Estalló la vacunación VIP en nuestro país y fue un escándalo. Las consecuencias del “sincericidio” que hizo sin querer (o queriendo) el periodista Horacio Verbitsky siguen, y esta ola de asombros y acusaciones con la cual está haciendo dulces la oposición durará varios días. Ahora bien, créame si le digo que lo sucedido no me tomó por sorpresa. Es más, hasta diría que era de esperar en un país donde el clientelismo y el amiguismo político es moneda corriente. La historia de nuestro país está plagada de favores que se otorgan por el solo hecho de conocer a alguien con poder o que sea un funcionario de turno. En este caso le tocó caer a Ginés González García, el ministro de Salud que adujo desconocer el tema ya que se encontraba en Entre Ríos y que la vacunación de Verbitsky fue un error de su secretaria privada. Resulta algo inverosímil pensar que no conocía de la materia. Pero claro, en un tema tan sensible como lo es la lucha contra el coronavirus todo se magnifica, sobre todo cuando las dosis que llegan a nuestro país lo hacen en “cuotas”.
El que esté libre de pecados...
Por Mauro Meyer
Este lunes, en otro nuevo capítulo de un culebrón más en la política nacional, el Gobierno difundió una lista con personas que fueron vacunadas por fuera del sistema estatal. Son 70 personas que fueron vacunadas en el hospital Posadas. Entre ellas se encuentran el expresidente Eduardo Duhalde, su esposa Hilda González y sus hijos Juliana y María Eva. Su secretario privado Carlos Mao también es parte del listado. Los nombres siguen como los del embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, el procurador del Tesoro, Carlos Zannini, y su esposa, Patricia Alsua; el senador nacional Jorge Taiana y el diputado nacional Eduardo Valdés.
Ahora bien, estaría bueno averiguar ¿a quién llamó Duhalde como para conseguir que inoculen a toda su familia? Porque si González García pagó los platos rotos por ser el responsable de Salud, si hay otros funcionarios de otras áreas que también hicieron algún “favorcito” deberían seguir el mismo camino.
Ante el destape de la vacunación VIP el gataflorismo está a la orden del día. No escuché a nadie alzar la voz cuando algunos gobernadores se inyectaron con la Sputnik V, entre ellos Gustavo Bordet. Seguramente también lo hicieron algunos secretarios del gobierno provincial, justificados por el hecho de estar en permanente contacto con la gente u otros dirigentes. Considero que también se pueden tomar como ejemplo, porque muchos lo hicieron cuando había muchas dudas en torno a la efectividad o los efectos que pudiera tener la vacuna rusa. Incluso, algunos personajes nefastos de la oposición como la diputada del PRO por Córdoba Soher El Sukaria dijo en su momento: “Empezaron a vacunar y no sabemos qué mierda tiene la vacuna”. Esas palabras todavía resuenan en mi cabeza y espero ver su cara cuando reciba la primera dosis. Aunque soy medio ingenuo, porque seguramente ya se vacunó.
Así funciona muchas veces la maquinaria política en la bendita Argentina. De la boca para afuera se dicen muchas cosas para quedar bien con un sector, pero puertas adentro se hace totalmente lo contrario. Está claro que esta situación debilitará la imagen del presidente Alberto Fernández, sobre todo en un año electoral y donde se está discutiendo si las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) se suspenden o no. No tengo dudas de que si fuera por Juntos por el Cambio y los otros partidos que vienen atrás se tendría que votar mañana mismo. Pero esas son las reglas del juego, sacar provecho de los golpes que sufre quien está en el poder. Y vaya si Fernández los tuvo, en medio de una pandemia que no da tregua.
Mientras se espera por la llegada de más vacunas, Carla Vizzotti (la nueva ministra de Salud) garantizó un seguimiento claro en cuanto a quiénes van a recibir las dosis a partir de ahora. Cabe pensar que siendo la número dos en esa área también lo pudo hacer antes. Quizás hizo la vista gorda o pensó que hacerle un favor a un amigo está bien, siempre y cuando nadie se entere. Vuelvo a repetir, nada me sorprende. Los favores políticos existieron, existen y van a existir. Por eso, quien esté libre de pecados, que tire la primera piedra.