En medio de la pandemia, Norma Torres recuerda que era muy joven cuando se paró por primera vez en una esquina, dispuesta a hacer de su cuerpo su herramienta de trabajo. Sin más recursos, fue la opción que consideró para poder alimentar a sus cuatro hijos y alquilar un lugar para vivir.
Pandemia: creció la vulnerabilidad de trabajadoras sexuales
Por Vanesa Erbes
En aquel entonces las trabajadoras sexuales, tal como se definen quienes se dedican a la actividad, eran perseguidas por la policía en la capital entrerriana, ya que se consideraba que cometían una contravención. Fue uno de los hechos que más la marcaron y hoy celebra la libertad de poder “brindar un servicio” y con eso haber podido dar un mejor provenir a los integrantes de su familia, a quienes siempre les contó a qué se dedica.
Norma se queja de “la hipocresía de la sociedad”, y tras muchas conquistas sociales que lograron, al unirse con sus pares, siguen luchando por tener los mismos derechos que cualquier otro trabajador, como el acceso a una obra social o a una jubilación en un futuro.
En 2016, la actual diputada nacional Gabriela Lena presentó un proyecto de ley para que en Entre Ríos las trabajadoras sexuales obtuvieran un carné habilitante, pudieran inscribirse como monotributistas; y contaran con la posibilidad de tener jubilación, vacaciones, atención de la salud, entre otras cuestiones, pero la iniciativa fue rechazada por distintas organizaciones que luchan contra la trata de personas, un delito muy vinculado a la prostitución.
Ante una situación tan compleja, en la que la vulnerabilidad sigue enquistada en el seno de la cotidianeidad de quienes afirman que se dedican al trabajo sexual de manera voluntaria y por considerarlo el único camino posible para sostener a sus familias, no hubo otros avances en torno a alguna alternativa que las integre a un sistema de contención social que vaya más allá del asistencialismo.
“El machismo y la discriminación siempre van a estar, siempre van existir. De esta parte de la sociedad que integramos no se ocupan los gobernantes, porque tienen miedo de que la otra parte se les va a tirar en contra”, dijo Norma, quien actualmente es la secretaria general del Sindicato de Trabajadoras Sexuales de Entre Ríos, que integra la Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas (AMMAR) y está enrolado en la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).
“Pertenezco a este espacio desde que se formó, hace 22 años atrás. Para nosotras esto es un trabajo, con el que mantenemos nuestra familia, nuestros padres, hijos, nietos. Soy diamantina, pero hace 33 años que estoy en Paraná. Me llevó a esto la necesidad: tenía ya cuatro hijos y no tenía para darles de comer ni dónde vivir. La vida a veces te pone a prueba, pero no estoy arrepentida, y si volviera a nacer, mi profesión volvería a ser trabajadora sexual”, contó a UNO, y reivindicó: “Nosotras somos ciudadanas, como cualquier mujer”.
Asimismo, expresó: “Mis hijos se criaron entre las compañeras trabajadoras sexuales y trans. Desde que empecé a pararme en una equina les dije la verdad”.
Seguir adelante
Según confió Norma Torres, las dificultades económicas que generó la pandemia del coronavirus llevaron a muchas de sus compañeras que estaban realizando a lo mejor otra labor, a ofrecer nuevamente sus servicios. “Hoy hay compañeras que están paradas en una esquina, que no lo estaban haciendo por muchos años y tuvieron que volver por la crisis que hay en el país, donde hay un Estado que está ausente”, manifestó, aunque destacó que desde el sector de la salud pública reciben la atención que requieran y los métodos de cuidado para proteger su cuerpo de eventuales contagios de enfermedades de trasmisión sexual.
Sobre estos tiempos difíciles para la mayoría de la gente, en los que ellas no pudieron desarrollar su tarea durante la cuarentena, algunas recibieron ayuda y otras no. Sobre este punto, aseguró: “Algunas accedieron al IFE, otras tenían otros beneficios, pero muchas quedaron excluidas de toda ayuda”.
“En Entre Ríos hoy somos muchas las trabajadoras sexuales, alrededor de 7.000 ucleadas en AMMAR. Abarcamos muchas ciudades, como Victoria, Gualeguaychú, Concordia. En Paraná somos alrededor de 200 compañeras”, comentó.
En este marco, subrayó que la mayoría son el sostén de su hogar. Y además de ganarse el sustento, cumplen con los roles comunes de quienes son madres: “Nos levantamos cada día, mandamos a nuestros hijos a la escuela, o los ayudamos con las tareas por Internet, salimos a hacer los mandados, dejamos la casa en orden. Y después salimos a trabajar para poder llevar un plato de comida caliente a la mesa”, refirió.
Por otra parte, aseveró que en estas épocas de tanto aislamiento, muchas veces reciben clientes que las buscan sobre todo para charlar: “Ahora estamos haciendo más de psicólogas”, remarcó entre risas, y al recuperar el tono serio, sostuvo: “Muchos buscan más una compañía en lugar de que le prestemos nuestro servicio. Hay personas que vienen con muchos problemas, y compartir una charla, un café, un cigarrillo, hace bien”. Sobre este punto, reflexionó: “Los alivia ser escuchados, que es lo que está a nuestro alcance, porque tampoco es que le vamos a solucionar el problema. Pero tal vez en la casa no pueden expresarse, o por ahí sus mujeres no los entienden”.
Acerca de los cuidados que implementan ante el Covid en cada encuentro con sus clientes, señaló que no hay un protocolo específico para la actividad, sino que extreman las medidas sanitarias para protegerse, como el uso de alcohol, barbijo y demás, y afirmó que de este modo han logrado evitar contagiarse. “Hay muchas compañeras que por la edad ya fueron vacunadas, y otras están esperando. Ojalá la vacuna nos llegue a todas”, agregó.
Campaña solidaria
Si bien en la actualidad la mayoría retomó su actividad luego de la cuarentena más estricta, Norma comentó que la realidad llevó a muchas trabajadoras sexuales a necesitar ayuda, ya que los ingresos suelen ser insuficientes para alimentar a sus familias.
Frente a esta situación de desamparo que muchas atraviesan, ya el año pasado desde AMMAR iniciaron una campaña solidaria, solicitando donaciones de ropa, calzado y alimentos, tanto para ellas como para sus hijos.
Quienes deseen ayudar, pueden acercar su colaboración a la sede de la CTA, en calle Alameda de la Federación 439, en Paraná.