¿Qué de nuevo se puede contar sobre la dictadura? Es una pregunta recurrente, que alguna vez seguro habrá rebotado en las redacciones de los medios de este país. ¿Cómo ser original, no repetir, ni copiar, ni dejar de lado lo actual y urgente por hablar de cosas del pasado? Pues bien, la respuesta es que esta fecha dispara cada vez nuevas historias, relatos desconocidos para el gran público u ocultos incluso para los más informados. La respuesta es que cuando los 24 de marzo se aborda lo que ocurrió durante el pasado argentino reciente, se está abordando al mismo tiempo el presente. Es así, aunque parezca contradictorio, no sólo porque las consecuencias del terrorismo de Estado persisten en la actualidad, sino también porque mucho de lo que empezó ayer todavía no concluyó.
Las heridas abiertas de la memoria
Por Alfredo Hoffman
Diario UNO publica este viernes en su edición digital una serie de producciones que refrendan lo anterior. Con herramientas transmedia, en unoentrerios.com.ar y sus redes se podrá encontrar, por ejemplo, la historia de superación personal de Gastón Mena, un hombre que durante su infancia debió transitar por lo impensable. Si alguien tuviera la tarea de escribir un guión sobre los alcances que podría tener la maquinaria del mal, no se le ocurriría que un niño muy pequeño pierda a sus padres a manos de los genocidas; que quede solo en una casa con otros bebés y chicos de muy corta edad; que vaya a parar a la casa de parientes que lo maltrataban; que huya de esa casa con la calle como destino durante años; que con los años descubra que sus padres están desaparecidos y que además tenga un hermano o hermana que fue robado o robada al nacer y que vive con una identidad falsa en algún lugar del mundo. La búsqueda de Gastón es algo que sucede ahora, que de ninguna manera forma parte del pasado y mucho menos es ficción. También es hoy que es escolta de la bandera en la Secundaria de Jóvenes y Adultos de la Escuela Hogar de Paraná.
En la web también se puede leer un informe con infografías sobre el estado actual de las causas por delitos de lesa humanidad cometidos en Entre Ríos durante la última dictadura. Son 20 procesos con distintos grados de avances o cajoneos en los que se investigan crímenes como secuestros, torturas, robos de bebés, asesinatos y desapariciones forzadas. Entre los imputados y los condenados hay militares, policías y civiles. Hay también denuncias por las que todavía nadie rindió cuentas a la Justicia. Y hay víctimas que todavía son víctimas: personas que desconocen su verdadera identidad, que no saben quiénes son su padre, su madre, sus abuelos, sus hermanos y hermanas. Hay otras que no pueden superar lo que hicieron con su humanidad o con la de sus parientes o amistades. Hay huesos esparcidos por el territorio del país y de la provincia, en fosas clandestinas y en el fondo del mar y del río Paraná.
Se puede también ver y escuchar a Eva y Ramona, dos hermanas de Ramón Héctor “Pichón” Sánchez, quien fue secuestrado, torturado y desaparecido un año antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Se puede recorrer con ellas el centro clandestino de detención donde permaneció “Pichón”, un lugar a dos cuadras de la plaza principal de Paraná donde hoy funciona un club de música. Es una casa antigua que todavía conserva en el fondo dos calabozos y en uno de ellos están las marcas en las paredes que dejaron los presos políticos, entre ellos Ramón. El cuerpo de este muy joven militante peronista apareció días después de su secuestro, cuando el río lo devolvió a la orilla. Este crimen imprescriptible fue el prólogo del terrorismo de Estado y todavía permanece impune. El reclamo de justicia es ahora.
Estos son apenas tres ejemplos de la vigencia de la consigna de Memoria, Verdad y Justicia que enarbolan los organismos de derechos humanos todo el año y con más énfasis en esta fecha. Hay miles más que estarán reflejados en otros medios, las redes sociales y en el diálogo espontáneo de quienes se sienten interpelados y conmovidos por las heridas que siguen abiertas.