Durante siglos, la maternidad ha sido tema recurrente de opiniones y juicios de valor donde ha prevalecido la crítica a determinadas conductas o acciones que cada persona con capacidad de gestar decide para su vida y la de su hijo/a.
La maternidad cuestionada
En este sentido, las mujeres han tenido que soportar la intromisión y la mirada externa sobre los modos de crianza y de maternar.
Sobre cuerpos que recién han dado a luz, sobre madres primerizas o con experiencia, sobre mujeres que no tienen la receta de cómo ser mamá pero buscan hacer lo mejor posible, sobre todas ellas ha recaído más de una vez algún comentario que, bajo la presunción de ser una sugerencia, se suele tornar en un comentario malicioso. De esta manera, se evidencia una contraposición de ideas entre lo que culturalmente se considera una buena o mala madre.
Un Ideal que se construye a partir del coro de voces de la propia madre, de la familia, de los amigos, quienes señalan lo que es correcto y lo que no. El Ideal ordena pero también impone un mandato cultural o familiar que puede volverse fuente de malestar, ya que por su carácter mismo nunca se lo puede alcanzar. Sentimientos de impotencia, de inferioridad, minusvalía o de fatiga pueden ser la expresión de la tiranía del ese ideal.
La crítica en potencia en torno a las maneras de maternar se han visto con mayor afluencia en estos días en las redes sociales a raíz del nacimiento de Francisco, el hijo de Fabiola Yañez y Alberto Fernández.
Sin dudas, que la forma en que cada persona con capacidad de gestar decide atravesar la maternidad se trata de una vivencia singular y subjetiva.
Con vehemencia, los usuarios de las redes sociales pusieron el foco en el hecho de que en principio Yañez se mostrara junto a su esposo dándole la mamadera al bebé, con apenas días de haber nacido. Y si bien la principal sugerencia por parte de los médicos es priorizar la lactancia materna y propiciar el contacto piel a piel en tanto momento de conexión, hay quienes por diferentes razones no pueden dar el pecho. Estos motivos no convierten a una mujer en mala madre, porque a veces pese a los esfuerzos por amamantar no es posible lograrlo.
Por otro lado, entre las diferentes posturas que surgieron, otras estuvieron vinculadas a la imagen que Yañez brindó luego del parto. Se la vio vestida impecable, peinada con brushing y maquillada a cuatro días después de haber sido operada de una cesárea –un esfuerzo físico usualmente descomunal-. El cuestionamiento se centró en el lugar idealizado de la madre radiante de felicidad, siempre inmaculado y bondadoso que va a contrapelo de lo que generalmente sucede cuando una mujer da a luz, donde se la observa con el rostro cansado producto de las pocas horas de sueño y un cuerpo transitando modificaciones. Sin embargo, lo importante es poder reflexionar una vez más por qué se continúa poniendo en cuestión la decisión singular que cada mujer toma acerca de cómo atravesar ese momento y cómo mostrarse, tal y como ocurre con el hecho de amamantar o no.