Marcelo Medina / De la Redacción de UNO
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El verano futbolístico se cerró a las trompadas y patadas. Los torneos amistosos tuvieron partidos mediocres rozando lo malo. Nada de fútbol. Pero para colmo de males el domingo a la noche pudimos ver en vivo y en directo una batalla campal entre los jugadores de Estudiantes y Gimnasia. Lamentablemente la violencia ya está naturalizada. Los jugadores se dan con todo e incentivan a la gente en la tribuna a ver al otro como un enemigo.
La bochornosa imagen del arquero de Estudiantes y de la Selección Argentina (lanzando piñas a todos lados) y del defensor de Gimnasia (respondiendo con patadas a la cara) fueron de los puntos más negros que dejó el clásico de La Plata. “No quise asesinar a Andújar”, aseguró el del Lobo. “Me veo en las imágenes y no me reconozco”, respondió el del Pincha. Los dos jugadores deben recibir una sanción ejemplar como así también Cata Díaz y Daniel Osvaldo. Basta de estupideces.
La violencia está naturalizada en todos los ámbitos del fútbol argentino. No importan si son profesionales o amateurs. En Villa Uranga durante toda la semana se prepararon para el partido ante Sportiva de Gualeguay, pero como no pudieron revertir el 4 a 1 del juego de ida recurrieron a la violencia. ¿Qué ganaron? Nada. Es más quedaron mal ante todo el mundo. En la Gloria paranaense hay gente muy capaz que le ha dado muchas alegrías a la institución, pero lamentablemente todo empañó por un partido. A veces se gana y otras se pierde. El fútbol es un deporte que va camino lamentablemente a jugarse a puertas cerradas, ya que hasta los propios hinchas atentan contra las instituciones como sucedió con el Panadero.
Hay periodistas que relatan los partidos e insultan y pintan al rival como un enemigo que tiene que morir y no es así. El mensaje es erróneo. ¿Qué harían los hinchas de Boca sin los de River? ¿Los de Independiente sin los de Racing? ¿Los de Estudiantes sin los de Gimnasia? ¿Los de Patronato sin el Lobo de Concepción del Uruguay? Del verano 2016 no me quedó ningún partido en la memoria. Los superclásicos, más allá que los ganó el Millonario y yo soy de Boca, no dejaron nada, solo patadas e insultos. Hasta 2015 siempre se mataban en las tribunas, pero ahora parece que los jugadores se han mimetizado con los barras y cuando no pueden meter la pelota en el arco recurren a la violencia.
Creo que la única repuesta válida y posible para resolver la violencia en el fútbol tiene que llegar de la mano de las autoridades del gobierno y de los dirigentes de los clubes. Pero es sabido que los barras tiene vínculos con ambos, que muchas veces son los mismos como el caso del exjefe de Gabinte, Aníbal Fernández, quien además era presidente de Quilmes por dar un ejemplo.
Va quedando claro que los jugadores no quieren el regreso de los hinchas visitantes. Jamás lo pidieron o por lo menos yo no escuché o no leí declaraciones solicitando que vuelvan los hinchas. Es más, ahora que el gobierno estaba haciendo tratativas para que haya más de una hinchada en los estadios, los muchachos se tomaron a golpes en los partidos de verano.
Un verano con cero fútbol y mucha violencia
2 de febrero 2016 · 06:30hs