Las efemérides recuerdan cada día hechos, sucesos y fechas que marcaron la historia y en ocasiones deben ser rescatados del olvido para destacarlos. Hoy, el Archivo Histórico de Entre Ríos destaca el 26 de septiembre de 1778 como el día que María Francisca Arias de Cabrera y Saavedra de Larramendi hizo una donación a la Iglesia Parroquial de Paraná y a su vecindario, "para su mayor lustre y adelanto y honor".
Paraná: recuerdo del gesto altruista de una benemérita dama
En esas tierras se levantaría la población de Paraná, que fue con el tiempo capital de la provincia de Entre Ríos y, al producirse la secesión del Estado de Buenos Aires, capital provisional de la Confederación Argentina.
Al respecto, Diario UNO en varias notas de producción periodística, rescató la memoria de doña María Francisca y su generoso gesto.
En la nota titulada "El olvido de un generoso gesto para la evolución de Paraná" del 25 de septiembre de 2019, se contó que María Francisca Arias de Cabrera y Saavedra de Larramendi "donó a la Parroquia de la Baxada del Paraná, una amplia extensión de tierra para que sobre ella se erigiera Paraná, que consistía en una legua de frente –desde el arroyo Antoñico hacia aguas arriba–, por media legua de fondo. La legua es una antigua unidad de longitud; equivale, cada una, a casi 5 kilómetros".
Además, la nota indicó que: “Según recopilaciones realizadas por el profesor Antonio Almarez (ya fallecido) sobre esta historia, hubo muchos historiadores que destacaron tan generoso gesto de esta benemérita dama que la hicieron merecedora a que se le reconociera como patricia argentina, pero lamentablemente no fue así. Y su recuerdo prácticamente se ha extinguido; lo único que existe en su memoria es una calle y un viejo panteón en el cementerio, para sus descendientes”.
Esa cesión de los terrenos a la Iglesia, fue la contribución de doña Francisca para que evolucione la capital provincial, cuyo progreso era impedido por estar en terrenos privados. La historia oficial narra que ese proceso no estuvo exento de inconvenientes, porque la Iglesia administró ese bien, pero pese a su dominio, el poder público estatal de entonces dispuso indistintamente de la propiedad, vendiendo, transfiriendo, donando. Así se creó una superposición de títulos, y se diseminó una situación irregular por los actos jurídicos que se produjeron. Con el paso de los años, se llegó a un acuerdo.
Hace unos años, también UNO trazó un repaso histórico de esa familia. El primer Larramendi en llegar a América fue Simón, proveniente de España, en los comienzos del siglo XVIII. En 1714 se casó con Juana de la Quintana, con quien tuvo siete hijos: uno de ellos, Pedro, contrajo matrimonio con María Francisca Arias de Cabrera y Saavedra, en 1746, hija de un descendiente de Hernando Arias de Saavedra y heredera de vastas posesiones en la región del Río de la Plata. Doña Francisca era descendiente de viejas familias de la colonia, por vía paterna: su padre Fernando Arias de Cabrera era descendiente directo de Hernando Arias de Cabrera, el gran jefe criollo; de Juan de Garay, fundador de Santa Fe y Buenos Aires; y de Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de Córdoba.
La otra ilustre descendiente de esa familia fue Gregoria Pérez Larramendi, nieta de Simón, nacida de Ángela Larramendi, una de las hijas del español. A Gregoria -contrajo enlace con Juan Ventura Denis–-se la conoce como la primera dama patricia, al ofrecer todos sus bienes al general Manuel Belgrano, en su paso libertador por Paraná, hacia Paraguay.