Los tatuadores en Paraná están listos para comenzar a trabajar porque hace años que elevaron el nivel de cuidados preventivos de la salud. Mientras cumplen con la cuarentena obligatoria explican que, como muchas actividades privadas, continúan pagando impuestos y alquileres mientras que dejaron de ganar dinero en forma constante hace 43 días.
Tatuadores se preparan para volver al trabajo post aislamiento
El tatuador Fermín Darchez explicó a UNO que antes de la pandemia, siempre utilizó el concepto “campo quirúrgico” que sirve para crear una barrera contra los microbios.
La mesa donde tienen todas las herramientas, desde la máquina hasta las agujas está aislada y tanto la camilla como el almohadón (si se usa) están envueltas en papel film y en los tatuajes grandes, durante todo el proceso, llegan a usar unos 10 guantes de látex.
Con el alcohol diluido, que ya utilizaban, la lavandina, el barbijo y unas antiparras entienden que están cubiertos. También necesitarán del compromiso de los clientes que deberán descartar cualquier tipo de síntoma antes de cada sesión.
Proponen recibir de a una persona en el local, porque antes se aseguraban de que pasen con algún acompañante por diferentes motivos pero ahora, los turnos programados ya son individuales. El estudio de Fermín, que sumó dos tatuadores, creció tanto en los últimos 10 años que está pagando los alquileres de tres locales. Tiene una recepción y un segundo piso para la comodidad de él y de los clientes que, siguieron demandando sus servicios, más allá de la crisis económicas que afectaba al país.
Su colega, Adrián Ruhl que tomó trascendencia los primeros días de abril luego de armar una “cápsula para el traslado de pacientes infectados con el Covid 19”, aseguró a UNO que "quiere y necesita" trabajar porque los gastos fijos mensuales son altísimos.
Para mantener un salón de tatuajes hay que pagar impuestos, el alquiler del local y además costear los insumos que son en dólares. En paralelo están los gastos familiares como el colegio de los chicos y las compras de todos los días.
Fermín, padre de dos hijos adolescentes, vive con su mujer que está embarazada y advirtió: “ estoy preocupado y no quiero que ella la pase mal, pero necesito que me permitan abrir el local para que, por lo menos, circule el aire y después pensar en trabajar”.
Mientras que Adrián insistió con que, al protocolo de seguridad “histórico” hay que sumarle medidas como la de no tatuar en el pecho para tomar distancia con la cara del cliente. Ellos conocen sobre los productos que tienen que utilizar para desinfectar y de la técnica necesaria para que las superficies estén libres de microbios. En todas las casas de tatuajes siempre estuvo presente el detergente enzimático al que le sumarían la lavandina, el alcohol y lavarse las manos en forma constante.
Consultado por UNO Bruno Zek reconoció que la situación, para el milenario oficio del tatuador, en Argentina, se encuentra en un momento “complicadísimo” porque luego de venir trabajando bien, de repente se paró todo.
“Es una situación bastante rara la verdad, siendo independiente si te agarró mal parado económicamente, esta situación puede ser muy jodida”, explicó el tatuador que tiene la costumbre de participar en las convenciones que se realizan en diferentes partes del planeta. “Tenía un viaje pendiente, turnos entregados y la incertidumbre se potencia al desconocer cuándo va a arrancar todo", describió.
Como el resto de sus colegas asegura que en el “mientras tanto” se mantiene diseñando y pintando. Algunos aprovechan a mover las redes sociales para tratar de ir asegurando turnos para cuando todo vuelva a una cierta “normalidad”.