En el Hogar de Cristo, que cumplió cuatro años a mediados de febrero brindando contención a quien lo necesita, se dictan una serie de talleres para que más gente aprenda un oficio. Entre ellos, se puede estudiar panadería, carpintería y costura; y esta semana se abrió una nueva formación que superó el cupo y las expectativas de sus organizadores: se trata de una propuesta para aprender a elaborar conservas, que suman a la mesa un alimento en los hogares más humildes, y ayudan a más familias a tener un ingreso extra en el caso de quienes decidan emprender, sobre todo en estos tiempos difíciles para muchos.
Aprenden a hacer conservas para sumar a la economía hogareña
Por Vanesa Erbes
En el Hogar de Cristo aprenden a hacer conservas.
En este espacio, que funciona en el salón parroquial de la capilla de Lourdes y pertenece a esta comunidad –situado en calle 25 de Junio 876, en Paraná–, se reúnen los miércoles de 15.30 a 19.30, y a lo largo de cuatro horas los concurrentes acceden a las técnicas necesarias, las herramientas y los saberes para poder transformar una fruta de estación en una deliciosa mermelada, o en un licor; o alguna verdura o una carne en un sabroso escabeche, entre otras alternativas que permitirán que aquello que por su condición de perecedero debía consumirse de inmediato, se pueda guardar al menos por un año.
Belén Bressán es la docente a cargo, quien además da el taller de panadería en el lugar y también enseña en otros centros de capacitación de la capital entrerriana. Entusiasmada por la cantidad de gente que fue a la clase inicial esta semana, contó a UNO: “Esta es una instancia de capacitación realmente hermosa. La gente se va contenta por poder aprender a elaborar conservas”.
A su vez, comentó: “Después de este tiempo de pandemia tuve la oportunidad de volver a dictar este taller en el Hogar de Cristo, donde siempre hay gente que quiere aprender. Está destinado a las personas que deseen salir adelante, emprender y le guste”.
La profesora, quien se estudió y se recibió en el Instituto gastronómico Argentina (IGA) y en el Instituto Gato Dumas en Rosario, y se dedica a las artes culinarias desde hace unas dos décadas. Con gran generosidad, comparte sus saberes con 17 alumnos que se inscribieron.
Confió que el cupo eran 10, pero considerando la importancia de que más personas accedan a una formación, aceptó que se queden todos para compartir los secretos para que los ingredientes y los sabores se fusionen al calor del fuego y la dulzura del azúcar penetre en las frutas de estación que al convertirse en mermelada se podrán almacenar en un frasco para compartir en la mesa de cada hogar o vender en alguna feria o a conocidos.
Formación
Al lugar concurren hombres y mujeres de diferentes barrios de Paraná e inclusive de Colonia Avellaneda, de todas las edades. “Realmente es una formación para cualquiera que tengas ganas de aprender, cumpliendo el requisito de que sea mayor de edad”, dijo, y agregó: “La idea es hacer conservas para el propio consumo casa o para sumar a un emprendimiento, aprovechando lo que tengamos a mano en nuestras casas, si uno tiene una huertita con tomate cherry por ejemplo, puede hacer una conserva con esto. Yo tengo un limonero y un árbol de mora, y cada vez que es la época de las moras hago mermeladas con esta fruta, que a la gente le apasiona y es muy rica. Si alguien está en la costa puede hacer escabeche de algún pescado y demás; o con algún animal de caza también”.
En este marco, Belén destacó: “Es cuestión de aprovechar las frutas de estación para la elaboración de las conservas. Siempre se busca trabajar con lo que se tiene en el momento y hoy puede ser variada la producción, ya que ahora, por ejemplo, estamos en la época de los duraznos, las ciruelas y demás. Esto nos permite hacer mermeladas de durazno, duraznos en almíbar. Les enseño todo, desde la preparación al envasado, para que lo pueden conservar mínimo por un año”.
Iniciativa
Belén señaló que en los centros de formación de Paraná hay gente de variadas edades que va a capacitarse y en cada espacio hay situaciones diferentes. Algunos asisten a los talleres para aprender a elaborar conservas que consumirá en sus casas con su familia o sus allegados; y otros lo hacen para poder sumar un ingreso a su economía hogareña. “Hay gente con gran compromiso y valoro a los que concurren porque quieren aprender”, destacó al docente.
A su vez, comentó: “Hay quienes se dedican a vender lo que hacen ya desde la segunda o tercer clase, trabajando para su economía familiar, y de esta manera pueden ayudar en su casa. En otros centros que daba clases en 2020, cuando empezamos a tener un poquito más de libertad para poder salir en este contexto de pandemia, muchos de mis alumnos producían en sus casas un poco más de lo habitual y se dedicaban a vender para sumar un ingreso”.
“Nosotros aprendemos con lo básico y esto es importante. Siempre digo hay que acostumbrarse a trabajar con lo mínimo que se tiene en la casa. Y si por ahí nos toca ir a un lugar en el que nos prestan un tacho o una olla más grande, ya sabemos cómo manejarnos, porque aprendimos con lo poco que estaba a nuestro alcance”, destacó la profesora de los talleres de conserva y de panadería, que en este último caso empezará en el mes de julio en el Hogar de Cristo, cuando culmine la promoción que está cursando ahora; y cuyo cupo también ya está completo con anticipación.
Por último, agradeció a integrantes de la comunidad de Lourdes y del Hogar de Cristo que ayudan a promocionar estas actividades, sobre todo “a Raquel Serur, que es la encargada de organizar todo; y a Claudia Olivera, que es también quien está yendo casa por casa invitando a la gente”, expresó.