Nuestros adolescentes a la deriva: el trágico final de Tomás Tello y la inevitable comparación con Fernando Báez Sosa. Seguramente, muchos ya lo olvidaron, excepto sus padres. Pero el 18 de enero de 2020 un joven de tan solo 18 años fue asesinado a golpes de puño y patadas en la cabeza a la salida de un boliche. Marcando así un precedente para la historia de la sociedad y la Justicia argentina, ya que el hecho tomó relevancia nacional e internacional a las pocas horas de ocurrido.
Nuestros adolescentes a la deriva
Por Gerónimo Flores
Finalizadas las Fiestas y en el comienzo de un nuevo año, el verano argentino sigue inundando sus playas de sangre y sumó una muerte más a su historial. Como si fuera una especie de déjà vu, el asesinato de Tomás Tello en Santa Teresita nos trae el recuerdo de la fatídica muerte del anteriormente mencionado Fernando Báez Sosa, brutalmente asesinado por un grupo de rugbiers que se abusaron de su superioridad numérica y fuerza para quitarle la vida cobardemente.
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A pocos días de cumplirse un nuevo aniversario de su muerte, pareciera que no aprendimos nada en aquel momento y seguimos inmersos en un país atravesado por la violencia, donde los adolescentes que solamente buscan pasar un momento agradable en sus vacaciones terminan de la peor manera, y por culpa de un sistema que hace décadas no se ocupa de lo importante.
Dos jóvenes, misma edad y casi mismas circunstancias. Una discusión previa que llevó al peor de los desenlaces. Sinceramente, se me hace difícil entender el nivel de violencia en el que se encuentra nuestra sociedad hace ya varios años, donde debemos aprender a sobrevivir, más que a vivir. Nos obligamos a mirar hacia ambos lados y ver si alguien no viene hacia nosotros con malas intenciones. Asegurar puertas y ventanas como si nosotros tuviéramos que ser los que deben estar tras las rejas. El verdadero mundo del revés.
Tal es el miedo, que la gente ha tomado la determinación de mirar hacia otro lado y no meterse en los tumultos, para que nada les pase, y es un punto totalmente entendible. Aunque viendo las imágenes de ambos casos se pueden ver a varias personas alrededor de los hechos y ahí es donde quiero detenerme y preguntarles, ¿por qué nadie hace nada?
Para el afuera siempre queremos quedar como los más simpáticos y serviciales, los que siempre están para los demás. Pero somos los primeros en olvidarse de cuidarnos entre nosotros y hasta de poder evitar hechos como estos, donde increíblemente muchas veces se prefiere filmar el momento, ver qué reacciones tendrá en las redes sociales y no comprometerse.
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Diría que estamos a tiempo de cambiar. Pero la frase que mejor le sienta a esta situación es: el tiempo para cambiar se está agotando y solamente nosotros somos los únicos con el poder de decidir qué país queremos para el futuro de nuestros gurises, porque vivimos enojados con un sistema que ya sabemos hace décadas que está en estado de defunción. Pero no hacemos nada para cambiar la realidad y el rumbo de las cosas, porque es muy fácil vivir culpando al mundo de lo que pasa. Total, no es mi problema. Hasta que nos toca de cerca.
Obvio que no es problema del ciudadano. Pero si todos comenzáramos a cambiar la mentalidad e imagen que tenemos hacia el otro, podríamos lograr grandes cosas y evitar que casos como este se sigan replicando. Pero no, se prefiere seguir idolatrando a políticos o deportistas, quienes desconocen nuestra existencia, y ahí es donde entra el famoso: “qué país de mierda”. Una frase altamente repetida por todos los rincones de Argentina, donde preferimos venerar al político de turno y no defender a nuestra gente.
Nada ni nadie va a cambiar el rumbo de las cosas, por más poder que tenga. El pueblo es más fuerte que cualquier decisión y lo ha demostrado en infinidad de ocasiones, porque va a llegar un momento en el que ya será tarde y los Fernando y Tomás seguirán siendo casos cada vez más comunes.
Finalmente, me gustaría que este caso termine con todos los implicados tras las rejas. Permitiéndole a Tomás descansar en paz y apaciguar mínimamente el dolor de una madre y un padre que perdieron a su hijo para siempre.