El pollo registró fuertes aumentos en marzo, generando una suba total de entre el 50% y el 75%. Entre las causas de esta escalada en los precios, se registró un marcado crecimiento de la demanda tras el notable incremento de la carne vacuna, frente a una oferta que se mantuvo estable o incluso de vio reducida ante la mortandad de aves en los galpones, como consecuencia de la ola de calor que se extendió el mes pasado. En este contexto, productores avícolas afirman que “si bien los galpones tienen mucha tecnología, el ambiente que se crea es muy pesado”, impactando en los volúmenes de producción.
Pollo: la falta de insumos puede afectar su producción
Por Vanesa Erbes
Si bien se espera que esto se normalice con un descenso de la temperatura, no será inmediato, sino de manera paulatina. No obstante, el sector de los criadores afronta otros inconvenientes que pueden agudizar la caída del stock. Ricardo Unrrein, presidente de la Cámara Argentina de Productores Integrados de Pollos (CAPIP), analizó la situación y señaló a UNO: “El tema del aumento del precio se da porque hay muchas instalaciones que no cuentan con los elementos para refrigerar. Esto se da a causa de lo poco que nos pagan a nosotros y no podemos invertir. Pero además ocurre que no se están consiguiendo artículos que tenemos que reponer periódicamente, como algo tan simple como es una boca para el sistema de riego para los pollos, ya que es todo importado y no hay ingresos de dichos elementos”.
En este marco, observó: “Tenemos problemas por todos lados para conseguir nuestros insumos. No se consiguen tampoco plastillera para las cortinas, además de que son cada vez más caras. Hay productores que tienen que cambiarlas pero no pueden, porque no hay ingresos del exterior. Esto impacta en la producción, y va a repercutir ahora cuando llegue el invierno”.
“Siempre se trata de cambiar las cortinas que ya cumplieron su ciclo en abril o mayo, antes de ingresar la temporada más brava, que es la del frío, pero es imposible porque no se están importando. Y no quiero pensar qué va a pasar cuando realmente empiecen los fríos y necesitemos repuestos para las estufas, que tienen el cono que por su natural uso se va quemando; y cada año y medio, o cada dos años, hay que renovar esas piezas y no se están consiguiendo. Aparte de ser costosos, hoy no hay stock porque todo viene de afuera: lamentablemente en el país no se producen repuestos para los insumos de producción”, subrayó el presidente de CAPIP.
Otra de las cuestiones que preocupan al sector de los criadores es la falta o escasez de alimentos para los animales tras la pérdida de las cosechas de maíz y en parte, de soja. Sobre este punto, Unrrein advirtió: “Todo el proceso de crianza lo hacemos los productores, quienes recibimos el pollito a tres o cuatro horas de nacido, hasta que se faena, entre los 42 y los 48 días. El frigorífico es el que entrega el alimento a las granjas, y nos pagan por animal y estamos sujetos a una tabla de un rendimiento, que es irrisoria porque vamos atados a lo que rinda el pollo en peso, según el alimento que consumen, pero no intervenimos en la determinación de la calidad del cereal que van a ocupar para hacerlo, y hoy esos cereales están viniendo con muchos problemas”.
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En torno a este tema, explicó: “Se notan los efectos del silo bolsa, que le trajo una solución al productor agropecuario pero para el productor avícola es un problema: ese cereal, al estar mucho tiempo dentro de los silo bolsas se descompone y cría hongos que son perjudiciales para la alimentación de los animales”.
“Crece menos el animal y engorda más lento, porque el alimento que nos entrega el frigorífico tiene que tener entre 1.700 y 1.900 calorías por kilo. Y al estar el cereal con menor proteína ese alimento no tiene las calorías necesarias. Ahora escuché que está entrando mucha soja con grano verde y eso va a repercutir en una mala alimentación para el pollo, justamente porque no va a tener las proteínas adecuadas porque la soja no tiene una correcta maduración para tener el valor energético requerido”, refirió, y aclaró que por ahora no tienen faltante de alimento, pero se trabaja con lo justo.
Por otra parte, alertó: “Ahora con este plan del Dólar Soja 3, seguramente más le van a aumentar el precio de la soja a los frigoríficos, y lo van a trasladar al producto final, que es el pollo”.
Panorama difícil
Unrrein advirtió que todos estos inconvenientes pueden extender la baja producción en los próximos meses, y terminar impactando en los precios del mercado. Por ende, podría seguir subiendo el precio del pollo.
Sin embargo, contó que a la cadena de producción no llegan los incrementos necesarios para sostener la rentabilidad, que se redujo notablemente en los últimos años, generando cierres de granjas en la provincia. Sobre este punto, comentó: “Productores activos, según datos del SENASA, somos unos 2.100. Se van achicando permanentemente esta cifra: hace tres o cuatro años éramos 2.400 y ahora los últimos años han cerrado al menos 300 granjas porque no es rentable y no se consigue gente para trabajar, porque es una tarea de la que hay que estar pendiente las 24 horas mientras está el ciclo de crianza, que dura unos 48 días”.
“Aparte, los frigoríficos son unilaterales y fijan ellos el precio cada 90 días aproximadamente. En la Costa del Uruguay hay más granjas y le están pagando al productor entre 40 y los 50 pesos por pollo; acá en la costa del Paraná estamos cobrando entre 60 y 70 pesos por ave, con costos de producción que suben constantemente”, contó por último.