Casi 14.000 kilómetros separan a Ucrania de la Argentina. Maksim Ostrovsky los recorrió varias veces cuando era estudiante universitario, ya que decidió formarse en Entre Ríos para regresar a su país una vez recibido. El joven ucraniano, de tan solo 25 años, cursó en Libertador San Martín la licenciatura en Comunicación Social y la carrera de Teología en la Universidad Adventista del Plata. Hace poco más de un año obtuvo ambos títulos y hoy es pastor en una iglesia en Kharkiv (también llamada Járkov o Járkiv), la segunda ciudad más grande de su país, situada a tan solo 15 kilómetros de la frontera con Rusia, y a unos 480 kilómetros de Kiev, la capital.
Es ucraniano, vivió en Entre Ríos y cuenta el horror
Por Vanesa Erbes
Gentileza: Facebook Iglesia de la Universidad- UAP
Maksim se graduó en Libertador San Martín, donde vivió varios años.
En diálogo con el programa “Buen día Litoral” (FM Litoral 103.1), Maksim contó que desde los primeros ataques permanece refugiado junto a un grupo de personas en el subsuelo del templo adventista en el que se desempeña. Allí intentaron descansar la primera noche del conflicto bélico, hasta que de madrugada los rusos comenzaron un intenso bombardeo en varias ciudades ucranianas, entre ellas, Kharkiv, y despertaron con las explosiones. “Cerca de las 5 de la mañana (cuando en Argentina era medianoche todavía) empezaron a bombardear las ciudades más importantes de Ucrania y mi ciudad también. Nos despertamos con el temblor de las paredes. Obviamente nos asustamos y nos fuimos al piso que está más abajo de la iglesia. En Kharkiv y otros lugares hubo quienes se refugiaron en las estaciones de subtes, durmiendo en las escaleras, en el piso, con sus almohadas y frazadas, intentando estar todos juntos. En mi caso, estoy bastante seguro, gracias a Dios”, expresó.
A su vez, aseguró: “Nadie estaba esperando esto. Si bien se venía hablando de esto y se estaban comunicando este tipo de noticias, pero hasta que comenzó nadie creía ni imaginaba que esto iba a pasar”.
También explicó que algunos pueblos que están cerca de Kharkiv ya fueron tomados por los rusos. “Estamos en zona de frontera, donde están los tanques y se desató la guerra”, señaló.
Horas de angustia
“Nosotros a la madrugada sufrimos los bombardeos mientras toda la gente dormía, intentando estar tranquila en lugares seguros. Con esto que está ocurriendo ahora muchos empiezan a comparar este ataque con la Segunda Guerra Mundial”, aseguró Maksim, en referencia a lo que están sufriendo.
Se viven en el lugar momentos de mucha angustia y desesperación, en las que la gente de los diferentes poblados se va planteando dónde ir, qué hacer. Aunque están prontos a comenzar la primavera, ayer nevó en esa zona, según mencionó Maksim, quien además refirió que temen quedarse sin energía eléctrica y sin Internet para estar comunicados con sus seres queridos que están refugiados también en diferentes sitios, y lo que es peor, tienen miedo de no contar con agua y comida. “Oramos mucho, porque en muchos lugares no había agua, y en varias ciudades además tampoco había luz y la situación se tornó muy difícil. Nosotros por ahora tenemos luz, agua, Internet, y comida. Pero la gente está muy asustada”, precisó.
Mientras pasan las horas, procuran ir abasteciéndose con agua y alimentos para las próximas jornadas: “Tenemos todavía agua potable pero vamos buscando más en los lugares que sabemos que podemos conseguir, y nos preparamos ahora yendo por los mercados, comprando lo que podemos. Estamos orando y preparándonos para el futuro, porque no sabemos si se van a cortar la luz y el agua. Todavía tenemos estos servicios y comida, pero nos preparamos para que no nos falten en los días que vienen”, indicó.
En este marco, reflexionó: “No podemos hacer nada más. El odio no depende de nosotros, y lo que podemos hacer es sobrevivir y ayudar a los que están acá. Organizamos actividades para mantener con calma a los niños, a los más pequeños, a los inocentes que no saben qué es esto. Tratamos de que ellos no sientan miedo, jugando, intentando de que se diviertan; compramos algunas pelotas y nos preparamos para recibir el sábado”, dijo, en referencia a la tradición adventista que promueve reservar este día para consagrarse a la religión y realizar obras de bien.
Acompañamiento
En Libertador San Martín Maksim tiene muchísimos amigos y conocidos, que están en constante comunicación para preguntarle cómo está, cómo se encuentra su familia; transmitirle mensajes de solidaridad y fortaleza y contarle que están orando por el retorno de la paz a su país, y el joven destacó: “Toda la gente de allá, mis compañeros, mis amigos, están preguntando cómo estoy, dónde, qué tal está mi familia; diciendo que están orando por mí y por mi país. Hay pastores y hermanos de la Iglesia no solo de Entre Ríos y de la Argentina, sino de todo el mundo, que nos apoyan. Oran por nosotros, que también estamos juntos en oración”.
En un contexto tan doloroso, reiteró que muchas personas sienten pánico, y por eso se han acercado a la Iglesia Adventista en Kharkiv en la que es pastor. Dispuesto a brindarles contención y abrazado a la fe, subrayó por último: “La gente tiene miedo y al primer lugar que viene es a la Iglesia. Nosotros los recibimos, los acompañamos, los apoyamos, oramos juntos, les decimos que traten de recuperar la calma. Porque ahora lo que menos necesitamos es pánico. Somos cristianos y estamos seguros en Dios. Estamos orando todo el tiempo y sabiendo que en todo el mundo también están orando por nosotros, y eso nos reconforta”.
















