El maltrato a una persona, no debe ser permitido por nadie. Nada justifica una acción de estas características, más si se está en una situación de poder. Esto debe quedar escrito y sobradamente marcado, por lo que no resiste ningún tipo de justificación o intento de minimización.
El maltrato debe ser desterrado, pero de todos los sectores
Por Javier Aragón
Esta apreciación surge como disparador, tras la polémica surgida con el periodista Antonio Laje, que admitió públicamente tener posturas ligadas con la exigencia, y que en definitiva son muestras de maltrato.
El periodista, si bien pidió disculpas entre su llanto, trató por todos los medios de justificar algo que muchos de nosotros tenemos internalizado en la propia profesión.
Lo que hizo Laje, no estuvo bien, y así se debe marcar con fuerza. Esto no quita que sea un buen periodista, que sus comentarios sean criteriosos, justos y críticos de todos los gobiernos que han pasado por esta bendita Argentina.
Es denigrante la humillación, el destrato, el hacer sentir mal a una persona, por el solo hecho de no cumplir con los objetivos previstos en un trabajo. Los modos, siempre deben ser tenidos en cuenta.
De allí es que debe ser rechazado de plano cualquier tipo de maltrato que exista en esta sociedad. Cualquiera, y no importa quien sea el maltratador o maltratadora.
Laje logró que se debata su forma de ser con otras personas que están a su cargo. Y de allí que tiene merecido hacerse un severo replanteo para que cambie y entienda que no es correcto su comportamiento.
Lo que también hay que decir, es que al periodista de America, algunos colectivos ligados con el gobierno nacional, le están pasando factura por sus críticas a la gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Se conoce en el ambiente periodístico, que otros destacados comunicadores y comunicadoras son maltratadoras, pero no fueron "atendidos" por algunos grupos ligados con el oficialismo.
El fallecido Mauro Viale, Samuel "Chiche" Gelblung y otros históricos e históricas periodísticas se caracterizaron por gritar y hasta agredir a los noteros en las coberturas periodísticas, y la verdad es que nunca escuché semejantes cuestionamientos.
Insisto, Laje merecía un severo llamado de atención y le llegó. Pero está dando la sensación que le llega a algunos solamente.
El maltrato no debe ser soportado ni en el periodismo, ni en otros sectores de la comunidad. Un juez como Juan Carlos Gemignani, fue denunciado por maltratar a su secretaria. El escrache no se hizo esperar, tal vez porque ese magistrado había fallado a favor de investigar causas por corrupción en el kirchnerismo.
Otro claro ejemplo de maltrato se da en la Política y en la gestión de Gobierno. Uno recuerda el maltrato, no vamos a decir reto, o palabras para suavizar el maltrato, de la senadora Cristina Kirchner al presidente del Senado, y Vicepresidente de la Nación, Daniel Scioli, que lo reprendía regularmente en la Cámara Alta.
Hablando de la doctora Kirchner, si bien son escuchas que podrían ser ilegales, se puede apreciar cómo se expresaba ella hacia su amigo o secretario, Oscar Parrilli. Nada justifica el maltrato, más allá de una conversación privada.
Nada justifica la Intolerancia, la grosería, la humillación, por más que la que detenta el poder esté enojada. Lo más llamativo, es que ese maltrato o expresión de enojo, parece acompañar a la actual vicepresidenta. Pero nadie se anima, o al menos se intenta hacerle ver que no es lo más correcto. Por el contrario, silencio, aceptación y minimización de sus acciones que siempre dejan mucha tela para cortar. Dicen, que es conocido cómo hace sentir el rigor, cuando está enojada.
Para ser parejos, otro que maltrató fue el expresidente Mauricio Macri, que enojado con el resultado de las Paso, se molestó y maltrató al electorado por no haberlo votado.
Me parece que la sociedad argentina debe plantar con firmeza el mojón del respeto, del disenso, de la diversidad de ideas. Donde se deben eliminar definitivamente el autoritarismo y el poder que algunos creen, les da el tener un lugar de privilegio en un medio de comunicación o en una banca o en el despacho presidencial.
Se debe repudiar toda expresión de maltrato, sea de quien sea, amigo o adversario. Con fuerza decir, nadie tiene el derecho de despreciar a otra persona, ni en ámbitos privados o públicos. Ni por que te de trabajo, podrá maltratar, o por tener millones de votos en tu espalda, te habilitará a ofenderte.
Tal vez si esto lo empezamos a practicar a diario, de a poco se eliminarán lentamente los problemas de violencia que existen en la Argentina.