El café es una bebida que día a día suma más fanáticos a su club ¿Pero somos conscientes de lo que bebemos? Como todos los 1º de octubre, se celebró el Día Internacional del Café, con el fin de promover su consumo. Pero a la vez, recordar el origen y también, por qué no, el complicado momento que atraviesan los proveedores del mismo.
El café y la salud: no todo lo que brilla es oro
Por Gerónimo Flores
Todas las tardes, mi compañero de trabajo nos deleita con ese aroma a buen café y fue parte de mi inspiración para hacer esta especie de reflexión sobre una bebida que es cada vez más consumida por todos y cada uno de los argentinos. Pero de la cual, muchas veces por desconocimiento y otras por el mero hecho de no ser conscientes de lo que ingerimos, podemos estar haciéndonos un mal evitable.
Ante esto, y tomando como referencia la frase “no es oro todo lo que reluce”, también expresado como “no todo lo que brilla es oro”, un aforismo que indica que no todo lo que parece ser maravilloso o cierto resulta serlo realmente, hizo que surgiera en mí este interrogante. Ya que como todos ustedes, yo también soy un gran fanático de esta bebida que ha acaparado los distintos sectores de nuestra sociedad y también, la excusa para el encuentro entre amigos, desconocidos y para hacer más extensas esas charlas que son una caricia al alma.
Para poner en contexto, el café en Argentina (donde el mate es la infusión social por excelencia) representa el 45% de las bebidas elegidas frente a las demás y es consumido en su mayoría por personas de entre 25 y 44 años. Y para tener en cuenta, 9 de cada 10 personas prefieren beberlo caliente y en el tradicional desayuno. Ya que muchas veces, por vivir una vida atareada, no solemos desayunar de la mejor manera. Y mucho menos, elegir el adecuado. Porque lo primero que solemos hacer, es buscar nuestro típico frasco de café instantáneo y prepararlo rápidamente para comenzar nuestra jornada. Pero por más rico que sea, ¿alguna vez te preguntaste si lo que estás tomando realmente es café?
Por ello, es fundamental leer la letra chica, ya que el café tostado y torrado no son lo mismo. Este último está prohibido en todo el mundo, menos en Argentina, Uruguay, Paraguay, España y Portugal, países acostumbrados a consumirlo sin tener en cuenta los valores de esta bebida, ya que este suele mezclarse con azúcar quemada para disfrazar sus imperfecciones. Como si fuera poco, en el torrado se utilizan los peores granos e incluso, aquellos en estado de putrefacción.
Realidad totalmente diferente a la del tostado, ya que este pasa por un proceso en el cual los granos se café pasan por una máquina tostadora hasta lograr ese color tan tradicional.
Entonces, ¿por qué se consume tanto el de baja calidad? La historia marca que los grandes mercaderes inmigrantes de España trajeron la tradición a estas tierras. Además, vale recordar que al tostar café se pierde entre un 12% y un 18% del peso debido a la humedad perdida, esto quiere decir que si tostamos 100 gramos de café verde, el producto final pesará unos 85 gramos.
Por eso, esta es la razón por la cual se le agrega azúcar, ya que aparte de tapar la mala calidad, sirve para compensar el peso perdido. Increíble, pero real.
Nada más alejado de un buen café. Y créanme que los entiendo, porque cuando la situación económica aprieta, las costumbres se modifican. Pero como dice un viejo dicho, la salud está primero y si no tomás un café de buena calidad, puede ser muy tóxico. Ya que en general, contiene muchas impurezas. De hecho, puede provocar dolor de cabeza y estómago. Asimismo, fiebre, una mala sensación general e incluso algunas enfermedades.
Por su parte, un buen café es rico en antioxidantes y otros minerales, que tienen beneficios comprobados para la salud. Además, es bien conocido que contiene cafeína, lo que ayuda a mantener la energía y la concentración.
Para finalizar, es importante no desconocer su escasez en la Argentina, ya que las restricciones impuestas por el Banco Central para acceder a los dólares, dificultan y encarecen el valor de este producto. Haciendo así, que muchas veces debamos inclinarnos por otros similares. ¿Cafecito?