Tiros, sangre y suspenso han invadido nuestras pantallas en la última década, sobre todo a partir de la entrada de Netflix a nuestros hogares, con un altísimo porcentaje de series policiales en su colección. Homicidios y narcotráfico son los temas principales, con historias muy atrapantes, sobre todo aquellas basadas en hechos reales. Sin embargo, la gran mayoría que aborda esos asuntos están plagadas de estereotipos y se alejan muchísimo de lo que ocurre en el trajín diario de crímenes y drogas, policías y delincuentes.
La mejor serie policial
Por José Amado
No es un dato menor que a la llegada de la pandemia y el consecuente confinamiento, una de las series más vistas en la plataforma de la productora estadounidense HBO fuera la legendaria The Wire. Con cinco temporadas (la primera de 2002), se convirtió en un ícono de los policiales televisivos y ninguna otra le ha pisado los talones: los policías hablan como los que conocemos, los narcos son como los de nuestro barrio, los soldaditos se matan como en nuestras esquinas, las balaceras se parecen demasiado a las que publicamos en este diario y el Estado interviene ante estos dramas igual de selectiva y arbitrariamente que en cualquiera de nuestras ciudades. La ciudad de Baltimore de repente se parece mucho a la que habitamos a miles de kilómetros. Los buenos y los malos no existen: las vidas de policías, fiscales, jueces, ladrones, asesinos y narcotraficantes están llenas de contradicciones, condicionadas por una cultura, tanto policial como criminal, que los cocina en la misma salsa, en una batalla interminable con muy pocos ganadores.
El genio creador de The Wire es David Simons, un periodista que trabajó durante 13 años en la sección policiales del diario The Baltimore Sun a fines de los 80, cuando se producían 300 homicidios por año en aquella ciudad obrera, con un 65% de población afroamericana. Simons llegó a vivir un año entero en la División Homicidios, y producto de esa experiencia escribió el libro Homicidio. Un año en las calles de la muerte, sobre el que se basa la serie de HBO.
Hay muchas escenas para contar sin que necesariamente impliquen spoilers. Justamente, podríamos contarla entera, que mirarla sería igual de fascinante. Una que para algunos se encuentra en el top 10 de la historia universal de las series es aquella donde los dos detectives reconstruyen la escena de un crimen en un departamento con unas fotos, un metro y una pistola, sin decir otra palabra que ‘fuck’. Simons creía que los policías de Baltimore podían crear un lenguaje aparte con ese término con múltiples traducciones al castellano.
Otro episodio nos transporta a la causa Narcomunicipio: cuando detienen al secretario de un senador con 20.000 dólares en una bolsa luego de salir del búnker de un narco, el caso queda entrampado. El detective Lester Freamon le dice a un compañero: “Seguís a las drogas, vas a conseguir consumidores y vendedores de drogas, pero si empezás a seguir el dinero, no sabes dónde carajos te va a llevar”.
En la tercera temporada, The Wire muestra un Baltimore que se desangra en homicidios por las disputas entre bandas y las disidencias internas. Un policía que aquí podría ser un comisario, tipo jefe Departamental, implementa una alternativa novedosa sin anoticiar a sus superiores, que trae tantos resultados positivos como luego escándalos políticos. A punto de retirarse, habla con un subalterno: “Creo que llegué a mi límite, lo de las drogas no es trabajo policíaco, no lo es, podría enviar a cualquier tonto con una placa a detener gente y secuestrar drogas ¿pero investigar? Si a esto le llamas guerra, pronto tendrás a las personas ahí actuando como guerreros, estarán luchando, sumando lista de muertos, y cuando hay una guerra, hace falta un enemigo, y muy pronto casi todo el mundo en cada esquina será el enemigo. El vecindario donde debemos ser policías será solo territorio ocupado, ¿entiendes eso? El punto del que hablo es este: soldado y policía no son lo mismo. (…) Tienes estadísticas, arrestos, decomisos, pero eso no habla para de proteger un vecindario ¿Sabes qué es lo peor de esta guerra contra las drogas? Es que arruinó este trabajo”.
En tiempos de cuarentena, vale la pena mirar The Wire. Una ficción, se podría decir, que demuestra que la realidad la supera.