Si bien no se conoce con exactitud cuántos vehículos circulan en Paraná, se advierte que la plaza automotriz sigue creciendo. Y más allá de los inconvenientes que generan las calles abarrotadas, surgen serios problemas al momento de estacionar, sobre todo en la zona céntrica, a la que llega mucha gente que debe hacer trámites o que trabaja en ese sector de la ciudad y deja su auto por varias horas mientras cumple con sus obligaciones laborales.
Estacionar en la zona céntrica es cada vez más complicado
Foto: UNO/Mateo Oviedo.
Situarlo en la calle o en un estacionamiento es el principal dilema con que se encuentran los conductores. Buscar un lugar seguro es una premisa y por eso muchos optan por la segunda opción. En este sentido, Ariel, un vecino que dejó ayer el auto en una playa de calle Perú para hacer un trámite por dos horas contó a UNO: “Prefiero dejarlo en este lugar antes que en la calle porque es más fácil y más seguro, y no hay que dar tantas vueltas para conseguir lugar”, dijo. Benjamín, un joven que estacionó allí su moto, señaló: “Elijo dejarla en un lugar que esté controlado más que nada, por cualquier cosa”. Y Ernesto, un señor mayor, concordó: “Es más cómodo y seguro, y es céntrico, a dos cuadras de todo”.
Hay playas de estacionamiento que cobran 200 pesos la hora pero se llenan pronto, sobre todo en horarios pico y a cierta altura del mes. Otras tienen una tarifa de 300 pesos la hora.
Si se tiene que hacer una diligencia que demanda una o dos horas, no se siente tanto el costo. Eso explica la gran demanda en las playas de estacionamiento la primera quincena de cada mes, sobre todo por las mañanas, que es cuando operan bancos y organismos públicos. Franco, quien atiende un estacionamiento a dos cuadras de la Peatonal donde cobran 200 pesos, comentó a UNO: “Hay mucha demanda y hay días que se llena, sobre todo en horarios pico, de 9.30 a 11.30 por ejemplo, y es del 1° al 15 del mes, que la gente viene a hacer trámites. Creo que prefieren dejar el auto un lugar como este principalmente por el tema climático y las palomas, y desde mi punto de vista, porque hay muchos inspectores”.
Acto seguido, analizó: “Me parece que Paraná no está bien diseñada para estacionar, no están preparadas las calles: se pensaron más para circular que para estacionar”.
Pablo, un joven que trabaja en otra playa de estacionamiento cuya tarifa es de 300 pesos la hora y está situada a una cuadra de la que atiende Franco, agregó: “Mucha gente prefiere pagar estacionamiento más que nada porque las opciones se van acortando cada vez más, en el sentido de que estacionar en la calle se hace cada vez más complicado, porque no se puede en ciertos lugares pero no están bien señalizados, y si dejas el auto te la jugás a que te pongan una multa. A mi suegra le pasó”.
También opinó que la mayor demanda se registra del 1° al 15 de cada mes: “Es cuando hay que pagar el banco, la tarjeta, la luz. La gente deja el vehículo una hora, o dos si hay mucha cola en el lugar al que va, pero suele resolver así que su auto quede en lugar seguro. Hay varias cocheras e la zona y todas con mucha demanda, sobre todo a principios de mes”, observó.
Estacionar en la calle
Depositar el vehículo en una playa de estacionamiento durante una jornada laboral de seis u ocho horas impacta considerablemente en el bolsillo del usuario. Y quienes no tienen más alternativa que dejarlo en la calle porque significa un presupuesto pagar un lugar en el que esté al resguardo, deben lidiar con algunos inconvenientes, y en este marco la queja generalizada apunta hacia los denominados “cuidacoches” o “trapitos”, o “tarjeteros”, como prefieren ser llamados quienes cumplen con la presunta labor de cuidar el auto hasta que retorne su propietario.
Se trata de un trabajo no regulado en la actualidad –pese a que muchos esgrimen pertenecer a una cooperativa–, y sobre el que los mismos tarjeteros vienen pidiendo respuestas al municipio: “Trabajamos a voluntad, dado que el Municipio no nos provee las tarjetas que tenemos para vender, sino que las compramos. No nos regalan nada”, había explicado a UNO Carina Martínez, una de las integrantes de la agrupación que en noviembre pasado encabezó un reclamo frente a la plaza 1° de Mayo en compañía de otras organizaciones sociales, con el objetivo de pedir a la Municipalidad una ordenanza que contemple el estacionamiento medido y esto le permita desempeñarse a los 240 tarjeteros nucleados en Paraná.
Mientras tanto, sin una definición sobre el tema y sin un parámetro acerca de a quién pagarle en esos casos y cuánto, se generan un sinfín de conflictos que parecen no tener solución. Carina, quien deja su auto en la calle en el centro para ir a trabajar, mencionó: “Me cobran los trapitos 100 pesos. Es lo que imponen y si no le das, te roban cosas o te rayan los autos. Es una vergüenza”. Lorena, en una situación similar, añadió: “Le ha pagado al trapito que está cuando dejo el auto, y cuando vuelvo hay otro y me exige que pague de nuevo. No me dejan opción y son 100 pesos a cada uno. Hay otros que, según el lugar, ya tienen un monto fijo de 200 pesos”. Rosana optó por acordar un pago semanal pero no quedó exenta de reclamos: “Siempre le parece poco al trapito de la cuadra donde dejo el auto, y esto sumado a lo bastante mal educado respecto al trato para con quienes estacionamos”, manifestó.
Diego, quien vive en zona céntrica, contó a UNO que al margen de las exigencias monetarias a veces desmedidas de quien cuida los autos en la cuadra, un domingo llegó otro “trapito” cuya presencia no era habitual y al asomarse al balcón porque sonó la alarma, lo vio barreteando la puerta de su auto, por lo que llamó al 911.
Acerca de esta cuestión, Matías, quien trabaja en un organismo público en la zona céntrica, subrayó a UNO: “Hay que hacer algo con los cuidacoches. Lo que se percibe en la zona céntrica es que los tarjeteros han avanzado en las atribuciones que se toman. Hay muchas quejas sobre sus tratos y lo de la colaboración se terminó hace mucho: te exigen cierta cantidad de dinero. Compañeras mías de oficina que se quejaron por el importe se han encontrado directamente con los vehículos dañados, y con algunos comentarios que rozan los aprietes. A un conocido le dejaron un cartel intimidatorio porque el día anterior se fue sin pagar porque no lo vio”.
“Además de autos rayados, en mi caso, tuve que llamar al 911, que acudió inmediatamente y se comportó excelente, por la amenaza que recibí de un cuidacoches que resultó no estar habilitado con el permiso que corresponde”, agregó.
Sobre este tema, analizó: “Se genera un conflicto entre laboral y social que es de difícil resolución. Sé que no hay que generalizar, porque hay algunos que te cuidan el auto, te lo lavan, están buscando generar ingresos, y a fin de cuentas son personas que están en una situación laboral no resuelta. Pero hay otros que no, y se nota que en proporción ha aumentado considerablemente este último tiempo la cantidad de cuidacoches, y el ciudadano promedio que antes miraba alguno con empatía y le daba una moneda por considerarlo alguien que no consigue trabajo, ahora lo ve como el tipo que puede llegar a romperle el auto”.
En este contexto, observó que esta cuestión generó en la zona donde trabaja y en el radio céntrico en general, una mayor demanda de cocheras, por lo que no se consiguen: “Todos mis compañeros están buscando cocheras en la zona y no hay. Nos enteramos de algunas que cobraban 7.000 pesos por mes, que me parece un montón, pero así y todo se ocuparon enseguida. Nos dijeron que no se consiguen justamente por el vandalismo que hay en la calle. Es como que se han puesto muy agresivos algunos cuidacoches, y creo que es urgente que se trate este tema de parte de las autoridades, porque esto se ha desbordado”, concluyó.