Primero Horacio Verbitsky, ahora Beatriz Sarlo. Ambos intelectuales de una formación enorme, hábiles en el uso de las palabras, y analistas encumbrados de la política argentina. Si bien están ubicados en las antípodas ideológicas, los dos coincidieron en declaraciones erradas, para luego pedir perdón.
Disculpas poco creíbles
Con apenas 20 días de diferencia, dos de las personas consideradas más inteligentes a la hora de descifrar gestos políticos, golpean mediáticamente, reconocen haberse equivocado, hacen autocrítica de sus actos, y aducen una inocencia casi infantil en su accionar.
Es difícil no leer en sus yerros acciones políticas deliberadas. No alcanza con pedir disculpas, y ellos lo saben. El daño ya está hecho. O tal vez debería decirse que su objetivo está cumplido.
El dañado es siempre el mismo sector: el oficialismo.
Ninguno de los errores que este gobierno viene cometiendo se debe a las declaraciones de Verbitsky y de Sarlo. Eso está más que claro.
Lo raro es que, precisamente esta gente, se equivoque tan inocentemente, como si fueran principiantes en temas políticos, o que no sabían que lo que estaban haciendo, o diciendo, tendría consecuencias políticas directas sobre la Presidencia primero, y sobre el gobierno de Buenos Aires después.
Por momentos daría la impresión de que ambos creen que su reconocida base intelectual les otorga un velo de impunidad. El pedido de disculpas, o el reconocimiento del error cometido, pretenden presentarse como gestos de humildad de grandes pensadores que también pueden equivocarse.
Los titulares de los diarios y los portales ya quedaron fijos con sus declaraciones iniciales. Ninguna de sus disculpas ocupa el mismo espacio que se llevaron sus acusaciones.
Ambos son personas de medios, saben del impacto de los titulares, de su permanencia en las primeras planas y de las repercusiones a nivel nacional. Lo sabían al momento de hablar.
Si bien los dos dicen haberse equivocado y se disculparon por sus errores, analizados de forma separada no son lo mismo.
“Asumo sin excusas la parte que me toca y acepto todas las críticas recibidas, así como agradezco las tan numerosas comunicaciones de solidaridad y afecto. Si lo hice y, sobre todo, si luego lo conté sin que nadie me lo preguntara, es porque no advertí que fuera algo incorrecto, el ejercicio de un privilegio”, detalló Verbitsky sobre el explosivo vacunatorio VIP que le costó el ministerio a Ginés González.
Aunque no lo fuera, todo su accionar previo cumplió con el recorrido de una operación hecha para producir un daño. En este caso a sus propios aliados en el gobierno nacional. Lo único rescatable de esta cuestión fue que el Vebitsky periodista, respecto de este hecho, no mintió. El vacunatorio existió, la lista de VIP existía, él mismo se vacunó, y lo dijo.
Pero creerle que no sabía el impacto que tendrían sus dichos, es algo bastante distinto.
En el caso de Beatriz Sarlo, su error, ese por el que pide disculpas y por el que se “autocritica fuertemente”, es diferente en su reconocimiento, pero es igual en esencia.
Sarlo pide disculpas sólo por una frase dicha al denunciar otra forma de vacunación irregular. “Me autocritico fuertemente, no debí decir por debajo de la mesa”, sostuvo Sarlo. Pero sólo por eso.
“Me ofrecieron la vacuna por debajo de la mesa y dije: ¡Jamás! Prefiero morirme ahogada en Covid”, exclamó Beatriz Sarlo en una entrevista en el canal TN, a principios de febrero.
Aportó mails, hizo declaraciones y fue parte de todo un trasfondo que ayudó a reforzar la idea de que había algo ilegal detrás del proceso de vacunación en Buenos Aires.
Finalmente se supo que el ofrecimiento que le habían hecho para vacunarse era en el marco de una campaña publicitaria que buscaba figuras famosas para ayudar a concientizar sobre la necesidad de vacunarse. Eso recién se supo ayer a última hora. Nunca se ocupó de aclarar esa parte.
Nadie está libre de cometer errores, pero hay veces que las disculpas son poco creíbles.