Un grupo de choferes del transporte público de pasajeros instaló una carpa frente a la Municipalidad de Paraná para agudizar la medida de fuerza que tomaron hace nueve días. Están decididos a pasar la noche frente a la Catedral y cumplir las 10 jornadas de paro ininterrumpidas.
Choferes en la Plaza, lejos de los pasajeros
Foto UNO/ Mateo Oviedo
Mientras los trabajadores endurecen la lucha, los usuarios siguen pendientes de las noticias para saber si vuelven a trabajar o estudiar. Para que se entienda la idea con ejemplos: una mujer adulta que vive en el este de la capital entrerriana hace nueve días que no trabaja, que no hace trámites para su madre, que no se compra un heladito en el centro, que no puede ir a una de sus iglesias preferidas.
Otra mujer, más joven, se traslada desde Soler hasta Alameda de la Federación, unos tres días a la semana, en donde ofrece sus clases. Cada tanto sale con sus hijas a pasear y también se toma el colectivo. Bueno, se tomaba, porque ya habían levantado la Línea 3 antes de que se venga la disputa entre los trabajadores, la empresa y los funcionarios. Cuando los colectivos vuelvan a circular ella deberá elegir una nueva línea que la "acerque" a destino.
El martes en la Cámara de Diputados de Entre Ríos, la vecinalista Alicia Glauser les exigió a los diputados que hagan algo, en parte porque para eso les pagan, pero también porque hay chicos y chicas que no llegan a las escuelas y hoy duele que no puedan estudiar, pero angustia más que pierdan un plato de comida caliente del comedor escolar.
Entiendo que será difícil para los trabajadores, como para la mayoría de los asalariados en el sector privado, pero no espero empatía porque sabemos que más de una vez no paran cuando una persona mayor les hace señas en una parada equivocada.
Cuántas veces observamos cómo el pasajero corrió a fondo, el conductor lo vio por el espejo y tampoco paró. Es verdad que también hay choferes solidarios y que más de una vez regalan un buen gesto en el medio de un tránsito caótico. Claro que existen los que ven pasar a un ciclista y le hacen un finito mortal sin importar que esté lloviendo.
Desde la UTA reconocen que los trabajadores están estresados por la guerra que se disputa en las calles y avenidas de la ciudad. A lo que le suman el mal humor de los usuarios que suben a las unidades después de esperar, algunas veces, más de media hora.
Mirando la caravana de choferes por calle Buenos Aires, llegando a la puerta de la Secretaría de Trabajo, advertí que la sociedad no los acompaña en el reclamo. Si bien había algunas militantes de izquierda, que están en todas las luchas obreras, los usuarios deberían estar presentes para potenciar el reclamo por el Servicio de Transporte en su totalidad.
Este jueves coincidirán los vecinalistas, que convocan a la sociedad para que participen en la sesión del Concejo Deliberante, junto con los trabajadores que esperarán la definición del conflicto en la Plaza que está frente al palacio municipal.
Hoy con el estado de las arcas municipales parece inviable lograr un sistema de transporte de calidad. Quizás entre la unión de usuarios y colectiveros pueda surgir un movimiento que luche por pacificar las calles. Para que esta utopía funcione deberá prevalecer una conciencia de clase y elevar bien alto la bandera con la pirámide de la movilidad.
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