Como cada final de año esta época invita a reunirse frente a la mesa con aquellos seres queridos y personas con quienes no podemos compartir en otras instancias. Para muchos que ya somos mayores no podemos evitar recordar con cierta nostalgia la consagrada siesta para “no perdernos a Papá Noel”, reencontrarnos con la familia, el numeroso grupo de primos o los amigos del barrio, quedarnos hasta un poco más tarde de lo normal, disfrutar la tradicional comida de ese ser querido tan especial, recibir un sobre de la abuela que guiñaba un ojo de forma divertida y, desde luego, salir a ver los fuegos artificiales a las 00 para luego entrar a la casa donde, mágicamente, aparecían los regalos.
Cómo sobrevivir la mesa de Navidad (sin pelearse en el intento)
Por Fedra Venturini
Más que en otros años, la frase "en la mesa de Navidad no se habla de fútbol, religión o política" se repite constantemente
El 24 de diciembre es también la oportunidad de fortalecer los vínculos familiares y afectivos a pesar de cualquier diferencia o distancia que se interponga. Sin embargo, desde hace varios años, el complejo contexto político, social y económico en Argentina es un tema presente que se avivó a lo largo del 2023 y afectó notablemente en el ánimo de la ciudadanía, por lo que existe una gran probabilidad que el descontento general se traslade a lo que debería ser un clima festivo.
En estas Fiestas, más que nunca, la regla que se decía un poco en broma de “no hablar de política, fútbol o religión” se hará casi una ley antes de servirse siquiera la ensalada.
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Frente a este tipo de circunstancias muchas personas, que son conscientes de sus posturas opuestas a los demás comensales y que no desean generar un clima hostil en las festividades, pueden llegar a interrogarse: ¿Qué puede hacerse en estos casos? ¿Evitamos hablar del tema o expresamos la opinión? Se debe entender que no existe una única forma de vivir la Navidad y cada familia la transita de forma distinta, por más que algunas tradiciones se repitan. Hay vínculos que son demasiado estrechos y vale la pena saber cuándo guardar silencio para, también, no arruinar el recuerdo de los más pequeños que podrían presenciar el incómodo momento y que tienen el mismo derecho que los adultos quienes alguna vez fueron niños, de formar estos recuerdos y vivirlos con alegría e ilusión.
Aprovechemos el encuentro, recordemos momentos mejores y anécdotas graciosas, escuchemos un buen tema de Los Palmeras, Ráfaga o el Gordo Luis para levantar el ánimo y bailar de forma ridícula, pues con eso tendremos el sustento para el relato del próximo año. Después de todo, estos últimos días tienen el objetivo de que podamos reírnos un poco más, romper con la rutina cotidiana y recordar aquellas cosas buenas que se vivieron en medio de un 2023 que quizás no fue el mejor para todos. Recordemos también que el tiempo pasa demasiado rápido como para estar enojados, ofendidos u ofuscados con otra persona que amamos y no sabemos qué nos puede deparar el destino.
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Navidad: la contención social surge del corazón de barriosLas Fiestas son para encontrarnos con las personas que más queremos y es imprescindible acordarse que no existe ninguna regla donde se explicite que estamos obligados a querer o formar un vínculo con aquella persona que tiene una relación de sangre, pero no afectiva. Hay que tener presente que los amigos son la familia que uno elige y el hecho de que el mismo ADN no esté presente, no implica que sea menos valioso el vínculo. Reúnase con aquellos que provoquen la risa hasta el dolor de panza, que es una de las sensaciones más agradables y tan infravaloradas en la actualidad, pero que hace un gran bien a la salud mental.
Finalmente ayude a limpiar antes de irse (su anfitrión se lo agradecerá encarecidamente), si toma por favor no maneje (ni tampoco se desconozca con los demás comensales), o designe un conductor abstemio, intente no decir las expresiones “DNU”, “Milei”, “K”, “planeros”, “casta” o términos similares y recuerde tener a mano un digestivo para después de la cena. Sin embargo, lo más importante, si tiene a alguna persona pequeña a su alrededor (hijo, nieto, sobrino, hermano) que transita sus primeros recuerdos navideños, viva junto a él o ella ese instante porque todos los adultos daríamos un reino para volver a sentirnos como si no tuviéramos una preocupación en el mundo.