Juan Manuel Kunzi/ De la Redacción de UNO
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La gente camina con la mirada perdida en las pantallas de sus dispositivos móviles. Cada uno tiene la excusa perfecta y todos justifican el por qué. César Cerrudo, el experto en seguridad informática que es uno de los mejores en el mundo haciendo su trabajo, me contó ayer que los teléfonos que funcionan con el sistema operativo Android son muy inseguros y que los usuarios tienen que actualizar los antivirus todo el tiempo porque son demasiado fáciles de vulnerar.
Un hacker –que recién comienza–, puede ingresar al teléfono inteligente y recopilar todas las fotos, las conversaciones y las claves de los correos y la contraseña del Home Banking, por ejemplo.
Hay programas gratuitos y otros pagos. Los dos son efectivos. Si un especialista tiene ganas de hacer daño tecnológico o lo contratan para que lo haga, adquiere el software más caro, lo aplica y se hace de la vida del usuario. Fotos de la familia, la casa, el club, los lugares que visita, sus amigos, salidas y formas de divertirse.
En la edición del domingo de Página 12, José Pablo Feinmann publicó “el Big Brother Panóptico es la culminación de una obra maestra: someter por medio del goce. Pasen horas frente a Internet, jueguen a todo lo que quieran jugar, escríbanse mails con sus amigos, métanse en Facebook, escriban esas breves, ingeniosas y limitadas palabras en Twitter. Cuando lleguen al final empiecen otro. Twitter puede no terminar nunca, ser infinito. Exhiban su ingenio que antes acaso algún tonto jefe de redacción no supo reconocer y los echó rumbo a cualquier parte que no estuviera dentro del diario. Algo más (y sustancial): insulten. Llenen de insultos a quienes quieran. Es gratis. Es impune. Es anónimo. Se sacan las ganas y se acabó (...)”.
Lo llamativo es que en “La excusa de la convergencia” que apareció en la última edición de Le Monde diplomatique se informa que las empresas de celulares de Argentina, que lideran con un 80% los reclamos de Defensa del Consumidor, cobran las tarifas más caras de América Latina y brindan una de las peores coberturas 4G del mundo (Argentina está en el puesto 65 de 68 países). En definitiva, las por momentos irresistibles pantallas, son peligrosas porque los equipos son vulnerables y cualquiera se puede quedar con información valiosa. Además son serviles al imperialismo y para cerrar son parte de la estafa que montaron las empresas de telefonía que ahora, con la derogación de la Ley de Servicios Audiovisuales, tendrán vía libre para generar contenidos que se replicarán en todos los medios de comunicación disponibles y que al fin del día terminarán en las luminosas pantallas.
Se pierden en las pantallas
16 de febrero 2016 · 07:46hs