El sistema carcelario argentino hace rato que está a punto de estallar. Por más que los gobiernos se esfuercen en demostrar lo contrario, las cárceles funcionan solo por el trabajo de los penitenciarios y porque los presos soportan el hacinamiento. En estas últimas dos semanas hemos conocido que los penales donde posiblemente estarán los acusados de asesinar a golpes a Fernando Báez Sosa en Villa Gesell están todos superpoblados, pero nadie habla de eso. Lo único que importa, parece, es saber si ya fueron torturados, violados o golpeados.
La cacería
Por Marcelo Medina
La situación en los penales se agrava año tras año.
Hemos llegado a un punto de asqueo de la información. Los movileros (no es culpa de ellos) entrevistan a quien se cruce por el frente del penal de Dolores para conocer qué piensan los presos acerca de la llegada de los detenidos oriundos de Zárate. ¿Qué piensan los presos?
Los internos filman videos que suben a las redes sociales Facebook, Twitter e Instagram en los que cuentan las cosas que les van a hacer a los 10 jóvenes rugbiers detenidos por el asesinato de Fernando ocurrido hace dos semanas en el balneario bonaerense. Llama la atención que Sergio Berni, ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, vea esos registros fílmicos y no se alarme y no pida una investigación acerca del origen de las filmaciones e información acerca de las requisas realizadas en las celdas para el secuestro de los aparatos telefónicos. ¿Dónde está escrito que los presos pueden tener celulares? Mucha gente festeja en las redes sociales que un grupo de personas privadas de su libertad por homicidios, robos, violaciones y otros delitos digan a viva voz que van hacer justicia. ¿Quién les pidió que fueran jueces? ¿Quién les pidió a ellos que hagan Justicia? Hay presos que aparecen en filmaciones hablando de “códigos” cuando ellos no los tuvieron con sus víctimas. Lo peor es que seguimos mirando para el costado. Los que mataron a Fernando tienen que ser condenados y cumplir la pena en un lugar donde no sean torturados y puedan comprender el daño que causaron.
En el caso hay una víctima directa que es Fernando, y también su familia, pero además hay un grupo de padres que está atravesando un momento crítico. En la búsqueda de la noticia, los periodistas parecen buscar que los padres de los acusados se desangren. ¿Quién entregaría a un hijo? Si hasta el Código Penal nos da la posibilidad de no declarar contra un hijo, un padre o un hermano, resguardando la familia.
El caso es grave y tiene cientos de aristas para analizarlo. La violencia social, el consumo de alcohol, las drogas, la responsabilidad de los empresarios dueños de boliches, la educación integral, la falta de prevención por parte del Estado, pero solo queremos ver cómo llora una madre de un lado y cómo una abogada, que hoy es querellante, le pide a un padre que reconozca que su hijo cometió un delito. Esa misma abogada cuando está en la vereda de enfrente no le dice a un familiar "andá y contá qué hizo tu pariente". Entonces aparecen en televisión los expertos y hablan de “pacto de silencio” y tantas otras barbaridades.