"¿Pueden contar algún anécdota gracioso que les haya ocurrido en estos cuarenta años de amistad", le pregunta UNO a Claudia y Marisa, dos amigas incondicionales de Paraná que tienen 44 años. Ellas están sentadas en la amplia mesa de la recepción del UNO y estallan en risas y carcajadas. Se miran cómplices, como si se leyeran la mente. Seguramente en sus cabezas hacen un repaso de cosas que les pasaron y que tienen distintos grados de matices.
Claudia y Marisa, dos amigas incondicionales que llevan cuatro décadas juntas
Por Lucila Tosolino
Foto UNO/Juan Ignacio Pereira
"Tenemos muchísimos anécdotas, algunos son impresentables porque están relacionados a alguna salida a un boliche en donde tomamos alcohol. Y después tenemos otros que tienen que ver con tardes o noches que involucran charlas eternas y risas hasta la madrugada", cuenta Claudia mientras mira a Marisa y ambas vuelven a reírse.
La historia de Marisa y Claudia es preciosa. Se trata de dos mujeres que nacieron en Paraná y que el destino las cruzó para que se conviertan en amigas inseparables.
Todo empezó en el jardín de la Escuela Normal Superior "José María Torres" de la capital entrerriana. Allí, estas chicas se conocieron aunque no recuerdan bien quién dio el primer paso.
"No me acuerdo bien quién se acercó a quién para hablar y así empezar nuestra amistad. Éramos muy chicas, estábamos en el jardín", indica Marisa y Claudia agrega de modo gracioso: "Aunque seguramente fui yo porque soy muy mandada".
Las mujeres vuelven a reírse. Se las nota muy contentas, felices. Hacen de la entrevista un diálogo ameno que eleva lo cotidiano a la categoría de extraordinario debido a su buena onda y predisposición.
"Luego del jardín vino la Primaria y después la Secundaria. Siempre fuimos a la Normal y ahí empezó y creció nuestra amistad, pero ésta se fortaleció mucho más después de la escuela", apunta Marisa e indica que no siempre fueron a la misma división, pero éso no evitó que su relación de amistad se cortara, sino todo lo contrario, perduró.
"Y éso tiene más mérito porque es como que nosotras nos conocimos, nos hicimos buenas amigas, las mejores y hoy somos como hermanas de la vida que nos elegimos", señala Claudia, quien es mecánica dental mientras que Marisa es docente de arte.
Incondicionalidad
Las amigas son personas que uno elige por afinidad, las seleccionas por tener muchos aspectos en común como formas de pensar y el estilo de vida. Según los psicólogos, las amigas pasan a ser un sistema de apoyo emocional importante, de tal forma que son las primeras personas a las que una mujer busca cuando necesita ayuda o un consejo, cuando quiere divertirse o reflexionar acerca de la vida y hasta cuando quiere aliviar los pesares o disfrutar una simple taza de café o comer algo.
Como reza una frase popular: "Con las amigas se dividen las penas y se multiplican las alegrías". En este sentido, los beneficios de tener amistades certeras y duraderas van desde compartir y aprender a cooperar, hasta tener consuelo en etapas difíciles en las cuales una amiga sabe perfectamente cómo acercarse y hacer uso de la empatía que existe entre ambas.
Al respecto, Mari, como le dicen a Marisa, y Clau, como le llaman a Claudia, indican que ellas tienen muchas cosas en común. "Desde la curiosidad que tenemos por la vida hasta la manera de pensar tenemos en común. Pero lo más importante es respetar el opinión del otro, acomodarse al otro y estar", expresa Clau y agrega que su vínculo nunca se rompió a pesar de que pasaron muchos años separadas.
Resulta que Mari y Clau terminaron el Secundario en 1990 y al año siguiente, Claudia se fue a vivir a Córdoba y estudiar Turismo. En esa provincia estuvo siete años antes de volver a Paraná. Mientras que Marisa vivió diez años en Santa Fe.
"Pasamos mucho tiempo separadas, pero siempre nos mantuvimos en contacto y la relación nunca se rompió. Fue por una decisión nuestra el no separarnos y seguir siendo amigas. Nosotras nos volvimos a elegir con el tiempo", relata Clau y rescata la incondicionalidad que tiene su amistad.
"Es muy importante estar tanto en las buenas como en las malas. Escuchar, dar consejos, entender y comprender al otro, son cosas fundamentales en una relación", amplía Mari al tiempo que mira a su amiga y vuelve a reírse junto a ella.
Ambas son dinamita, diría cualquiera que las ve juntas. Resulta que son muy graciosas y nunca apartan una sonrisa de sus rostros. Bien predispuestas, caminan con UNO hacia la Plaza 1º de Mayo para que el reportero gráfico les tome unas fotos con el sol del mediodía.
En el trayecto, las mujeres cuentan que ellas se consideran familia. "Marisa es la hermana que elijo en esta vida, se trata de una amistad tan fuerte que con el tiempo perdura y que luego de pasar tantos años juntas, ella se vuelve mi hermana, parte de mi familia", dice Clau y Marisa coincide: "Es así, ella es mi mejor amiga, mi hermana de la vida y lo bueno es que puede pasar mucho tiempo sin que nos veamos, pero al volvernos a ver, todo queda en donde lo dejamos, en donde se detuvo, no tenemos que volver al comienzo".
Luego que el fotógrafo de UNO le saca las fotos a este par de mujeres hermosas que representa un dúo dinámico, ellas pasan destacar las virtudes que una ve en la otra.
"Así como tenemos cientos de anécdotas para recordar, también tenemos muchas cosas que destacar la una de la otra, pero lo importante es que nos queremos tal cual somos y siempre vamos a estar para ayudar y acompañar a la otra", finaliza Clau y se abraza con Mari.
De esta manera, estas amigas incondicionales dejan entrever que el paso del tiempo no apagó la llama de su relación que inició en el jardín de la Normal, sino todo lo contrario, el fuego se propagó más y más para que hoy en día, a más de cuatro décadas de ese primer encuentro, sigan siendo amigas y se elijan como hermanas en esta vida una y otra vez.