La acuicultura es una actividad relativamente joven en la región y se le viene prestando mucha atención a su desarrollo, sobre todo a partir de la bajante histórica de los ríos que aquejó al Litoral en años anteriores, que afectó de algún modo la pesca extractiva. Pero también se pone el foco en su potencialidad como una actividad económica cuya producción puede llegar a exportarse en un futuro.
La acuicultura se afianza, proyectando exportar en el futuro
Por Vanesa Erbes
En este contexto, esta semana la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lleva adelante una misión en el país promoviendo un trabajo conjunto con los gobiernos locales para fomentar la actividad, que puede ser clave para la economía, ya que en 2023 se espera que siga creciendo.
Si bien en Entre Ríos se vienen expandiendo los emprendimientos del sector, la posibilidad de abastecer a parte del mercado externo es todavía un anhelo. Se avanza en esto paso a paso, afianzando algunas bases. Al respecto, Pablo Gudiño, coordinador de Pesca y Acuicultura de la provincia, comentó a UNO: “Entre Ríos adhirió el año pasado a la Ley Nacional y todo es muy nuevo. Si bien hay actividad hace 30 años en la provincia, se está buscando darle un orden dentro de lo que establece la Ley Nacional, y estamos trabajando en eso con la Dirección de Acuicultura de la Nación”.
La norma que menciona Gudiño es la Ley 27.231 de Desarrollo Sustentable del Sector Acuícola que “tiene por objeto regular, fomentar y administrar, disponiendo las normativas generales necesarias para su ordenamiento, el desarrollo de la actividad de la acuicultura dentro del territorio de la República Argentina”, según indica en su articulado.
El funcionario contó que en Entre Rios “hay entre 10 y 15 emprendedores en el rubro, de distintas características”, y evaluó: “La actividad es muy nueva e incipiente, comparada con la estructura que tienen Misiones, Corrientes, Santa Fe y otros lugares como Río Negro. Así que estamos generando las bases para que las próximas gestiones de gobierno puedan llevarlo a otro nivel, dentro de la agenda de Nación. Actualmente se está llevando a cabo “acciones administrativas para ir normalizando la actividad para que los productores puedan estar en el Registro Nacional de Acuicultura, y tratando de incentivar a otros emprendedores para que inviertan en este tipo de actividades, acompañando a la Universidad Autónoma de Entre Ríos, que dicta una tecnicatura en Acuicultura en Diamante, para contar con técnicos que lleven la actividad al nivel que se espera”.
Por otra parte, reflexionó: “La provincia tiene una posibilidad enorme de exportar, pero hoy lo poco que se produce es para el mercado interno y para generar la reproducción. En eso están trabajando nuestros pequeños emprendedores. El caballito de batalla que tenemos en Entre Ríos es el pacú, pero también se está probando con boga, sábalo, y en la zona de Villa Paranacito con pejerrey. Se intenta buscar una variedad para que el día de mañana podamos tener una producción que pueda competir en el mercado regional y luego poder exportar. A eso es a lo que se apunta”.
Asimismo, analizó: “A nivel mundial el consumo de carne de pescado se divide en un 50% en productos de la pesca extractiva y un 50% producto de la acuicultura. En nuestro país, estamos muy lejos de eso, porque el 90% de la carne que se consume y se exporta es de la pesca extractiva y es muy poco el porcentaje que proviene de la acuicultura. El ideal es llegar a equipararlo”.
Uno de los pioneros en acuicultura en Entre Ríos es Sebastián Almará, quien mudó hace tiempo a Concordia su emprendimiento Pezcampero para tener un desarrollo de la actividad con mejores condiciones ambientales, ya que el frío del invierno puede devastar una producción de este tipo. En la localidad del norte entrerriano logró instalarse en un predio con acceso al agua termal en el que consigue mejores resultados en menor tiempo. En su granja acuícola se dedica a la cría y engorde de pacú, y a la reproducción de alevines de otras especies, como boga, sábalo, carpas chinas, abasteciendo a varios criaderos del país.
El miércoles participó en Corrientes de una reunión de productores con delegados de la FAO y confirmó que el organismo “viene a apoyar a la Argentina para que implemente modelos productivos para pequeños y medianos acuicultores”.
No obstante, aclaró que la exportación es un proyecto que llevará su tiempo, y dijo: “Se habló de una fuerte inversión en una empresa muy importante del sur para producir truchas y eso es lo que se va a exportar próximamente. Va a pasar a ser el mayor emprendimiento de acuicultura del país, pero con inversiones y capitales privados. La trucha tiene un valor internacional muy interesante, creo que son 1.200 dólares la tonelada. Y tiene un mercado importante porque se conoce en todo el mundo, que no es el caso de nuestros peces del Litoral”.
A su vez, evaluó: “La principal dificultad para exportar lo nuestro son los volúmenes: para exportar, un cliente de afuera te pide mínimamente un contenedor cada 15 días; y un contenedor son 18.000 kilos, es decir 18 toneladas. Nadie puede producirlo actualmente”.
“Nosotros vamos a llegar este año a las cuatro o cinco toneladas. Y para el año que viene tenemos previsto hacer cinco, seis y un poquito más, pero no tenemos superficie”, explicó.
Expansión
Almará trabaja junto a su hijo y ambos son técnicos en Acuicultura. Hace 16 años que se dedica a este rubro y hoy puede abastecer a otros productores. Al respecto, comentó: “Estoy en Concordia. No tengo mucho espacio pero sí tengo agua termal y esto me permite producir pacú todo el año. Lo que estamos haciendo a partir de esta posibilidad es sumar productores de distintos lugares de Entre Ríos y en vez de venderles el alevín, que es el pez chiquito, les vendemos el juvenil. Entonces, el productor hace un ciclo más corto de producción, que ya no es un año y medio sino que son seis o siete meses. Se lo damos después de que pasó el invierno, con 200 gramos en promedio, y él lo engorda. De esa forma, además de las cuatro o cinco toneladas que vamos a hacer de manera directa este año, indirectamente sumamos 12 toneladas más de la gente que compra el juvenil. Y nos estamos preparando para sembrar, en octubre de 2023, para llegar indirectamente a las 40 toneladas. Apuntamos a eso a corto plazo”.
Almará recordó que el ciclo de cría es de 16 meses para el pacú que llega al plato. “Es muchísimo y el problema es el invierno, porque el frío puede llegar a matar los peces. Nuestro proyecto es que el productor se olvide del frío, y aparte de depredadores como los pájaros, las garzas, porque ya le damos el pez más grande y lo único que debe hacer cuando arranca ya en el segundo tramo es engordarlo hasta marzo o abril, que es cuando se comercializa”.
Por otra parte, explicó cómo es la demanda: “Lo que se busca es un pez del tamaño de un plato, que son de 1,2 kilos vivo. De ahí te quedan dos porciones despinadas de 450 gramos, que es lo que se busca comercialmente cuando uno apunta al restaurante. El público a lo mejor busca un pescado más grande, pero si llega a un mayor tamaño el pacú de criadero es feo, porque va a tener mucha grasa”.
“La demanda es continua y no damos abasto, por eso tenemos la idea de que se sume más gente a engordar a partir del juvenil nuestro y después poder comercializarlo juntos. De este modo no es imposible que podamos exportar en un futuro: nosotros tenemos un cliente que ya arrancó con una producción importante que va a llegar a las 4 toneladas, y otro que va a andar pisando las 10 toneladas en el primer año, pero con idea de crecer más. A lo que apuntamos de acá a dos años es a superar sin dudas las 50 toneladas”, concluyó.