La altura del río Paraná estaba ayer en 1,57 metros y la tendencia es que siga creciendo en los próximos días, después de haber llegado a 1,42 el domingo, cuando se habló de la quinta bajante más pronunciada de los últimos 30 años, apenas 16 centímetros por encima de la registrada en 2004, según los datos relevados por la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
Ciclos naturales, controles y vedas en medio del impacto de la bajante
Las oscilaciones en la altura del río pueden impactar de algún modo en la fauna ictícola y sobre este punto habló con UNO Danilo Demonte, quien es licenciado en Biología y trabaja en la Dirección General de Manejo Sustentable de los Recursos Pesqueros de Santa Fe. El especialista recordó que desde 2005 realizan un monitoreo del recurso de la zona junto a otras provincias como Entre Ríos, Chaco, Corrientes y Buenos Aires, y explicó: “Particularmente todos los peces están acostumbrados a estas oscilaciones, a las bajantes y a las crecientes. Todo el sistema funciona así y los peces tienen la posibilidad de desplazarse a las zonas de lagunas más profundas que quedan disponibles cuando el río baja mucho. El problema se genera si no han tenido tiempo suficiente frente a la bajante y es continuada en el tiempo”.
En este marco, señaló: “Si la bajante es muy rápida, aquellas lagunas que son relativamente altas se van a desconectar antes y algunos peces van a quedar encerrados. Si pasa eso son muy susceptibles después a sufrir problemas porque el agua se calienta más fácil, tiene poco oxígeno, y al ser poca la cantidad se concentran los peces y pueden surgir un montón de problemas: se exacerban las posibles enfermedades, sufren estrés y quedan expuestos a ser capturados por las aves acuáticas. El grupo de garzas han comido muchísimo peces este tiempo”.
También comentó que cuando las lagunas se secan los peces más grandes y adultos son los primeros que migran hacia los cursos de agua más importantes, los más profundos. “Si no llegase a remontar el nivel del río, potencialmente podría afectar en el futuro la reproducción de este año”, evaluó.
Demonte indicó que en el río Paraná hay unas 240 especies de peces, y aclaró que las más conocidas son las que tienen mayor relevancia desde el punto de vista comercial, como el sábalo, el dorado, la boga, el surubí, el patí, el mandubé, el moncholo, el pejerrey, el armado y los tipos de bagres: “Hay muchas más que no tienen un valor comercial y tampoco resultan tan interesantes para el pescador deportivo, como algunos tipos de mojarras, una serie de mandubés o de viejas del agua, pero que sí tienen importancia desde el punto de vista del acuarismo”, manifestó.
Sobre las mayores amenazas a las que se ven expuestos los peces de la región, analizó: “Está claro que el sistema está impactado por las cuestiones antrópicas. Todos estos peces que la gente conoce son bastantes grandes y son peces migradores, y hoy la única represa que nos afectaría es lo que está a la altura de Yacyretá; Salto Grande no porque es alto. Cortar los desplazamientos de los peces afecta a las poblaciones, y todas las áreas que son secadas o utilizadas para hacer barrios le quitan productividad al río y son espacios que en realidad los peces utilizaban. Todo esto hace que el sistema vaya perdiendo calidad. La pesca también afecta, pero en una magnitud inferior al deterioro ambiental”.
Desde la Secretaría de Producción de la Provincia recordaron que “la pesca intensiva, deportiva y comercial, puede mermar sensiblemente la población del dorado”, por lo que la actividad está controlada, existiendo veda en la época de reproducción y restricciones al tamaño mínimo de las piezas cobradas: “El dorado realiza migraciones reproductivas regulares en los ríos de las cuencas donde todavía habitan. El período reproductivo en nuestra región es en la primavera y el verano, por lo que se establece la veda para proteger la época del desove y aumentar así la eficiencia reproductiva”, explicaron.
En este marco, el director general de Fiscalización, Félix Esquivel, subrayó que el período de veda del dorado para la pesca comercial y deportiva rige desde el 1º de septiembre al 31 de diciembre. En el caso de surubí, los pescadores deportivos es pesca con devolución: “Se habilita desde el 16 de marzo al 14 de agosto”, dijo al respecto, y aclaró que el pescador artesanal está contemplado por la Ley provincial N° 4.892, y puede pescarlo siempre y cuando respete las medidas: cada pieza debe medir al menos 75 centímetros.
Medidas permitidas
La Dirección de Fiscalización indicó que lo que se puede pescar por día –contando con la licencia habilitante– son ocho armados, con una talla mínima de 30 centímetros; dos piezas de bagre amarillo con talla mínima de 20 centímetros; una boga que mida al menos 42 centímetros; un dorado (excepto en época de veda) de al menos 65 centímetros; dos mandubé y dos moncholos, de 30 centímetros como mínimo; un patí, con una medida mínima de 40 centímetros; un pejerrey de unos 25 centímetros mínimo; y una tararira de al menos 42 centímetros.
Respecto de los controles, Esquivel indicó que trabajan constantemente con Prefectura Naval Argentina y ya han retirado a los largo de este año 26.000 metros de mallas prohibidas en arroyos y ríos, al igual que espineles y tarros, que también están prohibidos: “Se van haciendo 124 actas por infracciones en pesca deportiva, y si se hace pesca sin devolución las multas van desde 5.000 pesos en adelante. Además hacemos actas a frigoríficos y pescadores, que es donde más controles hay, porque hay más volumen de venta, sobre todo en las zonas de Diamante y Victoria, donde predomina la pesca comercial, sobre todo del sábalo, que es lo que se vende a los frigoríficos de ambas ciudades; a diferencia de los pescadores artesanales de la región que se extiende desde Paraná hacia La Paz”, expresó.
Por último, recordó que los pescadores deportivos deben contar con una licencia, que se gestiona en la página www.entrerios.gob.ar/dgfa. También comentó que reciben denuncias sobre pescadores y cazadores furtivos, o sobre comercio ilegal y tráfico animal, y en ese caso hay que llamar al (0343) 4207882 o personalmente en España 33, en Paraná.
Poco pique
Que el nivel del agua se siga elevando genera expectativas en los pescadores de la zona ribereña de la capital entrerriana, porque significa que va a incrementarse el pique, que en las últimas semanas fue notablemente escaso.
“Había muy poco pique estos días, sobre todo de lo que es pescado para freír, que se había cortado bastante. Ahora empezó a haber algo más de pescado, porque está creciendo un poquito el río y lo que está saliendo bastante es armado, después moncholo y mandubé se está viendo también”, contó a UNO Daniel Lemos, pescador de Puerto Sánchez, quien sigue el oficio que su familia desentraña desde siempre y en un puesto en la entrada del barrio vende lo que sus hermanos y él logran capturar al río cada día.
El hombre mencionó que la situación es difícil y que actualmente la mayoría trata de tener otro trabajo, porque si no se hace pesado vivir solo de la pesca: “En el barrio quedarán unas ocho o 10 familias que viven solamente de la pesca”, aseveró.
“Soy nacido y criado en esto. Cuando crece el río aumenta el pique, y cuando baja y queda quieto se frena todo, porque como acá el pescado va de cruce, va por temporada. No queda acá, como es en otros lugares, que se queda a desovar”, subrayó, dando cuenta de una experiencia capitalizada por tantos años expuesto a los caprichos de las bajantes y las crecidas, que no solo afectan el recurso sino que también provocan movimientos de suelo que resquebrajan las casas humildes de quienes viven en la costa.
Sobre lo que no se consigue actualmente, indicó: “El sábalo, o lo que es boga, se corta, porque no es temporada, y el calor y la bajante afectan bastante, porque queda encerrado el pez. Y hasta diciembre está la veda del dorado y no se pesca, para cuidar el recurso”.