El sacerdote José Carlos Wendler decidió dejar su tarea religiosa en la Parroquia Nuestra Señora del Luján de Paraná, afectado por la causa de abusos en el Seminario.
Un sacerdote decidió tomar licencia, afectado por la causa Ilarraz
Wendler optó por dejar el sacerdocio “por un año”, al no coincidir con la posición de la cúpula de la Iglesia en torno a los abusos del presbítero Justo José Ilarraz en el Seminario, y las secuelas que existieron en su salud,.
Según publica Análisis, los feligreses de la Parroquia fueron informados este martes sobre la determinación del presbítero. Wendler fue uno de los ocho curas firmantes de la carta presentada en septiembre de 2010 al entonces arzobispo de Paraná, Mario Maulión, donde se le exigía a la jerarquía eclesiástica que hicieran la denuncia ante la justicia entrerriana por los hechos de corrupción de menores en el establecimiento religioso.
Wendler presentó un escrito al arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puíggari, pidiéndole el alejamiento de la tarea sacerdotal. En principio, tendrá una licencia de un año, pero en su círculo íntimo se entiende que difícilmente retorne a su tarea religiosa.
Al parecer, lo sucedido afectó la salud del joven sacerdote, quien, si bien venía padeciendo algunos inconvenientes, los hechos profundizaron su estado, por lo cual decidió alejarse de la tarea diaria en la Iglesia.
Wendler se ordenó en 1996 en Paraná y luego fue derivado a Villaguay. Tras ello cumplió tareas religiosas en la capital entrerriana, en los barrios de San Agustín, La Floresta y Paraná XVI. Más tarde fue enviado a Viale, Villa Urquiza y finalmente recaló en la Parroquia de Luján, donde estuvo hasta esta semana. Precisamente ayer, según se pudo saber, los curas de Luján le informaron en misa a los feligreses sobre la decisión del cura Wendler, lo que provocó honda congoja, por el afecto que le tenía la gente del barrio.
La semana pasada, Wendler declaró ante el fiscal Francisco Ramírez Montrull, como uno de los ocho curas firmantes de la carta presentada en septiembre de 2010 al entonces arzobispo de Paraná, Mario Maulión. Un día antes, tambén lo hizo el cura José Dumolín, quien también había firmado la carta. En su declaración de más de dos horas y media, el presbítero crespense reconoció que se había enterado de la historia de los ex seminaristas abusados en el 2010 y que junto a otros curas le reclamaron a Maulión que se tomen medidas en el ámbito tribunalicio, como así también inicien gestiones para expulsar al sacerdote de la Iglesia de Tucumán, tal como lo revelara la revista ANÁLISIS en su edición del 13 de septiembre. Asimismo, ratificó en su totalidad el contenido de la carta crítica que le presentaron a Maulión.
El 15 de septiembre de 2010, los sacerdotes críticos le enviaron una carta a Maulión para manifestarle la "gran preocupación" por los "abusos cometidos por sacerdotes a menores confiados a su ministerio. Sobre todo, nos preocupa la creciente notoriedad que uno de los casos está teniendo entre la gente de nuestras parroquias: el del padre Justo Ilarraz, quien fuera formador del Seminario Menor a principios de los 90", remarcaron en la nota de una carilla.
La presentación del escrito se produjo poco después de una reunión mantenida por los presbíteros -quienes son de una nueva generación, que ronda entre los 35 y 40 años- con el propio Maulión, quien no ocultó su sorpresa al enterarse de lo que le contaban respecto al accionar de Ilarraz. "A mi monseñor Karlic nunca me dijo nada de esto, cuando hizo el traspaso del mando", respondió sorprendido Maulión, actualmente jubilado y con residencia en Rosario, quien quedó al frente del Arzobispado de Paraná en el 2003.
En la nota de los curas -todos ellos en funciones en diferentes barrios de Paraná y en localidades vecinas- se le indicaba a Maulión: "Nuestra preocupación es doble. Por un lado, el hecho de que el padre Ilarraz continúe ejerciendo el ministerio sacerdotal, sin que se le haya aplicado ninguna sanción canónica ni haya sido convenientemente investigado y juzgado por la autoridad civil. Es un hecho que quien padece pedofilia puede cambiar solo con mucha dificultad. En todo caso -se agregaba- es una imprudencia y así lo confirma la praxis actual de la Iglesia, que siga ejerciendo el ministerio y estando en contacto con fieles, con los cuales puede volver a ocurrir lo mismo que aquí en Paraná". Los sacerdotes recordaron incluso, en el escrito a Maulión, "las rotundas afirmaciones de Benedicto XVI en su viaje a los Estados Unidos, al decir que no hay lugar en el sacerdocio ni en la vida religiosa, para quienes dañan a los jóvenes".
Asimismo, expresaron su preocupación por "el hecho de que el silencio de las autoridades eclesiásticas sea interpretado por nuestra feligresía como un acto de encubrimiento o complicidad. Creemos que tarde o temprano el caso va a salir a la luz y tememos por el impacto negativo que pudiera tener para la fe de nuestros creyentes y la confianza que depositan en nosotros. Nos parece que prolongar el silencio, a la larga, pueda dañar mucho más la imagen de la Iglesia en Paraná, que reconocer los sucesos y nuestra parte de responsabilidades en los mismos".
Más adelante reclamaron a Maulión "una acción que con toda claridad ponga de manifiesto nuestra profunda aversión a lo sucedido, nuestra disponibilidad a que se lleven a cabo las acciones legales pertinentes, tal como lo ha pedido el Santo Padre, en cuanto a que los responsables de estos males deben ser llevados a la Justicia y nuestro sincero empeño en que estos hechos no vuelvan a ocurrir nunca más".
Maulión se comprometió a adoptar medidas, pero, al parecer, nunca las pudo concretar, ya que se jubiló el 3 de noviembre de 2010. Fue reemplazado por monseñor Juan Puíggari -actual arzobispo de Paraná-, quien fuera prefecto del Seminario Mayor entre 1984 y 1993 y receptó la primera denuncia por abuso de menores en el establecimiento religioso.