Un día la vida le dio un golpe duro que hoy Martín Carrere supo superar con éxito para alegría de propios y extraños. A este querido skater de la vieja guardia y músico paranaense le apareció un tumor llamado gioblastoma 4 que se le ubicó en el parietal derecho, pegado al cerebro. Claro, de movida todo fue muy complejo, pero él con su personalidad, el apoyo de su familia y amigos logró sortear esta piedra que se le puso el destino en el camino. A los 48 años lo peor ya pasó y Martín disfruta de la vida, de sus hijos y de sus dos grandes pasiones: la música y el skate. Sin Límites estuvo con este skater nacido de la vieja escuela, de los primeros que hubo en Paraná allá por el 87.
Sin Límites: Martín Carrere sigue pateando
Por Andrés Martino
Sin Límites: Martín Carrere sigue pateando.
Sin Límites: Martín Carrere sigue pateando.
“A los 13 años, en el 87 arranqué a andar. Somos la primer camada de skaters junto con Huevo que me llevo a andar, el Cana, Tani, Schiavi, Nolo Galarraga, el Toro Ballesteros. Y hoy yo sigo, no al nivel del Cana por ejemplo que nunca se sacó la tabla de las patas y que es un campeón”, contó sus comienzos y aseguró: “Y al skate lo tomo como los que juegan al fútbol. Están los que lo hace bien y mal, pero sigue jugando, tienen las camisetas, ven los partidos. Yo igual. Miro videos, me compro tablas todo el tiempo de los corredores que me gustaban a mi en mi época. Lo mismo que el fútbol, pero en el skate”.
Martín logró transmitir la pasión por el skate en su familia. “Se llama Violeta, tiene 12 años y siempre en la casa hubo patinetas así que ella tiene la suya. El hermano que tiene 19 también anda y todos solemos salir a andar. Siempre hubo patinetas en la casa”.
Todo era color de rosas con la música, el skate y la familia, pero un día la mala noticia llegó. “Fue el domingo 30 de junio del 2019. A mi me venía doliendo la cabeza hace un mes. Violeta se acuerda porque yo le comentaba. Luego me desmayé en un show de Andrea Prodan. Me desvanecí y aparecí al otro día en mi cama. Adujimos que era el alcohol, la misma noche o la borágine del show, pero a los 15 días me levanté con un dolor muy fuerte de cabeza. De ahí fui a la guardia, el médico me hizo una tomografía al instante y cuando me la muestra se ve en el cerebro una mancha grande. Ahí vi que la cosa venía brava”, dijo y continuó: “Al principio no caí. Me dejaron internado y no salí más. Además los médicos son benevolentes. Sergio Otero es muy piola. Me decía vamos a ver que tenés y yo le decía tengo que hacer cosas. El me dijo mirá así no puedo dejarte ir y cuando me dijo eso me entregué a la ciencia. Yo estaba con buen ánimo y me predispuse a la operación. Eso fue lo más importante. Tener tiempo para poder explicarle al cuerpo lo que le iba a pasar”.
A Martín nunca se le cruzó por la cabeza dejar de abandonar el skate y la música menos. “Fue raro porque fue una operación grande, pero a mi no me decía mucho. Fue una operación jodida, pero yo salí como estoy ahora, igual. Incluso estuve tres días en terapia, me pasaron a una habitación común y cuando me paré solo para ir al baño me retaron las enfermeras porque no podía. Yo no tomé conciencia de la cuestión porque estaba muy bien de ánimo y me había preparado para eso mental y físicamente. Yo me imaginaba que iba a poder tocar, pero andar en skate la veía más difícil por la cabeza y los golpes, pero lo primero que hice por internet fue comprarme un casco de Steve Caballero un patinador de los primeros. Me di un gustito”.
Finalmente Carrere contó. “El tumor no está, sólo la cicatriz. Al principio las noticias no eran alentadoras por el peso de la palabra, pero la operación fue lo más difícil y hoy disfruto de la vida. La vida es larga y te pasan muchas cosas, pero lo principal fue pensar en mi hija. Me invadía un pensamiento que era dejar a Violeta sin papá tan joven. Eso fue lo que más me movilizó. No soy especial ni por enfermarme ni por curarme tampoco”, cerró emocionado.