Solange Zanandrea es reconocida en Concordia porque en 2018 se convirtió en la primera mujer en formar parte de una cuadrilla municipal de recolección de residuos en la ciudad y la provincia.
Recolectora: Solange Zanandrea junta todos los días la basura domiciliaria
Por Dina Puntín
Diario UNO dialogó con ella para desandar su historia que indica que fue mamá a los 17 años, con esfuerzo y apoyo de las autoridades educativas finalizó el colegio secundario, luego estudió la tecnicatura de Turismo, a la par hizo idioma y hace unos años se recibió de peluquera.
El apoyo de su familia fue fundamental para inscribirse en el concurso abierto y llegar así al trabajo que hoy desempeña. Fue la única mujer que se anotó entre 157 hombres, de ese total aprobaron 123 y ella quedó contratada luego de la instancia de entrevista personal.
Correr, subir y bajar del estribo del camión mientras junta las bolsas de basura son parte de su tarea diaria; repartir dignidad y predicar con el ejemplo son máximas en su vida.
—¿Qué significa ser recolectora?
— Ser recolectora significa ayudar un poco a lo que es la organización de la limpieza de la ciudad, el mantenimiento, para que Concordia siga siendo linda y limpia.
—¿Qué recorrido hacés?
—Mi recorrido es en la zona céntrica, desde que entré estoy en el mismo recorrido. Trabajamos de las 12 a las 15, porque es un trabajo con finalización de tarea, una vez que terminamos todo el recorrido nuestro turno termina. Hay algunos que hacen más de un recorrido.
—¿Te costó adaptarte?
— Me costó adaptarme porque nunca había tenido un trabajo como este y en la circunstancia de que era la única mujer. También por ahí me costó en el sentido de lo que es el trabajo, la responsabilidad que hay que tener y los cuidados con respecto a correr, a subir y bajar del camión.
—¿Entraron mujeres al servicio desde tu ingreso?
— Desde que estoy todavía no ha entrado ninguna otra chica,sigo siendo yo nomás dentro de la recolección.
—¿Cómo es el tema de los residuos en la ciudad?
— En la ciudad a los residuos no los separan, no hay separación de plástico, orgánico, vidrios, es muy poco. Lo patológico como gasas, agujas, inyecciones y demás lamentablemente la gente no lo separa. Por ahí te ponen todo junto. Uno se acostumbra a tener cuidado en levantar las bolsas y seguir adelante. Lo importante es que nosotros tenemos que llevarlas igual.
—¿En este tiempo de pandemia tuvieron que tomar más recaudos?
— Al principio de la pandemia los cuidados eran responsabilidad nuestra, ahora por suerte todo cambió, hay otro tipo de coordinación y cuidados, nos dan barbijos una vez a la semana, barbijos que hacen diferentes sindicatos, diferentes compañeros y hasta la gente de los barrios nos regala. Y tener el recaudo de llegar a nuestras casas y sacarnos afuera la ropa de trabajo, entrar a bañarse rápido, igual que lavarnos las manos enseguida.
—¿Qué pasa con la gente que te ve arriba del camión?
— Al principio cuando la gente me veía arriba del camión me miraba con cara de sorpresa. Por suerte no tuve nunca ningún tipo de rechazo. Están los que me saludan, los que levantan la mano y te hacen pulgar para arriba, también me aplauden, me tocan bocina, siempre recibí felicitaciones y mucho amor en la calle. En mi casa siempre me apoyaron, desde un primer momento. Mi marido me incentivó a que me anotara, a que probara, no tuvieron que acostumbrarse a nada, simplemente me decían seguí para delante.
—¿Sentís que abriste un camino en un trabajo considerado de hombres?
— Por ahí se considera que soy un camino para que otras mujeres se sumen, puedan ingresar, no está más eso de que un trabajo es para mujeres y otro para hombres, estamos en un nivel de sociedad donde todo cambió. El pensamiento de todos nosotros sigue cambiando, no hay más privilegios para algunos y para otros no. Somos todos iguales y todos tenemos los mismos derechos, ojalá entren más chicas, por ahora sigo sola.
—Sos una composición de muchas actividades.
—Terminé el colegio secundario en la escuela Borges -institución que amo profundamente-, sigo en contacto con los profesores que me apoyaron muchísimo, porque a los 17 años y estando en el quinto año secundario quedé embarazada, tuve mi bebé para cuando finalicé. Luego estudié tecnicatura en Turismo en la Universidad de Entre Ríos e idioma en la Dante Alighieri.Me recibí de peluquera profesional, Con esfuerzo y sacrificio siempre para adelante, tal vez estudie otra carrera que tenga que ver con el trabajo que realizo ahora.
SolangexSolange
Solange Zanandrea tiene 33 años, está casada y tiene un hijo de 14 años. Su familia también la integran sus padres, tres hermanos y cinco sobrinos. Es vecina del barrio Villa Jardín donde nació y se crió.
—¿Qué querías ser de chica?
— Cuando era chica quería ser mamá. Ese sueño se me cumplió, tengo un hermosos príncipe por el cual sigo adelante día a día. Uno se levanta y trata de hacer todo lo posible con errores y defectos,para que todo salga bien. Amo mi familia, amo esta pequeña gran familia, mi marido y mi hijo que son los que todos los días me ayudan a seguir, a tener paciencia cuando la pierdo, me gusta estar en mi casa, la merienda de los tres.
—¿Cómo es un día tuyo?
—Me levanto por la mañana, hago los quehaceres de la casa, llego a las 12 al corralón a empezar mi labor. A las 15 más o menos salgo y regreso a casa. Mi trabajo es de domingo a domingo, de lunes a sábado trabajo en horario normal y los domingo a las 7 en la guardia
—¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
—En mi tiempo libre leo mucho. Encuentro libros en la basura y me da una cosa, parece que me clavan un puñal cuando veo que tiran libros de lectura. Así que voy acumulando un montón y los voy leyendo. Si sale algún trabajo de peluqería también lo hago, soy muy familiera, me gusta estar con mi hijo, mi marido, visitar a mis padres, ese sería un día mío.
—¿Cuáles son tus proyectos?
—Mi proyecto -cuando pase la pandemia y estemos los argentinos bien- es estudiar. Inscribirme y estudiar una carrera más, porque me gusta capacitarme, cada curso que hay dentro del municipio lo hago, me anoto en todo.