Está comprobado que la llegada de los días fríos eleva la presión arterial, y en este marco expertos recomiendan realizar un control médico a partir de los 30 años, sobre todo considerando que en la Argentina, según el Registro Nacional de Tensión Arterial (Renata) –llevado a cabo en 2016– el 36,3% de los argentinos padece hipertensión arterial (HTA), y además se estima que existe un 39% de la población que es hipertensa pero no lo sabe.
Presión arterial: advierten que el frío provoca que aumente
Por Vanesa Erbes
Se trata de una enfermedad crónica, y al no detectarse y controlarse adecuadamente se transforma en un importante factor de riesgo: puede provocar desde un accidente cerebrovascular (ACV), hasta un infarto de miocardio, alguna afección renal u otras enfermedades cardiovasculares.
El médico cardiólogo de Paraná Joaquín Serra, quien es magíster en Hipertensión Arterial, expresidente de la Sociedad de Cardiología de Entre Ríos, y actual vocal de la Sociedad Argentina de Hipertensión, dialogó con UNO sobre este tema y señaló a que sólo uno de cuatro pacientes diagnosticados está correctamente tratado, lo que también supone un riesgo.
Asimismo, confirmó: “Está comprobado que las bajas temperaturas aumentan la presión arterial. Es común que los pacientes en invierno tengan los valores más altos y eso hace que en general haya que adecuar el tratamiento”.
En este contexto, añadió: “Desde el punto de vista cardiovascular, no sólo la presión arterial aumenta con el frío, sino también los eventos coronarios. Los pacientes que tienen enfermedad coronaria, que son los que tienen tapadas arterias del corazón, al frío lo sufren mucho más”.
Sobre los efectos que generan las bajas temperaturas, precisó: “Cuando hace frío las manos se ponen blancas, porque los capilares se contraen, y en una situación extrema incluso se ponen azules porque no hay prácticamente circulación. Al contraerse infinidad de vasitos a nivel de la piel, hace que se incremente lo que se llama resistencia periférica y genera un aumento de la presión arterial como mecanismo principal”.
A su vez, advirtió que determinados cambios de hábitos impactan en la presión arterial: “En general la gente en invierno tiene tendencia a consumir comida con mayor cantidad de sal, tipo guiso, locro y demás, con un requerimiento calórico mayor, y eso también empuja la presión para arriba. Además, en esta época del año muchos hacen menos actividad física, porque los días son más cortos y otros motivos, y actividad física baja la presión igual que el medicamento”, aseguró.
Sobre este punto, alertó: “Estos factores tienen como consecuencia un aumento del peso, y cuando esto ocurre sube la presión”.
Por estos motivos esta enfermedad, comúnmente llamada el “asesino silencioso”, debido a que en general es asintomática y lesiona los órganos vitales si no se detecta y controla oportunamente, debe tratarse no sólo con medicamentos prescriptos por el médico, sino además un plan de actividad física regular y un adecuando control del peso. “Esto es crucial para un buen control de la presión”, explicó Serra.
Factores de riesgo
El especialista recordó que una de las consecuencias de la hipertensión no tratada correctamente es el infarto, y observó: “Es absolutamente conocido e incluso hay registros de cómo la enfermedad cardiovascular, principalmente el infarto, se da cada vez más en pacientes jóvenes. En el siglo XX difícilmente se daba por debajo de los 55 años, y los médicos en los consultorios de Paraná hace muy poquitos días hemos tenido varios pacientes con infartos por debajo de los 40 años”.
“A esto lo estamos viendo con mayor frecuencia, y obviamente tiene que ver, en primer lugar, con el crecimiento exponencial que tiene la obesidad en todo el mundo occidental, de la mano del sedentarismo y la comida chatarra, e incluye el componente del estrés, que a eso lo tenemos mucho más agudizado”, sostuvo.
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También mencionó: “Por otro lado, en las mujeres el infarto era una patología que llegaba muy tardíamente en la vida, y desde que la mujer empezó a salir a trabajar y a comer comida chatarra, a fumar, la enfermedad cardiovascular también se ha adelantado en ellas. Incluso es frecuente que mujeres que estén en la premenopausia tengan problemas cardiovasculares, cuando en el siglo pasado era una excepción”.
Por otra parte, señaló que la pandemia tuvo un impacto muy profundo en la salud en general y hoy se advierten varios de sus efectos en la calidad de vida de las personas: “A eso lo vemos actualmente todos los días en el consultorio. Uno de los mayores impactos se dio en personas de mayor edad, que es a las que más las afectó el Covid y en las que más miedo generó, por supuesto de modo fundado. Eso hizo que mucha gente ya en la tercera edad que era activa, que salía a hacer actividad física, a realizar sus trámites, que se movía mucho por sus propios medios, después de un encierro tan prolongado como el que tuvimos perdiera ese ritmo. Mucha gente se debilitó en esa sana costumbre y empezó a delegar en hijos, en nietos, y actualmente se ve con muchísima claridad que no han podido volver al nivel que tenían en prepandemia”.
Cambio climático
Acerca de cómo puede impactar en la hipertensión arterial este invierno atípico, con fuertes cambios en las marcas térmicas, en el que hay días con temperaturas máximas de un dígito y otros que rondan los 30°, Serra explicó: “Cuando los cambios de tiempo son bruscos y se vienen un par de días el calor, no cambia tanto el enfoque, porque es una cuestión transitoria. Puede haber un aumento aislado pero no sostenido. A lo que sí predisponen estos cambios de temperatura es a las enfermedades respiratorias, a infecciones como la neumonía, por ejemplo, que puede agravar la enfermedad cardíaca”.
Por último, más allá de los factores de riesgo, recomendó a toda persona mayor de 30 años a realizar una evaluación médica para determinar el nivel de hipertensión arterial y de colesterol, ya que un diagnóstico a tiempo salva vidas, y en este sentido la prevención es clave.
















