Se recibió en el año 2000 y desde enero de 2001 trabaja en Alcaraz. Es oriunda de Los Charrúas, Departamento Concordia y estudió la carrera de obstetricia en la universidad de Concepción del Uruguay. En Alcaraz formó su familia y logró estabilidad laboral. Al ser consultada por la atención en el consultorio en la actualidad, expresó: “Trabajo desde que se declaró la pandemia, no he dejado, tampoco se ha sugerido. Además, el único ginecólogo del hospital tiene 76 años, no puede venir porque está dentro del grupo de riesgo y realizando la cuarentena obligatoria en su casa, así que decidí hacerme cargo de las consultas, seguimientos y apoyo a las pacientes. Igual después de las recomendaciones de la directora del hospital, los turnos han mermado porque se les pidió que si no eran urgencias eviten llegarse hasta aquí. Este miércoles –1º de abril– sí fue una mañana activa porque les tocaron los controles, la solicitud de las indicaciones para la colocación de la vacuna antigripal que se les va hacer la semana que viene, también por análisis, estudios que les corresponden. Esto último sí está medio frenado porque no hay transporte para que venga la bioquímica de Paraná, tampoco para enviar las muestras, ni colectivos ni traffic, entonces las chicas están como tranquilas en sus casas”.
Obstetra: atender en épocas de pandemia
Por Dina Puntín
Ante la pregunta por los nacimientos en época de coronavirus contó: “Sí me tocó atender un parto esta semana porque la chica llegó en momentos decisivos y no había mucho tiempo que perder, entonces decidimos dejarla acá pero corriendo muchos riesgos porque el ginecólogo no está y tampoco tenemos especialista en Pediatría. Por eso no se realizan acá los partos, sino que se trasladan al hospital San Roque de Paraná”.
En cuanto a recaudos en cada atención tanto de consulta, revisión o parto, Noelia detalló: “Uso barbijo, como es habitual me lavo constantemente las manos porque al controlar a las embarazadas les toco la panza. Y hasta el momento no hemos tenido que realizar derivación, que eso incluye viajar en ambulancia con la paciente e ingresar al hospital en Paraná, en ese caso creo que también usaría guantes por el tema de que uno se va apoyando en distintas superficies. Aquí solo uso guantes para la revisión ginecológica”.
Sobre la visibilidad que este año les da la Organización Mundial de la Salud, dejó en claro que “en muchos lugares no estamos reconocidas, avaladas, porque tenemos pocas responsabilidades, como la atención del embarazo, la detección o la planificación familiar, no somos tenidas en cuenta. Sin embargo nuestro trabajo es muy importante en los 9 meses de embarazo, en el control, en la oportuna derivación porque en los pueblos por ejemplo ya no se producen partos y mucho menos cesáreas, entonces tenemos que estar atentas a la mamá y a la salud fetal para saber cuándo es pertinente viajar. La ley obstétrica nos permitiría la posibilidad de recetar el hierro, indicar algún medicamento de nuestro conocimiento, como un antibiótico por infección urinaria en la embarazada”.
Al hacer referencia a su rol, aseguró: “Cuando uno elige la profesión no sabe lo que se va a encontrar, trabajar en el interior no es igual a la ciudad. Además de algunos malos ratos entre colegas o jefes, está el tema de salir a la ruta y los riesgos que esto implica tanto para la vida de los pacientes, como para el chofer y quienes acompañamos. Son 120 kilómetros hasta el hospital cabecera –en Paraná– y a veces llueve, la ruta puede estar cortada por un accidente, nos trasladamos en un vehículo que no es nuevo. Igual uno siempre busca ayudar y brindar conocimiento”.