo muy importante de Dirección Inteligencia Criminal con la División Homicidios, analizando miles de comunicaciones, graficando celdas de telefonía por el área de cobertura. Para cuando finalice este trabajo, la Fiscalía sabrá dónde estuvieron las personas investigadas”.
Además, Blasón indicó que todavía queda bastante por hacer: “En eso se está profundizando con un trabajo que es muy extenso, porque todos los meses aparecen cosas nuevas que vamos incorporando. El fiscal conduce la causa y nosotros aportamos ideas todo el tiempo, y hay muchas medidas por hacer. Como jefe de Homicidios estoy en contacto con la mamá de Paola, es una mujer que esta esperando de salir de este estado e incertidumbre”.
Las peores horas de la violencia femicida en Entre Ríos
Hace cuatro años, en un margen de 27 horas, hubo siete femicidios en Entre Ríos. Entre las 21.30 del sábado 5 de noviembre y las 0.30 del lunes 7, se produjo el femicidio de Paola Do Santos en Paraná, y también el doble femicidio de perpetrado por el prefecto Orlando Ojeda, quien asesinó a sus dos exparejas: Romina Ibarra en el barrio Mosconi, y Lidia Milessi en el barrio Los Gobernadores.
Además, en Concepción del Uruguay Juan Pablo Ledesma entró con una cuchilla a la casa de su expareja, en el barrio 134 viviendas de Concepción del Uruguay. Mató a puñaladas a Johana Carranza, de 23 años, a su novio Carlos Peralta, de la misma edad, y degolló a las dos hijas que tenía con la joven, Luciana y Candela, de 5 y 7 años.
Mientras, hubo en Concordia un intento de femicidio: ese domingo al mediodía, Miguel Ángel Rodríguez, alias Tarta, fue a la casa de su expareja, en calle Santiago del Estero casi Formosa, del barrio Benito Legerén. Con un revólver calibre 32 le disparó dos veces a Evangelina Moledo, de 33 años, y al novio de la mujer, Luis Walter Chamorro, adelante de sus hijas de 3 y 13 años. Luego fue a su casa y se suicidó. Ambos herdos sobrevivieron de milagro.
En la semana siguiente, otro crimen de género iba a sacudir a la provincia: en Rosario del Tala, Miguel Cáceres degolló a su pareja Ana Barbelli, quien unos días antes había ido a la escuela donde concurrían sus hijos, donde dictaban una jornada sobre prevención de la violencia de género, a pedir ayuda para escapar del sometimiento ejercido por quien tres días después iba a matarla.